Paulina se sobresaltó al encontrarse a Williams muy cerca de ella y aún más sorprendida de que él le pidiera comer juntos.
—Eh... g-gracias, mi señor —tartamudeó Paulina—. P-Pero no tengo... hambre. No había pasado ni un segundo después de que dijera eso cuando su estómago rugió en protesta, discrepando con ella. No había comido el día anterior porque, primero, estaba demasiado preocupada por su señora inconsciente, y después de eso, cuando sintió hambre, estaba demasiado asustada para ir a pedir comida a los otros sirvientes, considerando lo que le había pasado a Beth por causa de su señora.
Paulina se estremeció mientras miraba hacia abajo avergonzada. Inmediatamente soltó su pincel de pintar y usó sus manos para presionar sobre su vientre, como si intentara detener el sonido vergonzoso de salir nuevamente.
—Mírame —dijo él en voz baja. Como si estuviera hipnotizada, ella inmediatamente levantó la cabeza y lo miró.