(Desde la perspectiva de Demetrio)
Ese día, volví a casa a la medianoche. Mi esposa había quedado dormida en una silla junto a la ventana con el gato en su regazo. Parecía muy en paz.
—Al menos, ponte una manta encima. Vas a pescar un resfriado. Eres muy descuidada —murmuré mientras la envolvía en una manta.
El gato se despertó en el momento en que entré. No me agradaba que mi esposa tuviera una conexión mental con este gato, de todo lo demás. Después de nuestro matrimonio también tuve una conexión mental con ella ya que la hice mi compañera. Pero aún así no me gustaba mucho que ella tuviera una conexión con este gato.
Al menos, el gato la hacía sentir bien a veces. Por eso, decidí no hacer nada e intentar no alejar al gato.