En un abrir y cerrar de ojos, habían pasado dos semanas y Steffan tenía que regresar al hospital.
Al entrar Steffan al hospital, el familiar olor a antiséptico lo recibió además del ajetreo de actividades de los doctores y enfermeros cumpliendo con sus deberes.
También podía sentir el amor y la aceptación de los doctores y enfermeros que lo saludaban con cálidas sonrisas mientras pasaba, a los que él respondía como era su naturaleza.
Eso era suficiente por ahora ya que no recordaba sus nombres ni quiénes eran, excepto al Dr. Martins y a algunos otros doctores que lo habían visitado más durante su hospitalización.
La mayoría de ellos habían venido a verlo e interactuar con él mientras se recuperaba algunas semanas atrás, sin embargo, todavía se sentía como si fuera su primer día reportándose para el trabajo en el hospital mientras encontraba el camino a la oficina del Jefe.