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72.24% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 177: Maestro de bastón (I)

Kapitel 177: Maestro de bastón (I)

Como siempre, creo con cuidado los hilos de qi. Copiándolos fielmente del cuaderno original. Estoy un poco tenso. Ya he estado a punto de fallar un par de veces. Necesito concentrarme más que antes. Por fin. Era el último.

Estoy usando el qi del brazalete junto a mi qi. Es un poco más difícil. Al final, he decidido usar solo el mío para los más delicados. Al menos, de momento. Quizás, cuando tenga más práctica.

Respiro hondo una par de veces antes de pasar a la siguiente página. Como siempre, la estudio con detenimiento antes de empezar. Compruebo que los signos y dibujos sean correctos. Estos no lo he hecho yo. Algún esclavo o algún estudiante en Génesis. Realizo tan solo unas ligeras correcciones. No es que estén mal. Me es más conveniente para colocar los hilos de qi.

Luego empiezo a tejerlos. Poco a poco. Los más gruesos, con ayuda del qi del brazalete. Los más finos, exclusivamente con mi qi. Así es más fácil. Y más que suficiente. Precisamente, los gruesos son los que necesitan más qi. Así que puedo ahorrar bastante del mío.

Suspiro cuando termino la segunda. Realmente es increíble. Tengo para una tercera sin repostar. Así que me pongo a estudiar la siguiente.

–¿Vas a seguir sin parar? No te vas a quedar qi– me avisa Su Tian, extrañado.

Es uno de los estudiantes con los que suelo coincidir copiando cuadernos. Supongo que está sorprendido. Nunca hasta ahora lo había hecho. Sería un error de novato empezar sin tener qi. Y ya llevo tiempo suficiente aquí. Sonrío. Lo estaba esperando.

Le pregunté a Yan Xiulan si le interesaba hacer más. Le dije que quizás había estudiantes a los que podía interesarle. No se lo aseguré. No quería darles falsas esperanzas.

Le ilusionó la posibilidad. Soy su único cliente. El resto de joyas que fabrica tiene que venderlas a través de la facción. Pero el precio es mucho más bajo que un pedido personal. Al fin y al cabo, es difícil que la forma y funcionalidad encajen por casualidad. Así que los venden casi a coste, y solo si la práctica ha salido bien.

Eso hace que les sea difícil practicar. Tienen que conseguir materiales por sí mismos. Solo los más básicos para empezar se los dan gratis.

Cuando avanzan y tienen pedidos, todo se hace más fácil. Con mayores ingresos, pueden comprar más y mejores materiales.

–Tengo de sobra gracias a esto– le respondo, enseñando el brazalete.

–¿Qué es?– me pregunta con curiosidad.

–Es un brazalete que acumula qi. Una vez lo has llenado, puedes usarlo casi como si fuera tuyo. Me ha costado solo unas horas de práctica poder combinar los dos qis para hacer los hilos. Bueno, con los finos prefiero no usarlo aún, pero con los gruesos va perfecto. Para el precio que me costó, vale la pena. Así, estoy seguro de poder hacer siempre todas las páginas. Me acaba saliendo a cuenta– le explico, a él y a los que están escuchando.

–¿De dónde los has sacado? ¿Cuánto cuesta?– se interesa.

Al final, me ofrezco para hacer de intermediario. Con la excusa de que el joyero no suele atender al público. Y no es fácil contactar con él si no lo conoces. La verdad es que es muy tímida. ¿Quizás la sobreprotejo? Puede, pero tampoco pasa nada.

Duda, pero al final me lo pide. Los otros creo que esperan a ver cómo va. Parecen interesados. No me extraña. Facilita el trabajo.

Podrían ir directamente a ver un joyero. Pero al menos saben que "el mío" funciona. Que quien lo ha creado sabe hacerlos. Si no los conoces, es un riesgo pedirle a alguien en prácticas. Yan Xiulan rompió materiales para crear algunas de las joyas. Pero ya le había dado puntos de más.

