Cuando acaba la charla, me atacan. Y se alejan antes de que pueda reaccionar. Se ríen. Así que esas tienen… Cuando me levanto, se acercan. No puedo hacerles nada a la vista de todos. Ellas lo saben. Sonríen satisfechas. Fanfarronas. Traviesas. Suspiro.
–Salgamos por aquí, es más rápido– sugiero.
Hay algo de gente concentrada en la entrada principal. Hablando. Algunos nos han mirado. No sé si buscan problemas. Ni quiero saberlo. Ellas me siguen, confiadas.
Conozco el lugar. He limpiado varias veces aquí. Las guío por un pasadizo estrecho. Hay una zona un poco más ancha entre medio. Si te metes, está algo escondido. No se te ve desde el pasillo.
Por sorpresa, cojo a Bei Liu. La empujo contra la pared. De espaldas a mí. Con firmeza. Con suavidad. Mi mano levanta su falda y juega con su nalga. La otra mano agarra su cabello. Mis labios atacan su cuello. Mi cuerpo la aprieta contra la pared.
–¡Kong! ¡¿Qué haces?! ¡Estamos en un sitio público! ¡Ah!– protesta.
–Cierto. Mejor que no hagas ruido.
Le bajo el tanga con la mano. Mis dedos buscan su abertura. ¿Ya está mojada? Le separo un poco las piernas. Acerco mi miembro. Empieza a restregarlo en su entrepierna. Amenazante.
–¡Mmmm! Espera… No…– sigue protestando, cada vez con menos convicción.
–¿Quieres que pare?– le pregunto. Amago con dejarla.
–No… Pero no cuenta…
–No voy a negociar. ¿Me voy o sigo?– le doy un ultimátum.
–Kong, malo… Métemela… No me hagas esperar más– casi suplica –¡¡MMMMMMmmm!!
La penetro hasta el fondo de golpe. Mi mano en su boca. Amordazándola. Se estremece. Casi salgo de ella y vuelvo a entrar hasta el fondo. Empujándola contra la pared. Su espalda ligeramente curvada hacia atrás. Como su cabeza.
Miro de reojo a Bi Lang. No nos quita ojo. Su tanga a la altura de sus rodillas. Apoyada contra la pared. Masturbándose. Mordiéndose el labio inferior. Muy pervertida. Muy erótica.
Sigo empujándola contra la pared desde atrás. Penetrándola. Una mano coge su cabello morado. Por la cola. La otra aprieta su boca. Llena de saliva. Está totalmente a mi merced. Vuelvo a penetrarla hasta el fondo. Empujándola hacia la pared y hacia arriba. Haciéndola ponerse de puntillas. Toda ella tiembla.
–¡¡¡MMMMMMMMMMMMMMmmmmmm!!!
Me quedo dentro de ella unos segundos. Quieto. Luego vuelvo a entrar y salir. Un poco más rápido.
–¡¡MMMMmmm!! ¡Kong! ¡¡MMMMMMmmmmmMMM!!
Aplasto su precioso culo en cada embestida. Disfruto de su interior. De penetrarla casi salvajemente. De dominarla. De "castigarla" por portarse mal antes. Aunque no creo que el "castigo" tenga mucho efecto. De hecho, puede que el contrario.
Se medio desploma cuando salgo de ella. Después de llenarla. De llevarla a un fuerte orgasmo.
–¡Aaah! Malo…– me reprocha.
Pero el tono de su voz no es de reproche. Ni su mirada.
Me voy hacia Bi Lang. Me está esperando. Sus ojos llenos de deseo. Totalmente mojada. Su top alzado, mostrando sus pechos. Acariciándoselos. La empujo con mi cuerpo contra la pared. Cara a mí. Mientras las beso. Le saco el tanga. Lo guardo. Junto al de su amiga. Separo sus piernas. La penetro. Mientras tengo sellados sus labios con los míos.
La empujo una y otra vez contra la pared. Sus pechos apretados contra mí. Sus piernas, alzadas y enroscadas sobre mis nalgas. Las suyas contra la pared. Sus manos en mi pelo y mi espalda. Una de las mías en su nalga. La otra en su mejilla. Su cuello. Su pelo.
Sus piernas y manos se mueve apasionadas. Su lengua, traviesa. Sus piernas, atrapándome. Como su vagina. De la que entro y salgo sin cesar.
Separo un momento mis labios. La miro. Sus ojos me devuelven la mirada. Sin pestañear. Su boca entreabierta. Con saliva colgando. Con su lengua esperándome. Jadeando. Seductora.
Vuelvo a besarla. Sigo penetrándola. Disfrutando de su interior. De su suave piel. De su suave pelo. De su húmeda lengua. De tener el control. De hacerla correrse una y otra vez. De llenarla de mí.
–Abusón…– me regaña Bei Liu.
Le sonrío. Me agacho junto a ella. La beso. Me lo devuelve con pasión.
–No haber empezado.
–¿Y perderme este sexo? ¡Ni hablar!– ríe Liu.
