Sorprendentemente, el arma de Hong es el hacha a dos manos. Ni siquiera puede sostenerla. Necesita que su cuerpo se refuerce con qi. No le debería llevar mucho al menos levantarla. La verdad es que ha sido cómico. Ella ha sido la primera que se ha reído.
Parecía mirar al hacha que le hemos dado con pasión, quizás anhelo. Es adecuada para alguien en el reino de Génesis. Aunque un poco pesada para ella, de momento.
También la hemos empezado a ordeñar. Ni siquiera hemos tenido que sugerirlo.
–Es lo mínimo que puedo hacer. Además, estoy acostumbrada– se ha ofrecido.
Me deja que lo haga yo. Más bien, parece gustarle. Incluso me ha pedido que bebiera. Se ha acabado corriendo. Se ha puesto un poco roja cuando se ha dado cuenta. Aunque no por ello ha parado. Ha metido mi miembro en su interior y ha empezado a moverse. Muy excitada.
He comprobado que puedo estimular el crecimiento de sus dientes. Aunque no sé cuánto tardará. Por ahora, solo era una prueba. Su yin es limitado. Primero he de curar otras cicatrices y heridas. Sus vértebras tienen preferencia.
Después toca estrechar su vagina. Me lo ha pedido. Muy sensualmente. No debería haberla dejado hablar con Ning. Parece que eso le hace sentirse inferior a las demás.
Le encanta que la folle de pie. Ella de espaldas a mí. Ligeramente inclinada. Mientras la ordeño. Me lo ha pedido dos veces seguidas. La segunda estaba mojada antes de empezar.
Por otra parte, se comporta muy maternal con todas. Todavía más con Wei. Aunque ser la mayor la hace sentirse un poco discriminada. Es solo su sensación. A las chicas les cae bien. Además, que su aspecto irá rejuveneciendo.
También ha empezado con la técnica de movimiento. Aunque solo a estudiarla. Tendrá que esperar a que la acabe de curar. A que su cuerpo mejore. A tener más qi.
Ahora, estoy vendiendo un poco de su leche. Lin Tao no me ha puesto problemas aunque no sea la misma. Supongo que soy un "cliente de confianza".
La he visto extraña. Aunque no nerviosa. Por lo que he oído, las aguas se han calmado en la familia Guo. He estado antes en una taberna un rato, escuchando. Hablaban mucho del tema. Aunque no sé cuánto era cierto. Esperaré a que Guo Xua me explique. Mejor no confiar solo en los rumores si tengo una fuente fiable.
Espero un rato fuera. Más de lo normal. Lin Tao no ha salido. Llamo un tanto preocupado. Guo Xua me recibe con una sonrisa enorme. Cierra la puerta. Me besa. Me coge de la mano. Sube al piso de arriba. Forzándome a seguirla.
–No he visto salir a Lin Tao– la interrogo.
–No te preocupes. Es parte de su castigo. Ya te explicaré. Ahora… Hazme tuya– me pide.
Deja caer su ropa al suelo. No lleva interior. Se deja caer sobre la cama. Mirándome. Abriendo los brazos hacia mí. Supongo que las explicaciones pueden esperar.
Dejo caer la mía. Me subo a la cama. Me inclino sobre ella. Ataco sus pechos. Sus pezones. Con suavidad.
–¡Aaaahhh! Eres como un bebé… ¡¡Aaaahh!!– gime, entregada desde el principio.
Supongo que en parte tiene razón. Alguna de las chicas se ha quejado también. Bueno, yo no lo llamaría quejarse. Parecían excitadas. Es la influencia de Shun y Hong. De tomar su leche. A veces actúo como si las demás también tuvieran.
Levanto la cabeza. La miro. Sonrió. Reclamo sus labios. Su lengua. Mi mano en su mejilla. La otra busca su entrepierna. Pronto está mojada.
–Lléname… ¡Aaaah!– casi me suplica.
No tiene paciencia. Tampoco quiero hacerla esperar. La penetro. Sus piernas se cierran en mi espalda. También sus brazos. Sus labios reclaman los míos de nuevo.
Está totalmente entregada como siempre. Aunque hay algo más. Puedo notar su lealtad. Está entregada en cuerpo y alma a mí.
Quizás ha sido por aliviar su soledad. Quizás por el placer. Quizás por ayudarla con el veneno. Por protegerla. Quizás un poco de todo.
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–¿Cómo está todo?– le pregunto mientras ella se recuesta en mi pecho.
–Guo Lihua está oficialmente recluida. Extraoficialmente, está encerrada, desterrada. No es oficial para no dañar a la familia, pero ha perdido todos los derechos. Su hijo también. Se ha demostrado que los dos han colaborado en dañar a miembros de la familia. A otras concubinas y herederos. A él, se le usará para un matrimonio político, o se le enviará al ejército– me resume.
