"Juan llegó a la casa y cargó con Emma hasta que llegaron a la habitación.
—Sé que estás enfadada conmigo pero eso no va a resolver ninguno de nuestros problemas —intentó hacerle entender pero ella sólo se resistió más hasta que la colocó en la cama—. Probablemente piensas que te veo como una mujer sucia pero realmente no lo hago. Te quiero mucho, Emma.
—¡Aléjate de mí! —gritó ella—. Sin querer alertar a todos los de la casa innecesariamente, Juan alcanzó la puerta y la cerró detrás de él pero no antes de echar una última mirada a Emma que estaba llorando dolorosamente sobre la almohada que abrazaba junto a su pecho.
—Está realmente triste —murmuró Juan al lado de Robert—. Había estado parado al lado de la puerta, sin querer intervenir en su conversación aunque en realidad no era tanto una conversación, sino más bien un grito.
—No la culpo en absoluto —dijo Robert—. Volviéndose hacia Juan, preguntó:
—¿Qué le pasó a Francisco? ¿Ya lo encontraste?