La voz de Kael sonó como el presagio de un inminente desastre.
La última vez que Kael pronunció esas palabras, la prueba de ingreso terminó antes de que Atticus pudiera verla en acción.
Atticus sabía que ya había sido poderoso entonces, pero con el aura abrumadora que de inmediato envolvió toda el área cuando Kael habló, pudo darse cuenta de que su poder actual no podía compararse con el de aquella vez.
La tierra en un radio de 8 metros alrededor de Kael se hundió, apareciendo grietas en forma de serpiente y extendiéndose a una velocidad alarmante.
Simultáneamente, marcas de color carmesí brotaron de su pecho, tejiendo una red compleja de intrincados tatuajes que se deslizaban por todo su cuerpo.
El brillo rojo en sus ojos centelleó, su tono se intensificó mientras su físico se expandía en masa y altura, cada tendón y músculo adquiriendo una vitalidad casi sobrenatural.