Pedirle a alguien de rango mayor es más seguro. Y más caro. El precio que le he dado es más caro de lo que Yan Xiulan pedía, pero suficientemente asequible. Al menos, para nosotros. Los que copiamos manuales. Nos pagan demasiado bien

Apunto sus gustos de color, anchura de su brazo, y otras peticiones. No son excesivas. Las consultaré con ella. Creo que será posible. También me paga por adelantado. Es "necesario" para comprar los materiales. Bueno, no son muchos puntos. Al menos, no para nosotros. Sería ridículo que le estafara o robara con lo que ganamos aquí.

Espero que vaya bien. Así podré conseguir más pedidos para ella. Va a tener mucho trabajo.

—————

Unos días después, Ning está sobre la mesa. Bocarriba. La boca abierta. Cogiendo aire y salivando. Gimiendo agotada. Sus pechos moviéndose salvajemente a cada embestida. Cada vez que empujo hasta el fondo de su vagina. Con una descarga de qi que la recorre.

–¡Aahhh! ¡Aaaaahhh! ¡AaaaahhhHH! ¡AAAAahhh! ¡HAAahhh! ¡Maaás! ¡Aahhh! ¡AaaahhH!– gime con voz débil.

Aunque agotada, sigue queriendo sexo. Y no parará hasta que pierda completamente el conocimiento. Es el octavo orgasmo. Está en su límite.

Cabe decir que ha sido excitante. Follarla sin tregua hasta la extenuación. Como premio. Rui le ha dado el visto bueno. Justito. Su dominio del mangual ha llegado al punto de ser "aceptable".

Tendrá que seguir entrenando. Alternando con los escudos de qi. Aunque prefiere cuando le toca prostituirse. Y eso que se queja de que casi nunca la hagan correrse de verdad. Bueno, se masturba muchas veces después de un cliente. Lo confesó. Incluso tiene un par de amigas con las que se llevan mutuamente al orgasmo. Me ha insinuado que podría ir a verlas. Que igual consigue que me den una tarjeta verde.

Las prostitutas pueden invitar a alguien una vez a la semana. Usar las instalaciones para el encuentro. Hay una que es nivel tres. Me podría ir bien cogerle qi de vez en cuando. Pero aún es pronto. Me pidió permiso. Acordamos que le dijera que soy un conocido. Ellas lo llaman follamigo. Les cuenta que conmigo el sexo es bueno. Quiere convencerlas. Ya veremos. Siempre puedo no estar disponibles. Aunque resulta tentador. Sobre todo, cuando suba a la etapa dos.

Después de ello, salgo de nuevo. Ya he copiado las páginas. Y follado a todas las esclavas. Ahora tengo que ir a ver al instructor de bastón.

—————

La residencia del instructor es una casa con jardín. Está rodeada de un muro de unos tres metros de altura. Y un escudo de qi alrededor.

Inserto un poco de qi en el escudo. Frente a la entrada. Una sirvienta no tarda en aparecer. De mediana edad. Con cara de pocos amigos.

–¿A qué has venido?– me pregunta secamente.

Podría ser menos despectiva. Al fin y al cabo, ella es una sirviente y yo un estudiante. Aunque tampoco me sorprendo. Recuerdo como muchos sirvientes personales de miembros importantes eran muy orgullosos. El instructor tiene una posición alta en la secta. Como sea.

–Soy Kong. El instructor me permitió venir a consultarle. Para eso he venido, si puede atenderme– le respondo educadamente.

–¿Kong? ¿Solo Kong?– pregunta extrañada.

–Así es– confirmo.

–Espera aquí.

Se marcha. La casa parece grande. No pasa mucha gente por aquí. No parece que vaya a llover hoy. Bonita pared. ¿Aún no vuelve? Ah, por fin. Empezaba a creer que se había olvidado de mí.

–Sígueme– me ordena.

Sigue igual de áspera. Aunque al menos diría que ya no me mira con desdén. Me lleva por un camino de piedra. Rodeando la casa. Se acaba el jardín. Es un patio. Sin decoraciones. Bastante austero. Hay un tronco y poco más.

