—Eso no será necesario —respondió fríamente—. ...y siento molestarte.
Con eso, Kathleen terminó la llamada.
Fue la mejor manera de hacerle recuperar la sensatez. La próxima vez que reciba su llamada, será más racional y hablará como un humano normal.
—Diosa, diosa —gritó el Dr. Sullivan desde el otro extremo del teléfono—, pero la única respuesta que obtuvo fue un tono de señal del teléfono que indicaba que la llamada se había colgado.
Miró el teléfono y efectivamente la pantalla mostraba «llamada terminada».
—¿Está enfadada conmigo? —Su frente se arrugó mientras reflexionaba sobre por qué ella acabaría repentinamente la llamada.
—¿Dije algo malo? —Suspiró y se echó hacia atrás en su silla—. Lo que acababa de escuchar era suficiente para agotar su energía.
—¿Presidente Hudson? Increíble —murmuró por lo bajo.
Para entonces, Steffan se había calmado. Se acercó a la mesa del Dr. Sullivan sin saber cómo iba a pedirle confirmación.