Lang se ha recuperado y me exige también un beso. Nos besamos los tres. De pie. Con nuestras ropas un tanto expuestas. Con sus culos sobados por mis manos. Y el mío por las suyas.
Tardamos un rato en irnos. Saco los tangas para devolvérselos.
–Quédatelos– ríe Bai Lang.
La dos ríen y salen corriendo. Se paran un momento. Me miran. Se levantan la falda. Me muestran su entrepierna. Su vello púbico. Totalmente expuesto. Se dan la vuelta y vuelven a levantársela. Mostrándome sus culos redondeados y sensuales. Se vuelven a reír. Y se van corriendo. Sin ropa interior. Son unas exhibicionistas. Y saben como provocarme.
Borro la sonrisa de mi rostro. Debo parece normal. En serio. Me dejo llevar. Aunque no negaré que me gustan tal y como son.
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Nadie se fija en mí cuando salgo del pasillo. Me voy hacia el pabellón de Génesis. Es grande. Hay muchos discípulos en ese nivel. Pero ahora no hay mucha gente. Mejor. Me voy a un altar un poco apartado. Pongo ambas manos y circulo el qi. Para activar la formación.Y me quedo un rato mirando el resultado. Sin saber muy bien qué pensar.
Hay una línea por meridiano en el altar. Brillan al pasar el qi. Cuanto más claro, más pura es la circulación. Si es negro, significa que no está abierto.
Por lo que nos ha dicho el maestro, lo habitual son tonos de grises. Si es tan claro como platino, es excepcional. Gris perla, aceptable. Menos, un tanto bajo.
Uno de mis meridianos es un poco más oscuro que gris perla. No es excesivamente malo. Pero todos los demás son totalmente blancos. Se supone que es casi imposible. Solo a niveles muy altos dedican grandes esfuerzos para mejorarlos. ¿Cómo es posible?
Lo malo es que ese meridiano lastra la circulación del qi. Aunque la absorción tendría que ser excepcional. No sé como compararla con otros. Mejor que nadie lo sepa. Me espero a que se apaguen las líneas. Y me quedo un rato mirando hacia dentro. A mis meridianos. Comprobándolos. Comparándolos. Siempre me había parecido normal cómo el qi circulaba. Parece que no lo es.
Encuentro el que es un poco inferior al resto. Es el primero que abrí. El único que no abrí directamente. Con sexo. Con ese usé una píldora. Un trozo de ella. Aún no tenía la Residencia a mi disposición.
–Ja, ja, míralo. Que cara pone. Es el esclavo– se burla una voz.
–Debe de estar avergonzado de la calidad de sus meridianos. Ja, ja– se ríe otro.
Supongo que es mejor irse. No gano nada enfrentándome a ellos. Hay un par de mi nivel. Uno una etapa superior. Y otros tres aún en Génesis. El típico grupito que le gusta creerse superior.
Me voy sin mirarlos. Y esforzándome en no bajar la cabeza. Lo hago por reflejo. Como esclavo, no podía hacer otra cosa. Aún se burlan cuando me ven irse. Solo son palabras. Y tengo otras cosas en la cabeza. Así que me vuelvo a la cabaña.
Me miran y gritan. Pero no me siguen. Supongo que tienen cosas que hacer allí. Y si me acosaran en la pagoda, podrían tener problemas. Espero que no vaya más allá. Aunque me preocupa que algunos me tengan en el punto de mira. Por haber sido esclavo.
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–Ponte contra la mesa. Te quiero mojada. Quiero probar algo– le ordeno a Rui.
–Sí amo.
Obedece. Se cuerpo apoyado a la mesa. Su culo levantado hacia mí. Su mano masturbándose. Yo miro un poco más mi meridiano. Luego a ella. No deja de ser una vista de los más sugerente. Sin pretenderlo, crece una erección. Me acerco y la penetro desde atrás.
–¡Aaah! ¡Amo!
Me muevo despacio en ella. Concentrado en sus meridianos. Es como pensaba. Los que he abierto con ella son más puros. El qi circula mejor. Como los míos. Los otros, unos mejores y otros peores.
Absorbo su qi y lo empujo contra mi meridiano "malo". Ejecutando el control que tengo sobre el cuerpo en este. Es más difícil. Pero creo que es efectivo. Que mejora. ¿O me lo imagino? Será mejor ir probando. Pero primero, quiero probar con el suyo. Elijo el que está peor.
–Voy a empujar qi en un meridiano. Como cuando los abrimos. Colabora cuando lo sientas.
–¡Ah! ¡Sí, amo!
El resultado es más aparente. Algunas impurezas son empujadas fuera del meridiano. Hacia la sangre. Que debería expulsarlas. Si lo he entendido bien. También el meridiano parece abrirse un poco más. Aunque no sé si es una impresión. O si es permanente. ¿Cómo podría comprobarlo?
Quizás con las gemelas. Ellas son estudiantes. Luego lo hablamos. Por ahora, tengo que acabar de follar a Rui. Así que empiezo a aumentar el ritmo. La agarro de sus caderas.
