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(Desde la Perspectiva de Azul)
—Haa... No puedo respirar... —jadeé, estirando mis palmas hacia adelante, hacia la puerta. El lugar estaba lleno de humo negro, y de mis palmas salían miles de cuerdas negras, pareciendo una ola de oscuridad unida.
—Continúa —ordenó Azul.
Me sentía como si me estuvieran cortando el corazón abierto con un cuchillo afilado. Si me detenía, todo el progreso habría sido en vano. Necesitaba hacerlo de una vez. Pero no podía avanzar en absoluto. Era doloroso.
—Continúa. No estás dando todo de ti —dijo Azul—. Eres más poderosa que eso. ¿Qué es esto? ¿Qué estás haciendo? Sigue dando lo mejor de ti.
—¡Lo estoy haciendo! —grité, apretando los dientes.
—¡No tienes idea de lo poderosa que eres! ¡Da lo mejor de ti! ¡Vamos! Cree en ti misma que eres más poderosa que cualquiera.
—¡No puedo hacer esto! ¡Duele! —grité—. ¡Ugh!