—¡Luz! ¡Necesitaba luz!
—¡Alguien por favor ayúdame! —eran las palabras que Esther quería gritar pero una tela había sido atada en su boca que solo hacía que las palabras e incluso las respiraciones que emitía se volvieran amortiguadas.
—Solo un poco de luz era todo lo que necesitaba; necesitaba ayuda para acceder a la luz. De repente, Esther sintió como si todo el aire dentro de su lugar confinado hubiera desaparecido, aunque sabía que el aire todavía estaba con ella. La sensación era similar a la de estar ahogándose y ella respiraba con gran dificultad.
—Aproximadamente medio minuto pasó con ella luchando por respirar y antes de que lo supiera, sus ojos que miraban temerosamente a la oscuridad se volvieron borrosos, su conciencia se deslizó de su latido del corazón. Justo cuando Esther intentó hacer su último esfuerzo, esperando luz, un lado de la pared que la rodeaba estalló abriéndose.