–¿Y tú?
Sonríe cuando le pregunto. Se incorpora un instante y me da un tierno beso en los labios.
–Estoy bien. Me han dado el antídoto. Me consideran víctima, aunque tampoco me dan mucha importancia. No tengo peso en la familia, no tengo ningún heredero– confiesa.
Su tono es algo triste. Algo de autodesprecio.
–Tú…– continúa, aunque se detiene.
Quiere decir algo, pero no se ha atrevido. Duda. Puedo notar que su corazón late un poco más fuerte.
–Dime. Di lo que tengas que decir– la exhorto.
–Bueno… Si no quieres no pasa nada… Entiendo que tengas otras cosas que considerar… No te preguntaré por qué... Quizás es demasiado presuntuoso de mi parte… No te enfades conmigo…– se disculpa antes de empezar.
–No me voy a enfadar– le aseguro.
La verdad es que no se me ocurre qué podría decir para que me enfadara. Tengo curiosidad. Espero a que reúna el valor para decir lo que vaya a decir. Mientras le acaricio la cara con los dedos.
–Tú… Me… Darías… Me harías… un hijo– me pide nerviosa.
No me mira al decirlo. Mejor. No sé qué cara he puesto. Esto sí que no lo esperaba. Me quedo en silencio sin saber qué decir. Ella me mira de reojo. Sin atreverse a mirar de frente. Suspiro.
Con las chicas, hemos hablado de ello más de una vez. Bueno, ellas han sacado el tema. El problema no es que estén en contra. El problema es que han apostado en cuando sería el primero. Y en cuántos en no me dijeron cuánto tiempo. No me quisieron dar detalles. Creo que también hay apuestas con quién.
Con ellas, no puede ser por ahora. Quizás alguna querría, aunque se niegue a decir nada. Sabemos que nuestra situación no lo permite. Mis hijos no podrían entrar en la Residencia. Bajo ninguna circunstancia. Eso es algo que sé. No estaba escrito, pero lo sé. De alguna forma, me lo dijo la propia Residencia.
–¿Lo has pensado bien? Podría darte problemas, y yo no sé si siempre podré estar aquí– confieso.
Quiero ser sincero. No puedo hacerme responsable de él. Y menos cuando ella está casada.
–Le haría creer que es suyo. Es fácil. Cada mes tiene que dormir conmigo. Hace tiempo que no hace nada, pero es fácil engañarlo. Emborracharlo y hacerle creer que me ha violado salvajemente. Así se sentirá más culpable. Si es que es capaz de sentir culpa– explica como si nada, ilusionada.
Da un poco de miedo. No tiene ningún escrúpulo con su marido. Creo que adivina mis pensamientos.
–Se lo merece. Es un ladrón, estafador y asesino. Además, siempre me ha tratado mal. Se encaprichó de mí, y extorsionó a mi familia para conseguirme. El sexo con él era horrible y violento. Por eso no quise esforzarme en mantenerme joven. A la primera arruga, me dejó en paz. Ojalá hubiera dejado en paz también a Hai'er. Quizás, no hubiera sido tan obstinada. ¿Lo harás?– me mira suplicante.
La verdad es que me cuesta negarme. Me siento culpable por haberme llevado a su hija.
–Tendrás que prometerme cuidarlo bien. O cuidarla– le exijo.
Una enorme sonrisa se dibuja en su rostro. Me da un largo beso.
–Lo cuidaré. Lo haré mejor esta vez, lo prometo. Espero que sea un niño– dice ilusionada.
–¿Por qué niño?– pregunto, intrigado.
–Será más feliz. Sería demasiado joven para ser heredero, así que lo dejarán en paz, no entraría en la lucha por el poder. Quizás hasta pueda elegir a su pareja. Si es niña, la casarán con el primero que quieran forjar un pacto– me explica.
Sonrío. Es muy dulce, pero también dura. Supongo que ha aprendido del pasado. De lo que ha sufrido. Quiere lo mejor para su futuro hijo. Para el nuestro. Será niño. En teoría, puedo asegurarme de ello. Aunque no lo he probado nunca.
La beso con dulzura. Me lo devuelve con la misma dulzura. Me pongo a su espalda. De lado.
–Aaah… Espera… Otra vez… ¡¡¡Aaaaaaah!!!
Pronto vuelve a estar mojada. Vuelvo a penetrarla. Los dos de lado. Su cabeza girada para besarme. Su brazo hacia atrás. Su mano acariciando mi cabello. La mía jugando con su pecho.
Lo hacemos despacio. Quizás menos apasionado que antes. Más íntimo. Aunque no la voy a dejar embarazada ahora. No está lista. Puede evitar que ocurra. Tiene que prepararse para poder ser fertilizada.
