Me detuve delante de una casa de color naranja. Tenía un pequeño porche que lo sostenía 2 pilares a los laterales hechos con ladrillos. Diría que es algo lindo. "Ruela Óscar 8" susurre para mi mismo. Lucky me había dado la dirección de su casa algo apurado, y no pude entenderlo muy bien. Me detuve delante de la puerta de color blanco con enmarcado con detalles de flores de color dorado.
Era una entrada colorida, a los costados de un pequeño camino de piedras que llevaba a la entrada principal, había varias flores de distintos colores, moradas, rosas, rojas y blancas. Haciendo juego con el color naranja de los ladrillos de la casa de Lucky.
Toque la puerta suavemente, oyendo la voz de Lucky gritarme "¡Ahí voy!" Desde lejos. Oía sus pisadas pesadas y firmes. Al abrirme la puerta, vi al boxeador con el pelo mojado. Llevaba una camisa de color naranja y unos pantalones cortos de color negro, estando descalzo. Diría que estaba en su estado natural con aquella ropa.
Lucky me miro por algunos segundos, haciendose a un lado y invitándome a pasar con un movimiento de mano.
Al entrar, veo a lo largo un pasillo. Al final del mismo, estaba la cocina, a la mitad la entrada al living y al principio las escaleras que llevaban a la parte de arriba.
Lucky me miro de arriba a abajo, evaluando mi ropa con una mirada algo curiosa. Llevaba mi abrigo de color negro grande, unos pantalones del mismo color y unos zapatos blancos, haciendo juego con el autfit. Podía ver la gran diferencia entre nuestra ropa.
-Vaya...¿No vienes muy elegante? Solo es una pijama.- Susurra, rascándose la nuca.
-No lo creo...Solo tengo mi ropa casual.
-¿Casual? Pareces que vienes de un desfile de moda.- Lucky río en voz baja, tomando mi mochila que llevaba en mi hombro e indicándome que lo acompañe al piso de arriba.
Al llegar a su cuarto, vi una habitación bastante extensa. Veía la ropa juntada debajo de una manta sobre un puf de color negro en la esquina del cuarto. Tenía un estante algo bajo, en la cima del mismo un televisor, la mitad del estante eran trofeos y la otra mitad ropa. Observe los trofeos con curiosidad, era de artes marciales, de Karate, Takuando y principalmente boxeo.
-Guau...son todos de primer lugar.- Susurre con admiración. Aún que debo admitir que me daba algo de envidia.
-Oh. ¿Esos trofeos? Si, los gane hace tres años atrás. En ese entonces, tenía mucha energía, y no me gustaba quedarme quieto. Mi padre decidió ponerme a hacer actividad física...Diría que el desperto mi interés en el boxeo.- Dijo con cierta nostalgia.
-¿Tus padres ya se fueron?
-Si, hace algunas horas.
Me aparte de su estante y me senté en el borde de su cama. Era una cama muy grande, y acolchanada. Era como un pedazo de nube grande.
-Wow...es más grande que mi cama.- Murmure, dando algunos saltos.
-Bueno...Como soy alguien bastante grande, mis padres optaron por comprarme una cama que se adapte a mi tamaño.
Le tumbe en su cama, mirando el techo blanco. A mi lado, vi que Lucky se tira, apoyando su cabeza sobre mi mano que estaba extendida.
-¿Donde dormiré?- Pregunte.
Lucky se quedó callado por un pequeño momento, mirándo al techo para luego mirarme a mi mientras reía nerviosamente.
-Solo hay una cama...¿No te molesta dormir conmigo, cierto?- Me pregunto, sin ningún tipo de vergüenza en su rostro.
Me detuve a pensar un poco, observando nuevamente el techo. ¿Me molestaba esta situación? Nunca debía tomar estas clases de decisiones, el "molestarme" algo nunca fue un inconveniente para mi. La gente de mi alrededor solo tomaba una decisión sin consultarme previamente. Mis dedos jugueteanban entre ellos, mi mirada perdida en aquel techo de color blanco.
Lucky arqueo ligeramente una de sus cejas, tocando mi hombro ligeramente para llamar mi atención.
