Después de que el abuelo de Oriana despertara al mediodía, pasaron el resto del día juntos. Pasearon por el jardín y se dedicaron un poco a la jardinería, durante lo cual Oriana decidió plantar algunas flores nuevas.
—Abuelo, puedes sentarte y mirar mientras yo me ocupo de la plantación —sugirió, comenzando a colocar las plantas recién adquiridas en la tierra.
Philip asintió, observando cómo Oriana charlaba sin parar. —Abuelo, estas son tus flores favoritas y estas son las mías. También traje las que me dijiste que le gustaban a mamá. Plantaré todas ellas aquí.
Philip sonrió. —Eso suena como un plan maravilloso.
Después de plantar algunas flores, dejando el resto para el jardinero, se trasladaron al mirador, donde se había hecho un cómodo arreglo para sentarse en el suelo, completo con cojines mullidos.
Oriana se aseguró de que Philip estuviera cómodo, dándole su medicina mientras disfrutaban de té recién hecho y aperitivos.