Kael miró el mensaje en su teléfono y suspiró, un torbellino de emociones agitándose dentro de él. Esto era territorio nuevo para él. En lo que respectaba a la familia, siempre había creído en ojo por ojo. Dora había herido a Kit, lo había usado, así que merecía lo que le viniera. Lo que él le sirviera.
Pero ahora, después de pasar tanto tiempo con ella, Kael no podía sacudirse la sensación de que algo no cuadraba. Según Kit, Dora había gastado cada centavo de su asignación en compras y salidas elegantes, todo sin siquiera saber quién era él realmente y su conexión con la Casa Real de Ignis.
No obstante, cuando ella lo conoció, lo reconoció de inmediato. Pero en lugar de usar ese conocimiento en su beneficio, no había intentado explotarlo en absoluto. De hecho, este mes había sido la experiencia de citas más sencilla que había tenido. Ella no era pegajosa, no era predecible y estar con ella era casi un descanso.