-¿William? ¿Estas de acuerdo con compartir cama?- Apenas Lucky termino la frase, gire mi cabeza hacia el, sonriendo gentilmente y mirando aquellos ojos marrones característicos de aquel boxeador.
-Estoy de acuerdo...
Vi como Lucky sonrió levemente antes de levantarse de la cama y ayudándome a pararme a mi.
Pasamos la tarde cocinando y viendo películas. Lucky me enseño una receta de una tarta de chocolate que era riquísima. Me quedé atontado por el sabor y suavidad de aquella tarta. Lucky me dijo que cuando quisiera, me lo prepararía.
Es irónico, otro debate interno en mi: El "querer" algo nunca fue un problema. La gente de mi alrededor solo hacían lo un querían conmigo. Tomaban lo que querían sin consultar y decían lo que querían sin importarles mis sentimientos. Yo nunca me queje, siempre baje la cabeza ante las represalias y siempre atendía los deseos de los demás, tratando de complacerlos en el proceso. Pero Lucky, no era así. El es un chico que no buscaba algo de mi o algo de mi familia, simplemente busca mi amistad. Me siento confundido, es la primera persona que no quiero alejar de mi vida por miedo a mi madre o por miedo a las críticas de la gente de mis alrededores. El era algo raro, podía sacarme una sonrisa o risa fácilmente.
Aquel día, en los vestidores, me sentí extraño. En ese momento, nadie en ese vestidor me hubiese defendido, probablemente haya salido con el ojo morado o el labio hinchado, pero Lucky me defendió, el se metió en un asunto que no le pertenecía, solo para defenderme. Esas acciones provocaban una sensación en mi, una rara sensación de confort y aprecio ante su protección y lealtad.
Creo que me estoy...¿enamorando? Pero, ¿Por qué? Nunca he sentido este tipo de sentimiento, Lucky es el primero en este mundo que ha podido hacerme sentir esta sensación de protección y amor hacia el. Creo que la palabra "enamorado" describía bien esta situación, y me asusta. Me asusta que mi madre se entere de esto, si mi madre se entera...No, no dejaré que esto pase, no permitiré que mis sentimientos me controlen, no me daré el lujo de perder un amigo muy especial como lo es Lucky.
Ya son las nueve de la noche, podía ver a Lucky preparar la cena. Me acerque lentamente, deslizando mis dedos por el mármol de la mesada de color negro y toques blancos, deteniendome ante Lucky.
El gira su cabeza, mirándome con inocencia.
-¿Ocurre algo, William?-Me pregunto, revolviendo levemente la comida sobre la sartén con una pequeña espátula de plástico.
No dije nada, simplemente me senté sobre la mesada, viendo como Lucky cocinaba. El me sonrió, continuando con la preparación de la cena.
No entendía, ¿Por qué me enamore específicamente de él? O sea, es alto, lindo, cuando sonríe se le forma unos pequeños hoyuelos en los costados de la mejilla, sus...ojos marrones, son tan lindos, ese brillo de inocencia en ellos. Como ver a un golden retriver emocionado y lleno de energía.
Físicamente, es guapo. Su piel morena y su pequeño lunar en el mentón, su cabello negro y corto, es como el corte de Sam Smith pero un poco más largo. Aunque, no todo es físico, su personalidad hiperactiva y juguetona. También su valor y determinación para enfrentarse a los problemas cara a cara, o defender a los que ama, es...cautivador. No me gusta esta sensación, es como estar anestesiado al estar frente a frente con aquella persona. No me gusta en lo absoluto.
Frunci el seño levemente. Lucky me noto, riendo a lo bajo.
-Pareces un gato enojado. ¿Qué tienes en mente?
Chiste levemente, bajando mi mirada. La verdad, me había sonrojado ante la declaración, pero no quería que Lucky me viera así.
-Nada...
La verdad, la cena estuvo deliciosa. Tengo que reconocerlo, Lucky era un buen cocinero, la carne estaba blanda, se podía cortar incluso con el tenedor, y las verduras estaban en un punto dorado y dulce, era simplemente increíble. Creo que me enamore de su cocina.
