Hemera miró por la ventana del carruaje, el paisaje se desplegaba ante sus ojos como una pintura viva.
Amplios campos de vibrantes flores silvestres alfombraban las ondulantes colinas, balanceándose suavemente con la brisa.
Observó cómo antiguos olivares se extendían a través de la tierra, sus plateadas hojas brillando en la luz del sol.
Majestuosos cipreses se erguían altos y orgullosos, sus oscuras y esbeltas formas añadían un aire de misticismo al paisaje.
El olor de hierbas y flores se mezclaba en el aire, un perfume dulce y estimulante que despertaba los sentidos de Hemera.
Después de unas horas de viaje, un hermoso bosque apareció en el horizonte.
Su dosel de esmeralda se extendía a lo largo y ancho, ofreciendo sombra y refugio a criaturas míticas y maravillas ocultas.
Los ojos de Hemera se llenaron de anticipación mientras el carruaje se acercaba a la frondosa vegetación del bosque.