Puedo ver como entro y salgo ella. Como su culo tiembla en cada embestida. Su pelo azul mojado por el sudor. Sus manos estiradas hacia adelante. Sobre la mesa. Rendida. Sometida. Gimiendo sin parar.
–¡¡Aaah!! ¡¡Aah!! ¡Amoo! ¡¡Aahhh!! ¡Amo! ¡¡AAAaaaaah!!
La dejo sobre la cama, jadeando. Tras haberla llenado. Haberla llevado al límite. Descansando. Llamo a Ning. Se me queda mirando. Alternando entre mis ojos y mi entrepierna. Expectante. Esperando mis órdenes.
–Estoy pensando en prostituirte. En el prostíbulo de la zona intermedia. ¿Qué opinas?– le pregunto. ¿Quizás soy un poco brusco?
–¿Tener sexo en lugar de entrenar? ¿¡De verdad!?– pregunta.
Parece incluso ilusionada. Creo que he subestimado su nivel de perversión.
–Sí. Aunque no todos los días. Y hay que hacer algunas preparaciones.
–¿¡Qué tengo que hacer!?
No parece molestarte. Todo lo contrario.
–No pueden reconocerte. Habría que cambiarte un poco la cara. Y el pelo. Quizás el cuerpo. Como estaba haciendo con Rong. No dolerá, pero llevará algunos días– le explico.
–¡Ah! Entonces… ¿Puede ser la nariz un poco más pequeña? ¿Por aquí? ¿Y los pómulos un poco más pronunciados? ¿Y un poco menos de barbilla? ¿Quizás las orejas…? ¿Y…?
Parece que tiene unas cuantas sugerencias. Iremos con ellas. Me está bien hacerlo como ella quiere.
–¿Y el cuerpo?– le pregunto.
–Como Amo quiera. Si le gustan pechos más grandes, hazlos. O el culo. Ah, mejor quitarme algunas pecas. O cámbialas. Sobre todo esta– dice señalando el brazo.
Cierto. Mejor no dejar señales visibles que la puedan delatar. Parece bastante animada. Incluso me pregunta un par de veces cuánto tiempo hará falta. Por ahora, no lo sé. Habrá que ver como van los cambios. Al menos le dejaré que los elija.
Empiezo con un poco de cada de lo que me ha pedido. Con la orden de que me vaya diciendo cada día qué quiere. Y con la orden de pasar qi por la cara. Cuando acabo, la sigo follando. Sobre la mesa. Viéndole la cara que tengo que retocar. Hasta llegar al orgasmo. Pero no al límite. Primero tenemos que hablar con Rong.
También compruebo sus meridianos. Le pasa igual que a Rui. Los que ha abierto conmigo parecen más puros. Más limpios. El qi fluye mejor.
–Explícanos como funciona el prostíbulo al que ibas– le ordeno.
Me mira extrañada. Pero no tarda en hablar. Supongo que asustada de que me enfade.
Por lo que explica, normalmente no hay problemas. Se puede ir y coger una habitación libre. Pero es más seguro reservarla. Y anunciar que vas a estar. Para posibles clientes. Las novedades suelen atraer interés.
Los precios son fijos por nivel de cultivación. Pero se pueden subir. La encargada suele dar una orientación. Una vez ve desnuda a la candidata. También hay servicios extras. Como anal. Ning escucha con mucho interés. Los ojos dirían que le brillan.
Creo que lo mejor será esperar a que suba a la etapa nueve. Podría cobrar 100.000 puntos por hora. Aunque el prostíbulo se queda un 20%. Así que serían 80.000. O el equivalente en oro. Mucho más de lo que gano copiando.
También hay prostitutos. Sería interesante si pudiera elegir a las clientes. Para cogerles el qi que necesito. Pero no es así. Y prefiero no meterme en problemas innecesarios.
Rong se ha portado bien. Así que las últimas pruebas las hago con la crema anestesiante. Después la follo por puro placer. Descargando en ella después de llevarla al orgasmo. Sus pechos van creciendo poco a poco. Pero ya es apreciable. Igual que su culo. ¿Hasta dónde debería llegar?
Devuelvo a Ning y Rong. Rui me estaba mirando. Sin atreverse a preguntar.
–Prefiero que entrenes. Confío que me seas útil si hay problemas. Y te quiero solo para mí– declaro.
–¡Sí, Amo!
Hubiera obedecido si se lo hubiera ordenado. Pero parece contenta de que no sea así. De hecho, noto que su lealtad ha subido ligeramente. ¿Será porque he dicho que es solo para mí?
–Límpiame.
–¡Sí, Amo!– vuelve a responder con entusiasmo.
Cada vez es mejor. Y me conoce mejor. Siento su lengua recorriendo las zonas más sensibles. Recreándose en ellas. Tentándome. Me acabo corriendo en su boca. Y ella lo saborea. No creo que sea tan delicioso. No pienso comprobarlo.