Estuve algunos minutos con el celular, viendo de reojo a Lucky de vez en cuando, quien estaba lavando los platos mientas tarareaba la melodía principal de "Bad Boy" de Billie Eilish. Tenía un ritmo y afinación espantoso, pero era tierno verlo concentrado mientras hacía movimientos circulares con la esponja mientras jugueteaba con la espuma que salía del mismo.
Luego de algunos minutos, sentía una mano semifria tocar mi nuca. Al voltearme, vi a Lucky, quién se estaba secando las manos con una servilleta.
-Ya termine en la cocina.- Murmuró, sentándose en la silla de mi costado y dando un suspiro al tocar el asiento.
-Vaya que eres lerdo para limpiar apenas dos platos y dos vasos.- Reí.
-¿Y eso qué? ¿Criticaras mi arte al lavar los platos, French?- Me dijo, haciendo un movimiento dramático con la muñeca.
-Eres un lerdo, Keeps.
-Oh, lo siento, señor. La próxima vez, me apúrare más.
Tire mis ojos hacia un costado, dando un suspiro pesado. Vi como Lucky se levantaba del asiento y caminaba algunos pasos hacia el marco que dirigía a las escaleras al segundo piso. El hizo un pequeño movimiento con el dedo gordo, apuntado hacia arriba.
-Ven, vamos a dormir.
Apenas eran las nueve de la noche, ¿Por qué tan temprano?
-Eres un anciano.
-Si, pero este anciano debe despertarse a las siete para entrenar. Vamos, niño berrinchudo, a dormir.
Reí a lo bajo. Me levanté de mi asiento y seguía a Lucky hasta su cuarto.
El me indico que me podría cambiar en su cuarto, mientras el se prepararía en el baño. Al estar solo, deslice mi camisa por mi pecho y mis brazos, sacándomela y tirandola al suelo. Me miré por algunos segundos en el espejo que tenía Lucky en el suelo apoyado contra la pared de color blanco.
Daba asco, estaba casi en los huesos, mis costillas se podían casi ver, mis brazos eran delgados, y mi piel blanca. Personalmente, me daba asco a mi mismo, no era una imagen que me gustará ver. Mis dietas eran estrictas, debía estar debajo de los 45 kilos, si o si. Mi madre me pesaba una vez a la semana, monitoreando mi actividad e incluso estaba en constante contacto con mi medico de cabecera. En pocas palabras: Estar fuera de forma me traía una fuerte represalia o castigo por parte de mi madre.
Di un suspiro, acariciando mis brazos antes de ponerme mi pijama. Lucky tocó la puerta del cuarto, murmurando un pequeño "permiso" antes de entrar.
Al verme, sonriendo ligeramente, acercándose y abriendo la cama para que pueda acostarme.
-Adelante...No hay pulgas, lo prometo.
Reí levemente, acostandome en la gran cama de Lucky. El apago las luces antes de acostarse a mi lado. Podía sentir como su peso hacia un gran hueco que me tiraba para su lado, hice todo lo posible para poder acomodarme y encontrar un área plana para no terminar encima de Lucky. El se giro, dándome la espalda. Podía sentir su respiración pesada moviendo un poco la cama. La almohada tenía un olor a vainilla bastante reconfortante, y las sábanas un suave olor a melón, era como un cóctel de frutas.
Cerré mis ojos lentamente, tratando de dormir.
Al cabo de algunas horas, ya no sabía que hora era, me sentía incomodo y no podía dormir. Presione levemente los dedos de mis pies uno contra otros, tratando de buscar confort en la tremenda incomodidad del momento. Ya no podía oír a Lucky, creo que se había dormido. Gire lentamente mi cabeza, solo para ver que el me estaba viendo fijamente. Movi mi cabeza rápidamente, tratando de ignorar su vista clavada en mi. Escuche como reía a lo bajo de manera nerviosa, sus manos rodeaban mi panza suavemente, y su cuerpo se pegaba a mi espalda y apoyaba levemente su mentón en mi hombro.
