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72.95% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 178: Maestro de bastón (II)

Kapitel 178: Maestro de bastón (II)

–Cómo bien decías, otra opción es aprovechar ese qi que se escurre. Incluso cuanto llegue el día que lo controles suficiente como para no perderlo, puedes dejarlo ir con ese propósito. Hay principalmente dos caminos. Uno es como técnica ofensiva. Lanzarlo contra el enemigo o contra su arma es lo más básico. Si bien no es peligroso, si puede despistarlo. Deberías empezar por ahí. Hay técnicas más elaboradas para hacer uso de ese qi ofensivamente, que ya aprenderás más adelante– el instructor de bastón esclarece.

Ya veo. Aún no sé cómo, pero se puede usar el defecto como arma. Solo lo habíamos supuesto, pero realmente se puede lograr. Interesante.

–La otra posibilidad es incorporarlo en los movimientos. Igual que perturba, esa perturbación puede ser dirigida. Hay diferentes técnicas a aprender y practicar. Como moverlo a un extremo para empujar el bastón con más fuerza. O que ayude a cambiar de dirección. Sumarlo para amortiguar un ataque enemigo. Hay cientos de posibilidades– explica.

La verdad, no parece fácil. Aunque estaría bien ser capaz.

–Lo más importante es aprender a controlarlo, ya pretendas un uso u otro. Y tienes que hacerlo mientras enlazas los movimientos. Eso son los siguientes pasos. Enlaza siete mientras lo dispersas, cada tres. Después, enlaza siete lanzándolos cada tres en una dirección concreta. Cuando lo logres, vuelve– me ofrece.

–Muchas gracias por sus lecciones. No sé cómo puedo pagárselo– le agradezco mientras hago una reverencia.

Si no es por él, tendría que ir a ciegas.

–Ja, ja. Es un placer guiar a discípulos tan prometedores. Espero que en los próximos años, des alguna sorpresa en el torneo anual. Ver la cara de esos viejos idiotas sería el mejor pago. Ja, ja– se ríe.

Parece satisfecho. No sé quiénes son esos "viejos idiotas". Aunque sé que hay tensiones entre algunos expertos en la secta. Por muchas razones. Se les ha oído competir por qué arma es mejor. Cuál es inútil…

–¿Puedo pedirle un último favor?– le pregunto.

Espero que no sea excesivo. Pero realmente me gustaría verlo.

–Dime, ¿qué necesitas?– responde, en un tono quizás cauteloso.

–¿Podría enseñarme como es el enlazar los movimientos a su nivel?

Me mira. Abre un poco los ojos. Vuelve a tocarse el bigote. ¿Quizás no se esperaba esa petición? Sonríe ampliamente. Al menos no le ha molestado.

–Ja, ja. ¡Claro! Observa bien, lo haré despacio. Quizás te sirva de inspiración– acepta.

Creo que no respiro hasta que acaba. Me lo quedo mirando fijamente. No me doy cuenta de lo embobado que he estado hasta que finaliza. No sé como describirlo. Es increíble. ¿Podré llegar a ese nivel? No será pronto.

Es tan frustrante como excitante. Excitante por ver hasta dónde se puede llegar. Frustrante porque me deja claro cuan torpes son mis movimientos ahora. Cuan ridícula ha sido mi demostración. Es como comparar a Wei queriendo levantarse con una bailarina experta danzando.

En el primer movimiento, no se nota mucha diferencia. Quizás más fluido. Más limpio. Con más seguridad. Es en el segundo donde todo cambia.

Yo hago un movimiento. Luego el otro. Traspaso el qi de uno al siguiente. Lo que quede. Añadiendo lo que falta. Pero en el suyo, no hay segundo. Solo el primero.

Parece imposible. Es como si fuera un único movimiento. Puedo reconocer los movimientos individuales. Pero no cuándo o cómo cambian de uno a otro. Parece que solo haya uno. Más largo. Continuo. Donde el qi fluye libre de un lado a otro.

Reconozco hasta diez movimientos simples dentro de ese único movimiento. Luego, se acerca a un grueso tronco. Empieza a golpearlo. Una vez más, con un único movimiento. Que tiene dentro de él otros más simples, uno tras otro.

Estoy seguro de que lo hace más exagerado. Para dejarme ver cómo el qi se desprende en cada golpe. Cómo lo recoge en el siguiente para incorporarlo en el movimiento. Parece tan natural, tan sencillo. No hay forma de que yo lo haga. Aunque sí me muestra hasta dónde se puede llegar. Es asombroso.

Acaba de forma tan natural como ha empezado. Guarda el bastón. Me mira.

–No te sientas intimidado. No tengas prisa por llegar. Tampoco te desanimes– me avisa.

