Kapitel 27: Eres un Cromwell

Fue toda una sorpresa ver a Gren en la habitación de Raze. No había razón para que él estuviera allí. Lo que le preocupaba más al verlo, era si había encontrado los cristales o no. Después de todo, no los habían escondido en el mejor lugar, pero tampoco planeaban conservarlos durante mucho tiempo.

«¿Qué está haciendo Safa? ¿No debería haber llegado aquí antes que yo?», pensó Raze.

Por alguna razón, Gren tenía una expresión inquieta en su rostro; aún no había dicho una palabra y tenía la frente ligeramente sudorosa.

Echando un vistazo por encima del hombro de Gren, los ojos de Raze se fijaron en el estado de la habitación. Su corazón latía un poco más fuerte. Sus ojos comenzaron a recorrer la habitación y notó el colchón hecho jirones. Una vez más, su corazón latía aún más fuerte que antes y sus labios empezaron a temblar.

Sin embargo, pronto entró en su nariz un olor extraño, un olor con el que se había familiarizado, el olor a sangre. Se podían ver partes rojas en el lado de la pared y en el suelo, y se escuchaba el débil sonido de una respiración con dificultad. Finalmente, sus ojos se posaron en Safa.

Ella estaba tendida en el suelo, con sangre saliendo de un lado de su boca, los labios cortados. Su brazo estaba doblado de una forma extraña y su cara estaba hinchada en más de un lugar.

El corazón de Raze empezó a latir no solo más fuerte que antes, sino más rápido. Sentía como si fuera a saltar de su garganta.

El hecho de que Raze no hubiera dicho nada estaba dando escalofríos a Gren.

«Este tipo, he tenido una sensación extraña desde el primer día que lo vi. ¿No empezará de repente a preocuparse por su hermana, verdad? Ah, mierda, ¿de qué hablo? Cualquiera lo haría después de ponerla en esa situación. Si intenta golpearme, entonces tendré que defenderme. ¡De todas formas, ya había decidido dejar este lugar!»

En medio de sus pensamientos, Raze pasó de largo por su lado, aparentemente ignorándolo. Luego se arrodilló junto a su hermana para examinar más de cerca las heridas en su cuerpo.

En ese momento, Gren aprovechó la oportunidad para salir de allí. Abriendo la puerta con suavidad, huyó de la habitación sin mirar atrás.

En el suelo, Safa todavía estaba consciente. Sintió una presencia a su lado y miró a Raze. En el momento en que lo hizo, sus ojos se llenaron de lágrimas. Le había fallado, no había conseguido proteger los cristales.

—Hey, idiota —dijo Raze—. ¿Intentaste defenderte?

De todas las cosas que Raze podría haber dicho, ella estaba sorprendida por esas palabras. ¿Por qué era eso importante en ese momento?

—Vi la marca de mordida en sus manos y cómo sostenía algo —continuó Raze, girando su cabeza hacia el colchón antes de volver a mirar a Safa—. Solo responde a mi pregunta, ¿te defendiste?

Escuchando un poco de molestia en el tono de Raze, Safa decidió asentir, aunque le dolía hacerlo.

Soltando un gran suspiro, Raze hundió su cabeza en su pecho y miró al suelo.

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—Escuché que nuestra familia no tiene nombre —explicó Raze—. Nunca he sentido que haya tenido una familia antes, pero sí tuve un nombre una vez, un segundo nombre. Dado por mi familia, pero ellos no eran familia; solo eran demonios con piel humana.

—Tú me escuchaste, eres la segunda persona que alguna vez ha intentado ayudarme. Lo hiciste bien, y ahora mismo hay un gran dolor en mi pecho. Así que quiero hacerte una pregunta. Al final, decidí darme el apellido Cromwell. Entonces... ¡Safa! —dijo Raze, mirándola profundamente a los ojos—. Como recompensa por escucharme, te pregunto. ¿Aceptas el apellido familiar Cromwell?

Safa no entendía de qué hablaba Raze, ni sus divagaciones aleatorias, pero podía sentir un gran dolor en sus palabras y fuerza detrás de ellas. Sus lágrimas habían empañado completamente su visión y rodaban por el lado de su mejilla. Una conexión, con el mismo apellido, los dos tendrían una conexión y se sentirían como una verdadera familia.

Lentamente, una vez más, Safa asintió.

—Ahora eres una Cromwell —declaró Raze—. No lo olvides nunca.

Afuera, Kron había terminado su charla con Sonny y cuando se dirigía a su oficina, notó que la puerta de la habitación de Raze estaba abierta y de inmediato la escena llamó su atención.

Kron corrió adentro y entró en la habitación de golpe. —¿Qué le pasó... qué es esto? —preguntó Kron.

—Necesita ver a un médico, en seguida, no hay tiempo —dijo Raze, manteniéndose en su posición arrodillada.

—¡El médico! —pensó el señor Kron—. Pero el más cercano está en el pueblo. Tendré que llevarla en mi espalda.

Sin dudarlo, Kron levantó a Safa; intentó hacerlo con cuidado, pero ella aún gemía de dolor. Sin perder tiempo, corrió rápidamente fuera del templo y bajó la larga escalinata que llevaba al pueblo.

«Estas heridas... parecen heridas físicas. ¿Por qué estaba en este estado?» pensó el señor Kron. «No podría haber sido Raze; ni siquiera tiene la habilidad para hacer algo así. ¿Podría ser?»

Una imagen de Gren y el incidente del hongo cruzó su mente. —Parece que he cometido un grave error. Si ese chico logró llegar tan lejos, entonces no hay salvación para él. Ya no se le permitirá en el templo, pero primero tengo que salvarla.

De vuelta en la habitación, Raze todavía estaba en el suelo de rodillas; estaba mirando el estado de la habitación y la sangre en el suelo. Su corazón aún latía fuertemente. ¿Por qué esa persona llegaría tan lejos, solo porque le pidió que hiciera algo simple? Realmente era una idiota.

—Este sentimiento, no sabía que sería tan pronto que lo sentiría de nuevo —Raze se levantó lentamente del suelo y miró el colchón otra vez.

—Parece que, por primera vez, tú y yo estamos de acuerdo —Raze podía sentir cómo su cuerpo reaccionaba cada vez más al pensar en su hermana. Esta oscura y profunda sensación que surgía no era un sentimiento desconocido para Raze.

—¡Él que se atrevió a robar los cristales de mí! Y él que lastimó a tu hermana! —La magia oscura se activó desde el cuerpo de Raze y comenzó a girar alrededor de sus manos, subiendo por su brazo. Algunos objetos en el suelo a su alrededor comenzaron a moverse, reaccionando al flujo de mana en el aire.

—¿Dónde está ese maldito Gren? ¡Está muerto!

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