–Espera aquí. El maestro vendrá enseguida– me informa.

Se va. Sin una palabra amable. No parece que quiera entablar conversación. Diría que soy algún tipo de molestia. Aunque tampoco ha sido maleducada o ruda. Tan solo distante. Tiene un bonito culo. Se mueve seductor cuando se va.

Aunque prefiero el culo desnudo de Song. Que tiembla cuanto ataca a Shi. Ligeramente pecoso. Muy sensual. El de Shi tampoco está mal. Es… Ah… No sé en qué estoy pensando. Solo faltaría que me viera con una erección cuando llegara. Mejor me calmo. Viendo a las salamandras nadar hacia algo. ¿Qué es?

Creo que me he calmado del todo. Era un trozo grande de carne. Que han desgarrado. Todo el estanque ha quedado rojo. Bastante sangriento.

–Vaya, vaya. No esperaba verte tan pronto. ¿Qué te trae por aquí?– me saluda el instructor.

Ha salido de una puerta trasera de su residencia. Las manos en la espalda. Con su largo y fino bigote rubio característico. Es bastante peculiar. Sonríe levemente cuando le hago una reverencia.

–Maestro, he venido a consultar una duda. Me es casi imposible enlazar más de cinco movimientos. A veces cuatro. El qi se va descontrolando. Se nota bastante en el tercero, y va en aumento. Aunque diría que empieza desde el primero– explico.

Alza una de sus cejas. Se me queda mirando unos segundos. Coge uno de los extremos de su bigote con dos dedos.

–No esperaba que fuera tan pronto. Enséñamelo.

No parece que el problema le sea desconocido. Es un alivio. No somos nosotros los que hacemos algo raro. Creo. ¿Pronto? Bueno, hace ya unos días que quería venir… Aunque es cierto que puedo practicar bastante más que otros. La mayoría dedica gran parte del tiempo a cultivar. Y no tienen qi extra disponible.

Cojo el bastón que tenía atado a la espalda. Combino bien los dos primeros movimientos. El tercero ya noto que el qi empieza a desestabilizarse. El cuarto tengo que forzar un poco. El quinto apenas puedo enlazarlo. El sexto, ni de casualidad.

–En tan poco tiempo… Ahora contra mí.

Saca un bastón y se acerca. Parece uno de entrenamiento. ¿Lo tenía en su anillo? O es de más calidad de lo que parece. No es que importe. Me hace una señal con la mano para que ataque.

El primero impacta en su bastón vertical. Lo uso como eje para enlazar el segundo. Él lo mueve hábilmente para detenerlo. Sin duda, es un juego de niños para él. Dirijo el qi para atacar con la punta del bastón, como si de una lanza se tratara.

Lo detiene empujándolo hacia un lado. Así que muevo el qi del anterior movimiento hacia el otro extremo. Intento rotarlo y golpearlo con ese extremo. Él también mueve el suyo deteniéndolo. Con el siguiente, ya no consigo enlazar el qi.

–Otra vez– me ordena.

Esta vez, solo puedo enlazar tres. Y gracias. Ha expulsado qi al detener los golpes. Interfiriendo con los míos.

–No solo estás ya a este nivel, sino que tienes experiencia usándolo en combate. Tu progreso es mejor de lo que esperaba. Dime, ¿por qué crees que pasa?– me pregunta.

¿Es una prueba? Aunque lo sea, no tengo que pensar mucho la respuesta. Lo he hablado con las chicas más de una vez.

–Creo que algo de qi se pierde en cada movimiento. Al principio, no se nota, pero se va acumulando sobre el bastón. Al final, hay demasiado e interfiere– expongo lo que hemos deducido.

–¿Y cómo piensas que podría solucionarse?– me sigue interrogando.

–Una posibilidad sería ser capaz de que no se perdiera, aunque no sé cómo conseguirlo. De lograrlo, el principal problema que veo es al enfrentarse a un rival. Su qi puede tener el mismo efecto– explico la primera teoría.

