—¿Estoy condenado? ¿Está enojada?
El salón estaba envuelto en un silencio ensordecedor.
Un segundo...
Dos segundos...
Tres segundos...
Nadie habló. Zhen-Zhen solo lo miraba en silencio con una expresión vacía en su rostro. Tristán se volvía más ansioso e inquieto por eso.
—¿Cariño? —dijo Tristán.
—Continúa —respondió planamente Zhen-Zhen.
Cuando él escuchó su respuesta sin emoción, sintió ganas de llorar. No sabía si continuar o no, pero Zhen-Zhen lo instó de nuevo.
—Cuéntame todo. No dejes ningún detalle. ¿Cuántas chicas? —preguntó Zhen-Zhen con curiosidad.
Tristán asintió obedientemente antes de hablar de nuevo.
—Honestamente, no recuerdo el número de chicas con las que interactué en el pasado. Pero solo dormí con unas pocas —Tristán se mordió el labio de nuevo después de decir eso. Estaba consumido por la culpa.