Ian miraba su teléfono silencioso por enésima vez. Su Isabella todavía no le hablaba, al parecer. Quizás debía enviarle algo más fuerte que un recorte de sí mismo y algunos dardos. Con un suspiro de frustración, decidió que necesitaba hacer algo más por ella... hmm, ¿qué debería hacer?
Una mirada a su reloj le indicó que ya era hora de que ella se reportara. Hoy, de todos los días, ¿llegaba tarde cuando nunca antes había faltado? Parecía que estaba decidida a castigarlo hasta el fondo. Está bien. Podría esperarla hasta el final de los tiempos...
Finalmente, ella entró, y él sintió temblar su corazón. Siempre parecía hacer eso cuando la veía. Estaba bastante seguro de que no era saludable para él, pero le encantaba... intentó leer su expresión, y lo que sea que vio, no le gustó.