–La otra opción sería limpiar ese qi cada vez. Pero gastaría mucho qi para hacerlo. Sería mejor si se pudiera aprovechar de alguna forma, pero ¿cómo?– expongo mis dudas.

–Ja, ja. Bien hecho. No has venido aquí al primer problema, sino que has intentado pensar una solución por ti mismo. Tu juicio es bastante acertado– me alaba.

Me lo quedo mirando. No es una respuesta que ayude mucho.

–No te preocupes por perder algo de qi. El dominio sobre el qi mejora de modo natural a medida que aumenta la cultivación. A medida que lo vas comprimiendo. Lo vas acumulando en tu cuerpo. Cuando aprendes nuevas técnicas. Simplemente en la práctica diaria. Además, en tu caso, es ya muy alto para tu cultivación. Creo que tiene que ver con tu trabajo de copiar cuadernos– explica.

¿Cómo lo sabe? Bueno, no es ningún secreto. ¿Ha investigado sobre mí? Seguro que yo no se lo dije. Quizás lo oyó cuando hablaba con Dai Quon en la zona de entrenamiento.

–Tienes razón con que limpiar el qi es un despilfarro, pero es lo que tienes que entrenar ahora. Al menos, hasta encadenar siete movimientos consistentemente. Te será útil en combate. Algunas técnicas consisten precisamente en perturbar el flujo del qi del enemigo. Tener práctica en disiparlo te ayudará contra ellas– me recomienda.

No se me había ocurrido. Es cierto que el qi puede desestabilizar el del contrario, pero no había pensado hacerlo a propósito. ¿Debería decírselo a las chicas? ¿Quizás utilizarlo contra ellas por sorpresa? Me matarían. Mejor se lo digo. Aunque no sé muy bien cómo se puede llevar a cabo.


Kapitel 178: Maestro de bastón (II)

–Cómo bien decías, otra opción es aprovechar ese qi que se escurre. Incluso cuanto llegue el día que lo controles suficiente como para no perderlo, puedes dejarlo ir con ese propósito. Hay principalmente dos caminos. Uno es como técnica ofensiva. Lanzarlo contra el enemigo o contra su arma es lo más básico. Si bien no es peligroso, si puede despistarlo. Deberías empezar por ahí. Hay técnicas más elaboradas para hacer uso de ese qi ofensivamente, que ya aprenderás más adelante– el instructor de bastón esclarece.

Ya veo. Aún no sé cómo, pero se puede usar el defecto como arma. Solo lo habíamos supuesto, pero realmente se puede lograr. Interesante.

–La otra posibilidad es incorporarlo en los movimientos. Igual que perturba, esa perturbación puede ser dirigida. Hay diferentes técnicas a aprender y practicar. Como moverlo a un extremo para empujar el bastón con más fuerza. O que ayude a cambiar de dirección. Sumarlo para amortiguar un ataque enemigo. Hay cientos de posibilidades– explica.

La verdad, no parece fácil. Aunque estaría bien ser capaz.

–Lo más importante es aprender a controlarlo, ya pretendas un uso u otro. Y tienes que hacerlo mientras enlazas los movimientos. Eso son los siguientes pasos. Enlaza siete mientras lo dispersas, cada tres. Después, enlaza siete lanzándolos cada tres en una dirección concreta. Cuando lo logres, vuelve– me ofrece.

–Muchas gracias por sus lecciones. No sé cómo puedo pagárselo– le agradezco mientras hago una reverencia.

Si no es por él, tendría que ir a ciegas.

–Ja, ja. Es un placer guiar a discípulos tan prometedores. Espero que en los próximos años, des alguna sorpresa en el torneo anual. Ver la cara de esos viejos idiotas sería el mejor pago. Ja, ja– se ríe.

Parece satisfecho. No sé quiénes son esos "viejos idiotas". Aunque sé que hay tensiones entre algunos expertos en la secta. Por muchas razones. Se les ha oído competir por qué arma es mejor. Cuál es inútil…

–¿Puedo pedirle un último favor?– le pregunto.

