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68.85% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 168: Cita en el mercado (II)

Kapitel 168: Cita en el mercado (II)

Las oigo reír. La han recibido muy cálidamente. Me ha parecido que protestaba por algo. Y que algunas reían. Espero que estén bien. Da Ting da la impresión que desea tener amigas. Pero se muestra nerviosa. Temerosa. A ellas les iría bien tener a alguien en su posición como amiga.

Tengo entendido que tiene algo en común con Sai y sus hermanas. Una constitución especial. Aunque no sé si es la misma. De hecho, su cultivación ha avanzado bastante desde la primera vez que la vi. Dos etapas en menos de un año. Está en la nueve de Génesis.

Finalmente, salen una tras otra. Estamos en uno de los probadores. Es una habitación, con una zona separada para probarse la ropa. Nadie puede vernos desde fuera. Y yo no puedo verlas mientras se cambian. Aquí no necesitan el velo.

Resulta un sistema muy conveniente. Mucha gente viene de incógnito. No quieren que les vean otros. Pero sí mostrar la ropa a sus parejas, amigos, o lo que sea. Mejor así. Cuando he venido con mis pervertidas, se han probado algunas prendas demasiado atrevidas. A veces incluso me dejaban ver cómo se cambiaban. O ponerles yo la ropa.

Para evitar que la gente abuse, hacen pagar por usarlos. Es gratis si compras suficiente para compensar el tiempo. Si no, pagas. Hay quien los emplea para tener encuentros secretos, sexo incluido. Aunque hay lugares más baratos y dedicados. El burdel, por ejemplo, alquila habitaciones por tiempo.

Por supuesto, registran toda la ropa que entras. Y la revisan a la salida si la devuelves. Si no, alguien se la podría llevar en los anillos de carga. O cambiarla.

La verdad es que no sé de qué se estaban riendo. Me parecía oír a Da Ting protestar. No estoy seguro. La voz era muy baja.

La primera en salir es An, arrastrando a Jiao. Luego Dandan arrastrando a Meixiu. Y Sai arrastrando a Di Tang. Pen sale la última. Parece divertida.

–Esto no está bien. Soy una esclava. No puedo ponerme esta ropa– protesta Jiao, avergonzada.

–Tiene razón, no podemos vestirnos así– asiente también Meixiu, también un poco roja.

–Claro que podéis. Ella os deja, ¿verdad Tang'er?– las contradice Dandan.

–No… No hay problema… Pero yo no puedo ponerme esto… No me queda bien. Mejor vuelvo y me cambio– quiere escaparse Da Ting.

–Espera. Preguntemos a alguien imparcial. ¿Qué opinas?– me pregunta Sai, sin dejarla marchar.

Lo cierto es que Da Ting es mucho más fuerte. Podría escaparse si quisiera. Se la ve indecisa y avergonzada. Está más roja que sus dos esclavas juntas. Yo me las quedo mirando.

–¿Kong? Di algo– me reclama Pen.

Me he quedado embobado por un momento. No me esperaba ese cambio. Siempre las he visto con ropa de esclavas, o vestimentas muy sencillas. O desnudas. Es curioso como la ropa puede hacer cambiar a alguien.

En cuanto a Di Tang, lleva siempre ropa muy diferente a la de ahora. Más austera. Esta realza sus rasgos. Sus ojos y cabello sobre todo. Es no obstante más conservadora que las de las demás. No se ciñe para mostrar sus curvas aún no del todo desarrolladas.

–Lo siento… Me habéis sorprendido. No me esperaba que estuvierais tan elegantes. Tan increíblemente preciosas. Os quedan realmente bien– confieso.

Todas me miran un instante en silencio. Da Ting enrojece más. Dandan, An, Sai y Pen no tardan en sonreír abiertamente. Dandan incluso salta sobre mí.

–¡Eres el mejor!– me alaba, besándome.

–Eh. Contente– la agarra Sai, sonriendo no obstante.

Jiao y Meixiu también me sonríen, más tímidamente. Da Ting mira de reojo.

–¡Vamos a probarnos los otros!– exclama An.

Se prueban cuatro vestidos cada una. Uno de ellos me lo han hecho elegir a mí. Los demás los han elegido ellas, o entre las demás.

Da Ting estaba preciosa en tres de ellos. El cuarto no me lo ha querido enseñar. Creo que era un tanto provocativo. Las demás no han tenido problemas en enseñarme el suyo. Estaban muy sexis.

–No sé cuáles elegir– se muestra An indecisa.

–Es difícil– está de acuerdo Dandan.

–¿Cuál es el problema?– les pregunto, extrañado.

–Da Ting se ofreció a comprarnos dos a cada una y ropa interior. Ha sido muy generosa con nosotras, y tampoco tiene muchos puntos. Lo que necesitamos para cultivar ya nos lo da la facción. Nosotros no tenemos ninguno– explica Sai.