Su voz suave y relajante resonó cerca de mi oído.
-¿Tampoco puedes dormir?
-No.- Suspiré levemente, acariciando la mano de Lucky que se encontraba en mi panza.
Seré honesto, me estaba muriendo de los nervios, pero debía disimular. Podía sentir como su respiración caliente chocaba en mi oreja y como sus manos acariciaban levemente mi panza. Su mentón presiono un poco mi hombro, suspirando en mi cuello, cosa que provoco que me estremeciera levemente.
-¿Qué hora es?- Me pregunto de manera somnolienta.
Estiré mi mano hacia por debajo de mi almohada, buscando un poco hasta alcanzar mi teléfono. Prendí la pantalla delante de mi rostro. "Tres y veinte" Murmure, sentí como Lucky suspiraba cerca de mi cuello, provocando que me estremeciera nuevamente.
-¿Sabes? Es la hora del diablo...-Me susurro, riendo algo dormido.
Es algo ridiculo, alguien se esperaría este comportamiento de un niño de once o doce años, pero Lucky ya era un adolescente de dieciséis años, aunque, me daba risa. Solté una leve risilla a lo bajo, acariciando la mano de Lucky que aún seguía en mi panza, sonriendo de manera somnolienta.
¿De verdad estoy enamorado de este sujeto? ¿De un muchacho tan infantil, pegajoso, enérgico, e incluso, algunas veces, terco?
No, no lo creo...o si, no lo sé. Estoy algo confundido. No puedo estar enamorado de alguien tan tonto y infantil como Lucky, era como un niño en un cuerpo grande. Aunque, me ha demostrado su madurez algunas veces, como la vez que me defendió, en la que me compartió su almuerzo. Creo, y lo digo de manera dudosa, que estoy un cuarenta porciento enamorado.
-¿En qué piensas tanto? Has estado muy pensativo últimamente, y incluso me has estado mirando de manera rara...¿Qué ocurre, William?
¿Qué tendría que responder? "Oh, nada. Solo es que me gustas, pero un cuarenta porciento y mi madre es una psicópata que es capaz de matarte. Pero te amo" ¿Quién mierda quiere escuchar eso? No se que decir, tengo miedo. ¿Por qué rayos me tuve que enamorarme de él, de mi único amigo, de la única persona qué a demostrado que me protegerá pase lo que pase? Odio todo esto.
-Nada...Pienso en las competencias de verano. Hay competidores bastantes formidables este año.- Tuve que pensar rápido.
-Que odiosos...Tener que competir en tus vacaciones. ¿No te puedes negar?
-No es que no quiera, yo quiero hacer. Descuida.
El suspiro en mi nuca, dándome un beso en el mismo y cambiando de tema.
-Bueno...Veo que ambos tenemos insomnio.- Río.
Reí, sin decir nada más, me di la vuelta para encontrarme con el rostro de Lucky. Apoye suavemente mi cabeza en su pecho, mientras el me rodeaba con sus brazos en respuesta.
No entendía lo que mi corazón quería. Estoy en debate interno: Mi corazón late por Lucky, pero mi cerebro niega estos sentimientos. Esto no debería de estar pasándome, apenas soy un adolescente de dieciséis años, no debo estar preocupándome o cuestionando constantemente mis sentimientos hacia alguien. Simplemente debería estar disfrutando de mi adolescencia saliendo a fiestas o estando riendo con un grupo de amigos. No es justo, no tengo una vida normal adoleceste, nada es justo en mi vida, pero no es justo culpar a los demás sobre mis problemas, yo mismo me los busco, yo me busco los problemas.
Di un suspiro, intentando despejar mi mente de mis propios pensamientos. Lucky acariciaba las mechas de mi cabello con delicadeza, mientras apoyaba su cabeza por encima de la mía. En estos momentos, solo quería que Lucky me dijera que todo estará bien o que me ayudaría escapar de mi maldita vida y me llevaría lo más lejos posible. Mientras sea con el, no me importaba que tan desagradables o placenteras sean las cosas.