Espero que no sea excesivo. Pero realmente me gustaría verlo.

–Dime, ¿qué necesitas?– responde, en un tono quizás cauteloso.

–¿Podría enseñarme como es el enlazar los movimientos a su nivel?

Me mira. Abre un poco los ojos. Vuelve a tocarse el bigote. ¿Quizás no se esperaba esa petición? Sonríe ampliamente. Al menos no le ha molestado.

–Ja, ja. ¡Claro! Observa bien, lo haré despacio. Quizás te sirva de inspiración– acepta.

Creo que no respiro hasta que acaba. Me lo quedo mirando fijamente. No me doy cuenta de lo embobado que he estado hasta que finaliza. No sé como describirlo. Es increíble. ¿Podré llegar a ese nivel? No será pronto.

Es tan frustrante como excitante. Excitante por ver hasta dónde se puede llegar. Frustrante porque me deja claro cuan torpes son mis movimientos ahora. Cuan ridícula ha sido mi demostración. Es como comparar a Wei queriendo levantarse con una bailarina experta danzando.

En el primer movimiento, no se nota mucha diferencia. Quizás más fluido. Más limpio. Con más seguridad. Es en el segundo donde todo cambia.

Yo hago un movimiento. Luego el otro. Traspaso el qi de uno al siguiente. Lo que quede. Añadiendo lo que falta. Pero en el suyo, no hay segundo. Solo el primero.

Parece imposible. Es como si fuera un único movimiento. Puedo reconocer los movimientos individuales. Pero no cuándo o cómo cambian de uno a otro. Parece que solo haya uno. Más largo. Continuo. Donde el qi fluye libre de un lado a otro.

Reconozco hasta diez movimientos simples dentro de ese único movimiento. Luego, se acerca a un grueso tronco. Empieza a golpearlo. Una vez más, con un único movimiento. Que tiene dentro de él otros más simples, uno tras otro.

Estoy seguro de que lo hace más exagerado. Para dejarme ver cómo el qi se desprende en cada golpe. Cómo lo recoge en el siguiente para incorporarlo en el movimiento. Parece tan natural, tan sencillo. No hay forma de que yo lo haga. Aunque sí me muestra hasta dónde se puede llegar. Es asombroso.

Acaba de forma tan natural como ha empezado. Guarda el bastón. Me mira.

–No te sientas intimidado. No tengas prisa por llegar. Tampoco te desanimes– me avisa.

–No, maestro. Gracias por la demostración. Ahora sé a qué aspirar. Aunque sea dentro de muchos años, lo lograré– vuelvo a hacer una reverencia.

–Bien, bien. Sigue trabajando duro. Hasta pronto– se despide.

Vuelvo a hacer otra reverencia a la residencia cuando desaparece. Le estoy muy agradecido. Su ayuda ha sido muy valiosa. Sin pedirme nada a cambio

–Sígueme– me ordena la sirvienta.

¿Cuándo ha llegado? No lo sabré nunca. Se gira y empieza a caminar. Esperando que la siga. Es una sirvienta y es mortal. Sin cultivación. Yo soy un estudiante en Alma. Se supone que tendría que tenerme un poco de respeto. Resulta gracioso pensar así. Cuando hace nada era un esclavo. Quizás por eso solo me resulta chocante. No me siento irritado o enfadado. Además, en cierta forma, habla en nombre del instructor de bastón. Que está muy por encima de mí.

—————

Rara vez consigo que me presten tanta atención. Están incluso mis esclavas. Escuchando. Atentas. Les explico lo que me ha dicho el instructor de bastón. Mi descripción a su demostración. Mis impresiones.

Ni siquiera bromean cuando acabo. Sumidas en sus pensamientos. Bueno, quizás Ning no. No estoy seguro de Rong. A Hai no le dura mucho.

Shun y Hong tampoco están mucho tiempo ensimismadas. Su nivel es aún bajo. Aunque el otro día las subí a siete y cuatro. Hong ya levanta el hacha con naturalidad. Supongo que hoy no nos entretendremos.