–Lo siento. No esperaba…– empieza a disculparse Da Ting.

–No, no. Ya haces más de lo que podríamos pedir– se apresura a consolarla Sai, cogiéndola de las manos.

–A mí no me importa pagarlos. Sería una pena no comprarlos– me ofrezco.

–¡No podemos pedirte eso!– se niega An.

–¡Ya nos estás acompañando! ¡Y haces mucho por nosotras!– tampoco acepta Dandan.

–No hago nada que no quiera y que no disfrute– argumento.

–No lo digas así– me reprocha Jiao en un susurro.

Da Ting está totalmente roja. Ah. Bueno. No me refería a eso. Aunque también…

–Dejadme que os lo pague. Tengo muchos puntos. Me dan bastantes por copiar cuadernos de técnicas. Aceptadlo como un regalo. A cambio, llevadlos para mí alguna vez– sugiero.

–Pero…– quiere protestar Sai.

–Si tanto os molesta, me lo podéis devolver en un futuro. Tampoco es que sea tanto. ¿Vale? No me gustaría no poder veros nunca más en estos vestidos– casi les suplico.

Al final aceptan. La verdad es que es muy poco para mí. No me cuesta nada. Solo con verlas sonreír, ya vale la pena. Da Ting también es adorable, tan tímida. Normalmente, intenta parecer más madura. Sobre todo, me alegra verla reír con las demás.

A Pen no le hacía falta. Llevaba más puntos. Y solo se lleva uno. Ya había comprado en días anteriores. No me deja pagarle más. Se ha llevado el más provocador.

Con la ropa interior, Da Ting se niega a elegirla delante de mí. Y mucho menos que se la vea puesta. Hubiera sido incómodo. Las demás me la muestran. Incluso me prometen llevarla en unos días. Algunas prendas son muy reveladoras.

Esta vez, me ha costado menos convencerlas de que les pagaba algunas más. Sobre todo, las más atrevidas. Con la excusa de que sean para mí. Bueno, quizás no es una excusa. Tampoco es que haya mucha diferencia en que me deban unos pocos puntos más. Aunque no pienso reclamárselos. Me está bien si se les olvida.

Luego ojeamos algunas armas. Excepto Da Ting y Pen, ninguna sabe cuál es la suya. Ahora se centran solo en aumentar su cultivación. Pero tienen curiosidad. Cuando lleguen a Alma, les dejarán descubrirlo. Y empezarán con algunas técnicas.

A escondidas, saco a Shun y Shi. He visto un cetro que le podría ir bien. Ahora solo tiene el más básico. El que usamos para descubrirlo. Las recojo un rato después, escondidas tras una pared. Me enseñan que lo han comprado cuando están dentro. Shun parece ilusionada. Se lo deja coger a Wei. Un poco grande para ella. Aunque está graciosa.

Mientras, las sigo por todo el mercado. Creo que, aparte de Pen, ninguna de ellas había salido nunca a comprar por aquí. Ni siquiera Da Ting. Así que tenemos que ser yo y Pen quienes que las vigilemos. Hay bastantes artículos sospechosos. Es fácil timar a incautos. Aunque, por suerte, no llevan muchos puntos encima.

A pesar de eso, parecen estar divirtiéndose. Sai y sus hermanas han sido esclavas hasta hace poco. Lo siguen siendo, pero en una situación muy diferente y temporal. Nunca han tenido la oportunidad de simplemente dar un paseo por un mercado. De ver los estantes. De comprar.

Jiao y Meixiu algo parecido. Y Di Tang diría que ha estado siempre muy protegida en la facción.

Pen ha venido conmigo alguna vez. Pero se lo está pasando en grande. Se llevaba muy bien con Sai. También con sus hermanas, aunque tenía menos relación. Me ha preguntado a menudo por ellas. Poder hablar con sus amigas significa mucho para ella. Y también parece que se está llevando bien con Jiao y Meixiu. Puede que incluso con Da Ting. Aunque es un poco tímida.

–Hola chicas. ¿Queréis venir a tomar algo?– las abordan de repente cuatro estudiantes.

Ellas se tensan. Precisamente son de la facción del placer. No se llevan muy bien con la ilusoria. Además, la cultivación de ellas es baja. Y la identidad de Da Ting delicada. Si por lo que sea pierde el disfraz, podría ser problemático.

Veo acercarse discretamente a una figura. Ha estado siguiéndonos desde el principio. Sospecho que las está vigilando, protegiéndolas. En especial a Da Ting. Mejor si no lo saben.

–Están conmigo– me interpongo.

–Tú no te metas. Las hemos visto antes– me quiere apartar uno.

–Están conmigo desde el principio. Difícilmente las habrás visto antes. ¿Verdad, chicas?– me giro hacia ellas.

–Claro– reacciona Sai

–Estamos con él– se acerca a mí An y me coge del brazo.

–Dejadnos en paz– los quiere echar Dandan.

