Qin Muran se sentía orgullosa de ser felicitada por Jiang Xun. Estaba tan llena de sí misma que su mente y corazón no aceptaban el hecho de que había conseguido ese papel gracias a Xi Yaohua. Había conseguido ese papel por sus conexiones y no por su talento. Incluso si sabía que ese papel le había sido regalado, su conciencia no dolía. En cambio, pensaba que se requería talento para obtener el apoyo de alguien como Xi Yaohua.
Qin Muran mostró una sonrisa contenida:
—Podemos trabajar bien juntas.
—Sí, ¡tengo muchas ganas de trabajar contigo!
Las dos se sonrieron la una a la otra.
Pronto, se subieron al avión y los asientos estaban un poco separados.
El viaje transcurrió sin incidentes y, al llegar al set, las comisuras de la boca de Qin Muran esbozaban una sonrisa. Estaba muy feliz. ¿Cómo no iba a estarlo? Después de todo, era la actriz principal en su primer drama.