—Oh, Reth —dijo ella en voz baja—. ¿Qué ha pasado?
Tomó una respiración profunda y se giró, su ritmo cardíaco acelerando en el momento en que sus ojos la encontraron. El vestido levantaba más sus pechos, y aunque estaban completamente cubiertos, era como si le suplicaran ser chupados.
Se aclaró la garganta y se obligó a mirarla a los ojos. —Me temo que vas a llegar tarde al festival.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué está pasando?
Se acercó a ella, sofocando el impulso de dar el llamado de acoplamiento y le tomó las manos. —Porque eres tan increíblemente hermosa que voy a despojarte de ese vestido y tomarte, y van a tener que hacer esto de nuevo.
Sus ojos se abrieron con confusión mientras él se inclinaba para tomar su boca, pero ella le correspondió el beso, una mano en su pecho, justo sobre su corazón. Él ronroneó en su garganta y bajó su barbilla para besar su cuello mientras comenzaba a apelotonar la falda en sus manos, subiéndola