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—¡Maldita sea! ¿Por qué pesa tanto? —exclamó frustrado.
—¿Ves? Te lo dije. Ella está muy débil —Cielo le lanzó a Hera una mirada cómplice, solo para recibir de ella una mirada glacial a cambio.
—No puedo creer... —Hera exhaló profundamente, volviendo su atención hacia la desaliñada Paula Shen—. ... que estemos haciendo esto.
En este momento, Cielo y Hera estaban flotando. Sí. Flotando en el aire, con las piernas cruzadas, observando a Paula meter el cuerpo de Cielo en una maleta.
—Es tan estúpida. Una matemática tan simple, y sin embargo no puede hacerla —escupió Hera con desdén, con los ojos criticando toda la existencia de Paula y cómo esta última se graduó de la escuela secundaria sin aprender lo básico—. Es muy doloroso de ver.
—Lo sé —Cielo asintió en acuerdo—. Aunque si fueras tú, ¿cómo meterías mi cuerpo en la maleta?
—Bueno, es fácil. Simplemente pediría a uno de mis hombres que limpie el desastre —contestó Hera con aire de suficiencia.