–No, maestro. Gracias por la demostración. Ahora sé a qué aspirar. Aunque sea dentro de muchos años, lo lograré– vuelvo a hacer una reverencia.

–Bien, bien. Sigue trabajando duro. Hasta pronto– se despide.

Vuelvo a hacer otra reverencia a la residencia cuando desaparece. Le estoy muy agradecido. Su ayuda ha sido muy valiosa. Sin pedirme nada a cambio

–Sígueme– me ordena la sirvienta.

¿Cuándo ha llegado? No lo sabré nunca. Se gira y empieza a caminar. Esperando que la siga. Es una sirvienta y es mortal. Sin cultivación. Yo soy un estudiante en Alma. Se supone que tendría que tenerme un poco de respeto. Resulta gracioso pensar así. Cuando hace nada era un esclavo. Quizás por eso solo me resulta chocante. No me siento irritado o enfadado. Además, en cierta forma, habla en nombre del instructor de bastón. Que está muy por encima de mí.

—————

Rara vez consigo que me presten tanta atención. Están incluso mis esclavas. Escuchando. Atentas. Les explico lo que me ha dicho el instructor de bastón. Mi descripción a su demostración. Mis impresiones.

Ni siquiera bromean cuando acabo. Sumidas en sus pensamientos. Bueno, quizás Ning no. No estoy seguro de Rong. A Hai no le dura mucho.

Shun y Hong tampoco están mucho tiempo ensimismadas. Su nivel es aún bajo. Aunque el otro día las subí a siete y cuatro. Hong ya levanta el hacha con naturalidad. Supongo que hoy no nos entretendremos.

Las voy devolviendo a la Residencia a medida que salen de su estado de iluminación. Bueno, en realidad sería lo que llaman iluminación débil. Cuando se está tan concentrado en algo que pierdes lo demás de vista. La verdadera iluminación es mucho más intensa. Y productiva. Eso dicen.

Las veo probando sus armas y movimientos cuando vuelven. Incluso Ma Lang por propia voluntad. Normalmente, le cuesta un poco entrenar.

Yo también practico. Aunque tengo menos sitio. Estaba deseando hacer algunas pruebas. Para empezar, dispersar el qi. Cuesta un poco llevarlo a cabo y no perder la coordinación de los movimientos. La primera vez que lo consigo, llego con facilidad a seis. Aunque fallo en volverlo a dispersar, y no paso de allí. Además, solo lo he dispersado parcialmente.

Gasto más qi, pero consigo enlazar más movimientos. Aunque no es muy estable. Lo he logrado una de once. Tengo que coordinar a la vez dos procesos muy distintos. Y uno de ellos ya requiere mi total concentración. Supongo que necesito más soltura. Más práctica.

Estoy tan abstraído, que me sorprende que llamen a la puerta. Oh. Es Ai. Con su cabello rubio oscuro. Sus dos enormes ojos marrones. A mi misma altura. Un poco más abajo, dos montículos aún más enormes. Mucho más enormes.

–Hola, preciosas, os he echado de menos– la saludo.

–¡Kong!– se queja, mordiéndome la oreja.

No es para tanto. Solo he saludado a sus pechos. Me río. Ella me empuja sobre la cama. Como enfadada. Dispuesta a darme "una lección".

Me encanta cuanto se pone encima. Cuando puedo disfrutar de las vistas. De sus dos enormes pechos botando. Le dan un toque muy sensual las dos pecas en su ombligo.

–¡¡Aaaaahhh!! Eres muy malo. ¡¡¡AAAAAAAAaaaahhhhHH!!! ¡No los presiones tanto! ¡Así no! ¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!!

Se queda un rato tumbada sobre mí. Sus dos enormes pechos aplastados sobre mi cuerpo. Sus ojos mirándome. Su sonrisa, deslumbrante. Riendo. Intentando interrogarme sobre algo relativo a Ken. Parece que les ha insinuado algo sin decírselo. Para crear misterio. Debe de ser lo de los piercings. Mis pervertidas fueron a hablar con ella.

El plan es hacer uno y probarlo en Ken. Si no hay problemas, se harán más. Si los hay, se intentará arreglarlo.

Intento disimular. Que no sé de qué me habla. No parece muy convencida. Aunque no insiste.

–Hasta la próxima, te echaré de menos– se despide vengativa.

Esquiva el golpe en el trasero. Y me saca la lengua. Después de haber besado y despedido de mi miembro. Ojalá siempre pudiera estar así. Divertida. Sensual. Quiero raptarla y no devolverla jamás. ¿Cómo hacerlo sin levantar sospechas?

Si se sabe que estoy fuera cuando desaparece, podrían sospechar. Y quizás relacionarlo con las desapariciones de Shi y Song. Por ahora, solo puedo ayudarlas a subir de nivel. Cuando tengan los piercings, iré más rápido. Tendré una excusa para acelerar.

