—Haaa… ¿por qué? —mientras Rey observaba a Ater, el pacto ya formado y la caja ahora en su posesión, se sentía desconcertado por un sentimiento roedor de no tener control.
—¿Por qué siento que algo sigue sin estar bien? —se suponía que el Dyubbuk le daría a Rey la vía para confiar plenamente en Ater, pero la seguridad se desvaneció casi instantáneamente, y Rey no sabía por qué.
—¿Era porque la maldición del objeto había fallado antes con Emil? ¿O podría ser posible que Ater tuviera un duplicado, o incluso un objeto completamente diferente, que pudiera liberarlo de las cadenas de su maldición? —Ater era lo suficientemente astuto y recursivo para orquestar algo tras bambalinas mientras hacía parecer que estaba perfectamente dócil.
—Rey no era ajeno a ese hecho, así que le molestaba infinitamente.
—¿Y si esta sumisión es solo una actuación? —¿Realmente se le podría culpar por sospechar del gran manipulador conocido como Ater?