(Demetrio Perspektivan)
—¡Necesitamos... necesitamos hablar!
Fue lo primero que escuché después de despertar. Era evidente que mi pequeña esposa no había dormido mucho y estaba inquieta porque algo rondaba en su mente. Ahora que ella estaba usando el collar que le di, no podía siquiera leer su mente. Pensé que era lo mejor el no meterme en su cabeza y darle la privacidad que necesitaba. Pero en un tiempo como éste, deseé poder leer su mente.
—¿Incluso dormiste? —pregunté.
—Sí, dormí lo suficiente. ¿Por qué preguntas? ¿Me veo mal?
—¿Cómo puedes verte mal? Siempre eres linda y bonita.
—No, solo te ves... inquieta.
—Bueno, tuve esta pregunta para ti desde ayer en la mañana, pero no pude preguntarte a pesar de que estuvimos juntos un buen rato —dijo.
—¿Qué pregunta?
—Más tarde. Podemos hablar después. No es solo una pregunta. Así que necesitamos hablar de esto en nuestro tiempo libre —dijo—. ¿Cuándo vas a estar libre? ¿No puedes almorzar conmigo, verdad?