Las voy devolviendo a la Residencia a medida que salen de su estado de iluminación. Bueno, en realidad sería lo que llaman iluminación débil. Cuando se está tan concentrado en algo que pierdes lo demás de vista. La verdadera iluminación es mucho más intensa. Y productiva. Eso dicen.

Las veo probando sus armas y movimientos cuando vuelven. Incluso Ma Lang por propia voluntad. Normalmente, le cuesta un poco entrenar.

Yo también practico. Aunque tengo menos sitio. Estaba deseando hacer algunas pruebas. Para empezar, dispersar el qi. Cuesta un poco llevarlo a cabo y no perder la coordinación de los movimientos. La primera vez que lo consigo, llego con facilidad a seis. Aunque fallo en volverlo a dispersar, y no paso de allí. Además, solo lo he dispersado parcialmente.

Gasto más qi, pero consigo enlazar más movimientos. Aunque no es muy estable. Lo he logrado una de once. Tengo que coordinar a la vez dos procesos muy distintos. Y uno de ellos ya requiere mi total concentración. Supongo que necesito más soltura. Más práctica.

Estoy tan abstraído, que me sorprende que llamen a la puerta. Oh. Es Ai. Con su cabello rubio oscuro. Sus dos enormes ojos marrones. A mi misma altura. Un poco más abajo, dos montículos aún más enormes. Mucho más enormes.

–Hola, preciosas, os he echado de menos– la saludo.

–¡Kong!– se queja, mordiéndome la oreja.

No es para tanto. Solo he saludado a sus pechos. Me río. Ella me empuja sobre la cama. Como enfadada. Dispuesta a darme "una lección".

Me encanta cuanto se pone encima. Cuando puedo disfrutar de las vistas. De sus dos enormes pechos botando. Le dan un toque muy sensual las dos pecas en su ombligo.

–¡¡Aaaaahhh!! Eres muy malo. ¡¡¡AAAAAAAAaaaahhhhHH!!! ¡No los presiones tanto! ¡Así no! ¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!!

Se queda un rato tumbada sobre mí. Sus dos enormes pechos aplastados sobre mi cuerpo. Sus ojos mirándome. Su sonrisa, deslumbrante. Riendo. Intentando interrogarme sobre algo relativo a Ken. Parece que les ha insinuado algo sin decírselo. Para crear misterio. Debe de ser lo de los piercings. Mis pervertidas fueron a hablar con ella.

El plan es hacer uno y probarlo en Ken. Si no hay problemas, se harán más. Si los hay, se intentará arreglarlo.

Intento disimular. Que no sé de qué me habla. No parece muy convencida. Aunque no insiste.

–Hasta la próxima, te echaré de menos– se despide vengativa.

Esquiva el golpe en el trasero. Y me saca la lengua. Después de haber besado y despedido de mi miembro. Ojalá siempre pudiera estar así. Divertida. Sensual. Quiero raptarla y no devolverla jamás. ¿Cómo hacerlo sin levantar sospechas?

Si se sabe que estoy fuera cuando desaparece, podrían sospechar. Y quizás relacionarlo con las desapariciones de Shi y Song. Por ahora, solo puedo ayudarlas a subir de nivel. Cuando tengan los piercings, iré más rápido. Tendré una excusa para acelerar.

Aunque dependiendo quien descubra los piercings, podría hacer que se los quitaran. Sin embargo, son míos. Y no les hacen daño. Tendrían que devolvérmelos. Así que es probable que los dejaran. Por si acaso, mejor si nadie lo sabe.

—————

Más tarde, bajo a la ciudad. Disfrazado. A ver a Guo Xua y Lin Tao. Como cada semana.

Vendo leche. Lin Tao me mira suspicaz. No sabe de dónde la saco. Ni por qué cada vez es de mayor nivel. Pero la acepta. La calidad siempre es buena. Garantizada por Hong y Shun. Tiene el sello de calidad de Wei, nuestra catadora oficial. Bueno, yo también la pruebo de vez en cuando. Mientras follamos. Resulta demasiado tentador.

