—Su Alteza —saludaron los sirvientes.
Solo necesitaba mirarlos para saber que algo iba mal. Me concentré en leer sus mentes y en un momento, me dirigí hacia el dormitorio.
—Su Alteza está aquí —dijo calmadamente el Doctor Dimitri.
—Dem, estás aquí. Bienvenido de nuevo —mi esposa me sonrió. Estaba acostada y su criada le estaba recordando su rutina diaria hasta hace un momento.
«¡Bienvenido un pito! No quiero ser recibido de esta manera.»
—Su Alteza se derrumbó debido al exceso de trabajo —dijo antes de que pudiera preguntar—. Además, tiene un poco de fiebre.
—Su Alteza incluso tosió sangre —dijo Ruby.
—No se pongan así. No fue para tanto —murmuró Blue, sonriendo débilmente.
—¿Has escrito las meditaciones y precauciones que debe tomar? —pregunté al doctor.