La mirada de Margarita se dirigió hacia Nora con una fulguración que parecía declarar soberanía.
—¿No eres acaso una mera secretaria del Señor Howard? —dijo con un tono de desdén.
—¿Por qué hablas tanto? El Señor Howard y yo somos viejos conocidos. Estábamos teniendo una conversación. ¿Qué derecho tienes tú a interrumpir? —Nora inclinó ligeramente la cabeza, el epítome del decoro, sin embargo, sus palabras estaban cargadas de firme desafío.
—Mi Señor, puedo permanecer en silencio, pero debo cumplir con mis deberes como secretaria. Dama Margarita, ahora eres una noble, una vasalla bajo el Señor Howard. Tu estatus no es el mismo que antes.
—Una vez fuiste Escudero Caballero bajo su señorío, así que es innegable que tus acciones siempre fueron en el mejor interés del Señor Howard. No dudo de eso. Pero ahora, has sido ennoblecida como caballero y tienes tu propio feudo.