```—Bueno, lo que sea. Pueden organizar un picnic en otro lugar —murmuré para mí.
Me senté a leer las cartas que mi esposa me había enviado. Ella me mandaba cartas todos los días. Me contaba cómo estaba, describía todo sobre su día y me hacía muchísimas preguntas sobre cómo estaba yo, si estaba comiendo bien y si todo estaba yendo bien. También nunca fallaba en preguntarme sobre mi día.
Tardaban doce horas en llegar sus cartas. Hoy estaba un poco tarde. Sus cartas ya deberían haber llegado.
Pero curiosamente, no había carta, ni el pájaro.
—¿Se olvidó de escribirme...? Pero... —El primer pensamiento que vino a mi mente fue: "¿Está enferma?". Hace unos días, cuando no recibía sus cartas, resultó que estaba enferma. Sin pensarlo dos veces, me fui a estar a su lado. ¿Era el mismo caso esta vez?
—¡Hijo de puta! ¿Dónde estuviste todo el tiempo?