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—Tu-tu-tu-tu-tu-tu...
Tan pronto como Qin Yan pronunció la palabra, la máquina que detectaba las ondas cerebrales de Xi Ting empezó a sonar incesantemente.
Qin Yan se levantó atónita. El ruido atrajo a las personas que estaban fuera de la habitación y Xi Jung y el Anciano Su entraron precipitadamente.
El doctor a cargo de Xi Ting también se apresuró a entrar en la habitación del hospital.
—¿Qué pasó? Doctor, dígame qué demonios está pasando? —preguntó Xi Jung en voz alta.
El doctor a cargo miró las señales de la máquina y se alegró instantáneamente. Estaba tan feliz que permanecía ajeno a la expresión asesina de Xi Jung.
—Joven maestro... El Joven Maestro Xi está mostrando signos de despertar —dijo el doctor emocionado.
Xi Jung escuchó las palabras del doctor y se quedó sin palabras —¿Está diciendo la verdad?
Al oír la pregunta de Xi Jung, el doctor asintió frenéticamente —Sí... ¡Sí!