Acaba agotada. Con una dulce sonrisa.
–Ah… No puedo negarme cuando me miras así. Cuando me tocas así…– se queja, aunque muy sensual.
–Es culpa tuya por ser tan irresistible– la acuso.
–Tonto…– se sonroja –Necesito dormir, estoy agotada, es culpa tuya. Te he dejado un regalo en el mostrador. Haz lo que quieras con él.
Me da un beso antes de taparse con las sábanas. Girándose para no mirarme.
–Gracias– susurra –. Por haber aparecido en mi vida.
Me visto. Le beso en la frente antes de irme. No se mueve. Aunque no duerme aún. Me hubiera quedado un poco más. Pero es evidente que quería que fuera a ver el regalo. Sea lo que sea.
Así que bajo las escaleras y llegó al mostrador. La barrera impide que se vea desde fuera. Si no, hubiera sido problemático. Lin Tao está sobre el mostrador. Desnuda. Amordazada. Sus ojos vendados. Atada contra el mostrador. Sus piernas abiertas. Sus pechos a la vista. Su vagina expuesta. Le ha puesto incluso un lazo. Bonito regalo.
Parece nerviosa. Supongo que ha oído mis pasos. Me acerco a ella. Su respiración se acelera. Soplo en su oreja. Se tensa por un instante.
–Mmmm– gime cuando cojo su pecho y añado qi.
Sus pechos son modestos. Más grandes que los de Shi. Similar a los de las gemelas. Jugueteo con ellos un poco. Ella no se mueve. Más allá de tensarse o gemir ahogadamente. Es cierto que no podría moverse mucho. Pero ni siquiera lo intenta.
Acaricio un poco su cuerpo. Tiento su entrepierna. Paso al otro lado del mostrador. Le aparto la mordaza. Pongo mi miembro frente a su boca.
Abre los labios. Me deja introducirlo. Mueve su cabeza. Y su lengua. Guo Xua la ha instruido bien. Es muy obediente. Podía haberla matado por lo que hizo.
Mientras me hace una felación, sigo jugando con sus pechos. Añado algo de qi. También la cojo del pelo. A veces fuerzo sus movimientos.
No me corro en su boca. Quizás la próxima vez. Vuelvo a poner la mordaza en su sitio. Vuelvo a rodear el mostrador. Penetro su vagina con un dedo. Se vuelve a tensar. Está suficientemente húmeda.
Pongo mi miembro frente al agujero. Lo restriego un par de veces sobre su entrepierna. Luego la penetro despacio. Sintiendo su interior poco a poco. Ella está muy tensa durante toda la inserción. Se relaja un poco cuando llego al fondo y paro.
Entonces retrocedo y vuelvo a entrar de golpe. Añadiendo qi.
–¡¡¡MMMMmmmmmMMm!!!– gime.
Espero un segundo y vuelvo a hacer lo mismo. Lo repito una y otra vez. Hasta que se acostumbra. Hasta que ya no se tensa. Hasta que acepta mi miembro dentro de ella.
Entonces, empiezo a jugar de nuevo con sus pechos. Pellizcando sus pezones. Añadiendo placer y algo de dolor. Al menos, un poco de castigo.
La llevo poco a poco al orgasmo. Disfrutando de ella. Es bastante estrecha. Creo que también lo está disfrutando. Se corre cuando la lleno. Salgo de ella y la hago limpiarme con la boca. Mientras jadea. Mientras intenta recuperarse.
Luego vuelvo al otro lado. Las cuerdas en sus pies y manos están sujetas con una especie de ganchos. Es fácil quitarlos, darle la vuelta y volverlos a colocar. La pongo ahora bocabajo. Había una nota que lo explicaba. Y me decía que podía usar también el otro agujero.
Se revuelve cuando empiezo a introducir un dedo en su ano. Parece asustada. Tras una palmada en sus nalgas se queda quieta. Nerviosa. Algo asustada, supongo. Pero Guo Xua me lo ha pedido. Y es excitante.
Meto el dedo hasta el fondo. Tras haberlo lubricado en su vagina. Luego lo saco. Pongo mi miembro erecto frente al agujero.
Tengo que hacer algo de presión para introducirlo. Es muy estrecho. Y ella está muy tensa. Aunque deja de estarlo al cabo de un rato. Gimiendo. Su cuerpo relajado. Como si se hubiera rendido. Aunque vuelve a tensarse cuando la lleno y la hago correrse. Es demasiado excitante. Así que la follo una segunda vez en el culo.
La dejo tumbada sobre el mostrador. Subo a ver a Guo Xua. Su respiración es suave. Parece estar durmiendo. Supongo que Lin Tao se quedará unas horas atada y llena en los dos agujeros.
No tengo nada más que hacer allí. Así que me voy, cerrando bien la puerta.