—Se volvió para mirar a Damien, que estaba allí observándola —su sonrisa continuó, recibiendo una de él—. Tan complicado como parecía delante de extraños, en realidad era simple —trayéndola aquí para mostrarle las mariposas bajo la luz.
Esta vez no eran las mariposas las que estaba observando sino a Damien —la luz del sol cayendo en un lado de su rostro y el otro lado portando la sombra—. No sabía qué la había poseído pero las emociones, que apenas habían comenzado a surgir, la impulsaron a mirarlo.
Sus ojos la miraban intensamente mientras ella le devolvía la mirada —con el viento que soplaba a través del bosque, pasando a su alrededor, caminó hacia él sin desviar la mirada ni un momento—. Avanzando para quedarse frente a él donde la sonrisa lentamente comenzó a disminuir con su corazón latiendo más fuerte que antes.