–Creo que podemos cerrar ya. No vendrán más clientes– sugiere Guo Xua.

Es quien manda. Me guiña un ojo. Le sonrío sin ni siquiera darme cuenta. Salgo y doy una vuelta para llegar al lateral. Ya han cerrado. La formación activada. Me abren la puerta lateral. Me reciben las dos.

Las follo sobre el mostrador. Hacía días que no se lo hacíamos aquí. Primero a Guo Xua. Mientras mis dedos penetran la vagina de Lin Tao. Luego cambio.

Se quedan las dos sobre el mostrador. Desnudas. Mirándome. Les he preguntado si querían unos crepes. Me han sorprendido cómo han dicho sí. Parecían incluso ilusionadas. Ahora que lo pienso, nunca las he invitado a comer.

Lin Tao acaba comiendo cinco. Los tres últimos de un sabor que no había tenido mucho éxito. Una mermelada rosa. Se hace a partir de una flor que se cultiva hasta que está en el equivalente a la etapa tres de Génesis. O eso aseguró el vendedor.

Guo Xua tiene predilección por los de queso con carne de oso. Devora cuatro. Y porque no tenía más.

Les aseguro que intentaré traerles del mismo sabor. Las dos coinciden en que no es su preferido. Pero que por alguna razón, les resulta muy apetitoso. Bueno, si les gusta…

Me besan más incluso de lo normal. Más cariñosas y entregadas. Guo Xuo me hace subir al mostrador. Me folla sentada sobre mí. De espaldas. Mientras yo la sujeto de sus pechos. ¿Han crecido? Jugueteo con sus pezones. Los masajeo. Muerdo y beso su cuello y orejas. Se queda un rato recostada sobre mí cuando nos corremos. Jadeando.

Lin Tao se pone con su cuerpo apoyado sobre el mostrador. Su cabello azabache cayendo sobre él. Sus pies en el suelo. Mostrándome su culo. Preparada para ser sodomizada. Deseando que perfore su apretado ano.

La follo un tanto bruscamente. He empezado suave, pero pedía más. Su cuerpo apretado contra el mostrador. Una y otra vez. Gime apasionada. Abandonada al placer. Siendo llenada un par de vez. La llevo al orgasmo al menos cinco. Sin poder dejar de mirar la peca sobre su nalga vibrar.

Las tengo que llevar de vuelta en brazos. Agotadas. Creo que podrían por sí mismas. Les gusta ser mimadas. Dejadas suavemente sobre la cama. Besadas en la frente. En los labios.

Cabe decir que se nota las vidas que se van formando. Reclamando más qi en su interior. Sin ser conscientes de sí mismas. Es realmente curioso.

Podría subirlas dentro de poco. Pero no puedo levantar sospechas. Les he dado algunas píldoras falsas mientras las follaba. La excusa es para reforzar a Lin Tao. Para ayudar a recuperarse a Guo Xua.

Lin Tao subiría a la cuatro. Guo Xua a la ocho. Les he dado el cuaderno para que aprendan a ocultar su qi. No quiero que cause problemas. Que las otras concubinas la vean como una amenaza.

–¿Para qué? Hace años que no subo– ha dudado la madre de Hai.

–Los problemas del pasado están casi curados. Además, estás píldoras podrían mejorar tu cultivación. Por si acaso. Hazlo al menos para que esté tranquilo– le he pedido.

–Bueno. Si tú lo dices…– ha aceptado.

–¿¡Podré subir!?– ha preguntado Lin Tao, ilusionada.

–Es una posibilidad. Por si acaso. Sé buena chica y apréndelo– le he pedido también.

–Lo que tú digas– ha obedecido.

Bueno, las subiré en unas semanas. A Lin Tao primero. A Guo Xua algunas semanas después. Tengo aún que ayudarlas un poco más.

Las besó en la frente una vez más como despedida. Me sonríen. Espero que se acuerden de buscarme una guía para hacer té. Para Ma Lang. Las dos me han hecho una descripción más detallada de lo que tenía hasta ahora.


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