Ran Xueyi estaba de buen humor después de darles a Steffanie y a Shi Lian lo que se merecían. A decir verdad, si no la hubieran provocado así e incluso intentado arruinar su rostro con ácido químico, quizá solo se hubiera vengado un poco. Pero lo que habían hecho era despiadado e inhumano. ¿Cómo no iba a responder a su acción con una acción aún más malvada?
Ahora, Steffanie podría vivir en una prisión donde todas las personas sin ley que tenían el mismo modo de pensar y quizás incluso peor, ahora están viviendo. ¿Podrá seguir viviendo una vida de princesa mimada en la prisión?
—¿Estás bien? —Adelle se apresuró a entrar en la habitación tan pronto como los oficiales de policía arrastraron a Steffanie hacia afuera.
—Estoy bien. No te preocupes por mí. ¿Cómo va lo que te pedí antes? —Ran Xueyi volvió a sentarse en la cama.