Al cabo de algunos minutos, pude sentir como Lucky quedo dormido, aflojando levemente su abrazo y dejando caer su cabeza sobre mi cabello.
¿Insomnio? Creo que lo confundió. Yo aún no podía dormir, aunque, el olor de la camisa de Lucky era muy agradable. Me pegue levemente sobre su pecho, aspirando suavemente el aroma de la camisa, era un olor a lavanda muy suave y placentero. Me acomodé un poco más, dejando que mi cuerpo se pegue casi por completo contra el de el boxeador, bostezando levemente, cerré mis ojos. Podía sentir el aroma envolverme lentamente, mi cuerpo relajado, quedándome dormido al instante entre los brazos de Lucky.
Me desperté al cabo de algunas horas, cuando el sol me estaba golpeando la cara. Abrí mis ojos lentamente, sintiendo el ardor del sol matutino en mi rostro. Levante mi vista solo para ver que Lucky no estaba a mi lado. Metí mi mano por debajo de la almohada, sacando mi teléfono y prendiendo la pantalla ante lo rostro somnoliento. "Diez y dieciocho" Susurre.
Me senté en el borde del colchón, estirando mis brazos hacia arriba y bostezando, levantándome de la cama y comenzando a caminar hacia la planta baja de la casa.
Al bajar, me asome levemente por encima del marco de la cocina, solo para encontrarme a Lucky, quien estaba preparando el desayuno mientras tarareaba una pequeña melodía.
Me acerque, bostezando en el proceso, captando la atención del boxeador.
-Pero mira quien desperto, "MR. Madrugador".- Lucky río.
Me senté en la barra de la cocina, mirándolo de manera somnolienta.
-Perdón, pero no acostumbro a despertarme a las siete de la mañana para entrenar como tú.
-Recién he terminado mi entrenamiento.
-¿Recién? ¿Entrenas tres horas al día?
-Cinco, pero hago tres a las siete de la mañana y dos horas a las seis de la tarde.
Suspiré, nunca creí escuchar a alguien esforzarse tanto para entrenar. ¿Acaso ese tipo de horarios no lo tienen los boxeadores profesionales?
Es se acerco a mí con un plato de panqueques, dejándolo ante mi junto a un tenedor.
-Gracias.
-No agradezcas. Cuando termines, dime que te pareció.-Me sonrió, dirigiéndose a la cocina nuevamente para lavar lo que había utilizado para preparar los panqueques.
Mientras desayunaba, me sumergí un poco en mi teléfono, revisando un poco Instagram. Al cabo de algunos minutos, un mensaje de uno de mis compañeros de clases, Frédéric, me llego.
"Hola William :)
Mi fiesta de cumpleaños es la próxima semana. Casi todos en la escuela están invitados y me faltabas tú. Eres un muchacho divertido, espero verte en mi fiesta. ¡Y no olvides de llevar a un acompañamiento!
Atte: Frédéric."
Seré sincero, estaba a punto de rechazar la invitación, pero levante mi vista solo para ver a Lucky, quién estaba lavando una espátula con extremo cuidado. Sonreí. Lucky no conoce a casi a nadie en la escuela y sería un gran plan para que pueda conocer a los demás, aparte de mi, obvio.
-Oye, Lucky.- Me acerque lentamente, arrastrando mis dedos por el mármol de la mesada de la cocina.
-¿Qué ocurre? ¿No te gustaron los panqueques?- Me dijo de manera preocupada, deteniéndose y secándose las manos con una servilleta cercana.
-No, no es eso, al contrario, los panqueques estaban delicioso...Quería comentarte otra cosa.
-¡Me alegra oír eso!...Y, ¿Qué querías decirme?
-Un compañero de clases me invito a su fiesta de cumpleaños que será la próxima semana, y me pidió que lleve a un acompañante...¿Tu...podrías venir conmigo?
Vi como el rostro de Lucky se ilumino por algunos segundos, asintiendo con entusiasmo.
-¡Si! Me encantaría ir contigo.
-Bien...
No quiero ir a esa estúpida fiesta, pero ahora que Lucky irá, iré para estar a su lado. Creo que será divertido.