Aunque dependiendo quien descubra los piercings, podría hacer que se los quitaran. Sin embargo, son míos. Y no les hacen daño. Tendrían que devolvérmelos. Así que es probable que los dejaran. Por si acaso, mejor si nadie lo sabe.

—————

Más tarde, bajo a la ciudad. Disfrazado. A ver a Guo Xua y Lin Tao. Como cada semana.

Vendo leche. Lin Tao me mira suspicaz. No sabe de dónde la saco. Ni por qué cada vez es de mayor nivel. Pero la acepta. La calidad siempre es buena. Garantizada por Hong y Shun. Tiene el sello de calidad de Wei, nuestra catadora oficial. Bueno, yo también la pruebo de vez en cuando. Mientras follamos. Resulta demasiado tentador.

–Creo que podemos cerrar ya. No vendrán más clientes– sugiere Guo Xua.

Es quien manda. Me guiña un ojo. Le sonrío sin ni siquiera darme cuenta. Salgo y doy una vuelta para llegar al lateral. Ya han cerrado. La formación activada. Me abren la puerta lateral. Me reciben las dos.

Las follo sobre el mostrador. Hacía días que no se lo hacíamos aquí. Primero a Guo Xua. Mientras mis dedos penetran la vagina de Lin Tao. Luego cambio.

Se quedan las dos sobre el mostrador. Desnudas. Mirándome. Les he preguntado si querían unos crepes. Me han sorprendido cómo han dicho sí. Parecían incluso ilusionadas. Ahora que lo pienso, nunca las he invitado a comer.

Lin Tao acaba comiendo cinco. Los tres últimos de un sabor que no había tenido mucho éxito. Una mermelada rosa. Se hace a partir de una flor que se cultiva hasta que está en el equivalente a la etapa tres de Génesis. O eso aseguró el vendedor.

Guo Xua tiene predilección por los de queso con carne de oso. Devora cuatro. Y porque no tenía más.

Les aseguro que intentaré traerles del mismo sabor. Las dos coinciden en que no es su preferido. Pero que por alguna razón, les resulta muy apetitoso. Bueno, si les gusta…

Me besan más incluso de lo normal. Más cariñosas y entregadas. Guo Xuo me hace subir al mostrador. Me folla sentada sobre mí. De espaldas. Mientras yo la sujeto de sus pechos. ¿Han crecido? Jugueteo con sus pezones. Los masajeo. Muerdo y beso su cuello y orejas. Se queda un rato recostada sobre mí cuando nos corremos. Jadeando.

Lin Tao se pone con su cuerpo apoyado sobre el mostrador. Su cabello azabache cayendo sobre él. Sus pies en el suelo. Mostrándome su culo. Preparada para ser sodomizada. Deseando que perfore su apretado ano.

La follo un tanto bruscamente. He empezado suave, pero pedía más. Su cuerpo apretado contra el mostrador. Una y otra vez. Gime apasionada. Abandonada al placer. Siendo llenada un par de vez. La llevo al orgasmo al menos cinco. Sin poder dejar de mirar la peca sobre su nalga vibrar.

Las tengo que llevar de vuelta en brazos. Agotadas. Creo que podrían por sí mismas. Les gusta ser mimadas. Dejadas suavemente sobre la cama. Besadas en la frente. En los labios.

Cabe decir que se nota las vidas que se van formando. Reclamando más qi en su interior. Sin ser conscientes de sí mismas. Es realmente curioso.

Podría subirlas dentro de poco. Pero no puedo levantar sospechas. Les he dado algunas píldoras falsas mientras las follaba. La excusa es para reforzar a Lin Tao. Para ayudar a recuperarse a Guo Xua.

Lin Tao subiría a la cuatro. Guo Xua a la ocho. Les he dado el cuaderno para que aprendan a ocultar su qi. No quiero que cause problemas. Que las otras concubinas la vean como una amenaza.

–¿Para qué? Hace años que no subo– ha dudado la madre de Hai.

–Los problemas del pasado están casi curados. Además, estás píldoras podrían mejorar tu cultivación. Por si acaso. Hazlo al menos para que esté tranquilo– le he pedido.

–Bueno. Si tú lo dices…– ha aceptado.

–¿¡Podré subir!?– ha preguntado Lin Tao, ilusionada.

–Es una posibilidad. Por si acaso. Sé buena chica y apréndelo– le he pedido también.

–Lo que tú digas– ha obedecido.

Bueno, las subiré en unas semanas. A Lin Tao primero. A Guo Xua algunas semanas después. Tengo aún que ayudarlas un poco más.

Las besó en la frente una vez más como despedida. Me sonríen. Espero que se acuerden de buscarme una guía para hacer té. Para Ma Lang. Las dos me han hecho una descripción más detallada de lo que tenía hasta ahora.


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