—La ira que me recorría era como un infierno desatado, consumiendo cada fibra de mi ser. Un odio ardía en mi pecho, una emoción feroz y sin tregua que amenazaba con abrumarme. No deseaba nada más que desatar mi furia, ejecutar mi venganza sobre Arianne por su insolencia y desafío.
—No podía creerlo. Arianne se había liberado de mi control, desafiándome y amenazando con hacer lo que le viniera en gana. ¿Cómo se atreve a ridiculizarme, a amenazarme y a negarse a acatar mis órdenes? La audacia de esa mujer. Bullía de ira y frustración, mi mente llenándose de pensamientos vengativos.
—¿Solo porque se ha vuelto más poderosa que yo, cree que sería divertido jugar conmigo? ¡Fui yo quien la ayudó todos esos años! Fui quien hizo tolerable su vida aquí y no tiene idea de los sacrificios que tuve que hacer para asegurarme de que así fuera. Pero ahora, en cuanto recuperó sus poderes, ¿cree que puede tratarme de esa manera?