–¿Siempre tienen que venir a molestar unos putos pervertidos?– los insulta Pen.

–Zorras… Vais a venir con nosotros… ¿U os tenemos que obligar?– se enfada otro.

Eso las asusta. Bueno, a Pen no. Conoce la situación. Que son amenazas vacías.

–¿De verdad? Me gustaría ver cómo lo intentáis. Hace tiempo que no veo a los vigilantes echar a alguien a patadas– los provoco.

El que ha fanfarroneado tuerce el gesto. Quizás no esperaba que supiera que no puede haber peleas aquí. Debía de creer que éramos novatos aquí. Bueno, ellas los son casi todas. Quizás por su actitud lo han supuesto. Puede que su cultivación sea superior, pero eso no importa ahora.

–Vámonos. Son unas estrechas. Seguro que son unos cardos y por eso se esconden– los insta un tercero.

A regañadientes y amenazándonos, se acaban yendo. Yo miro por un momento al supuesto guardaespaldas. ¿O la supuesta? Me hace un gesto con la cabeza. Y se aleja. Pen les saca la lengua.

–Eso ha sido peligroso. No tendrías que arriesgarte tanto– me coge Jiao del brazo. Está temblando.

–Menos de lo que crees. Está prohibido pelear aquí. Si hubieran hecho algo, los vigilantes hubieran intervenido. Mira allí. Son vigilantes que se habían acercado por si acaso– les explico, señalando con la mirada a un hombre y una mujer que ya se alejan.

No les digo nada del guardaespaldas. Si no lo saben, está bien así. Puede que las pusiera nerviosas.

–Has sido muy valiente igualmente– me alaba Meixiu.

–No deberías decirle eso. Igual se lo cree– se ríe Dandan.

También estaba asustada. Aunque está más acostumbrada. Como esclava, ha visto y sufrido muchas situaciones.

–Sí, sí. No querrás que vaya presumiendo por ahí todo orgulloso y creído– se burla An.

–Estaría insoportable– añade Sai.

–Más de lo que imagináis– se suma Pen.

Todas se ríen. Incluida Da Ting. Mientras yo solo puedo encogerme de hombros y suspirar. Por lo que sea, eso también les hace gracia.

Puedo ver que esos cuatro nos miran con hostilidad. Quizás piensan que nos reímos de ellos. Da igual. No pueden hacer nada. Ni siquiera saben quiénes somos.

Los vigilo mientras seguimos explorando los diferentes puestos. Les acabo comprando unos dulces a instancias de Pen. Tengo unos cuantos de estos en el Almacén. A casi todas las chicas les gustan. Han comprado cuando hemos venido juntos. O se los han encargado a las gemelas.

—————

Charlan animadas mientras nos vamos. Sin duda, lo han disfrutado. Yo llevo las compras de Pen. Da Ting las del resto en un anillo de carga. Incluso ella parece un poco más animada y abierta. No habla mucho, pero al menos ya no se esconde.

Entramos en la secta y nos disponemos a separarnos. Es una pena. Ha sido divertido.

–Están esos cuatro vigilándonos. Puede que nos quieran seguir para ver quiénes somos– advierte Pen.

–¿Qué hacemos?– pregunta preocupada Da Ting.

–Intentemos perderlos. Si no, entramos todos en vuestra facción– propongo.

–¿Por la lavandería?– sugiere An.

–Mejor por la cocina– opina Dandan.

–Los dos me están bien– asume Sai.

Conocen tan bien como yo las entrañas de los diferentes lugares por donde trabajan los esclavos. No debería ser difícil perder a nuestros perseguidores.

–La lavandería está más cerca. Hay menos gente ahora. Será más difícil perderlos si entran, pero no creo que lo hagan. Siempre podemos pasar por la cocina si aún nos siguen– recomienda Pen.

Le hacemos caso. Dandan ligeramente enfurruñada. Aunque no le dura demasiado. Da Ting parece ¿excitada? Bueno, supongo que no tiene muchas emociones dentro de la facción.

La veo mirar a todos lados con curiosidad A las ropas extendidas. A los esclavos que nos miran extrañados. Una señal de Pen les da a entender que somos de los suyos. Más o menos.

Salimos por una puerta al otro extremo del edificio. Nuestros perseguidores al final nos han seguido por dentro. Pero han tropezado con algunos esclavos que se han cruzado casualmente. Incluso se han acabado volviendo. Ante la amenaza de que estaban interrumpiendo el trabajo. De que tendrían que pagar si había retrasos.

Nos han dado tiempo para salir y alejarnos. Nos separamos enseguida. Ellas se van a la facción ilusoria. Da Ting con los ojos brillantes. ¿Le ha gustado esto último?

Veo de reojo al guardaespaldas. Las sigue de lejos. No le hemos dado esquinazo como a los otros. Es bueno.

Yo me voy con Pen. Tengo que darle las compras. Y quizás algo más. Sería una buena forma de acabar nuestra cita.


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