Me acerco a ellas. No muy rápido. Shi y Song nos miran. Riendo. Abrazándose. Animándome a mí o a ellas. Ellas corren riendo alrededor de la cama. Damos un par de vueltas. Hasta que las gemelas empujan a Wan. Que cae en mis brazos.
Ella las mira sorprendida. Ellas se ríen. Le guiñan un ojo. Ella me mira. Está roja. Siendo sujetada por mí. La miro. Mis labios rozan su oreja.
–¿Quieres continuar? Sé que no te gusta que te miren– le doy la opción de dejarlo para luego, de esconderse.
–Contra la pared. Como a Shi. Si no, yo… ¡Iiiiihh!
Grita sorprendida cuando levanto sus piernas. Cuando doy unos pasos y la apoyo contra la pared. Sus abundantes nalgas Pegadas a ellas. Sus enormes pechos a mí. Sus labios silenciados por los míos.
Restriego mi cuerpo contra el suyo. Aplasto sus carnes. Invado su boca. Juego con sus nalgas. Mi miembro busca la entrada. Se frota con ella. Sus manos me abrazan después de la sorpresa inicial. Su lengua intenta contratacar. Pero se detiene de golpe cuando la penetro. Se estremece por un instante.
Pronto se cuerpo se acomoda a mis embestidas. Sus enormes tetas siguen basculando, aún apretadas a mí. Mis manos no son suficientes para estrujar todo su culo.
Suelto sus labios cuando se corre. Cuando todo su cuerpo se estremece. Dejándola respirar. Recuperar el aliento.
–Estás muy ardiente para tener a todas mirándote– la provoco.
–No me lo recuerdes– me susurra bajando la mirada. Enrojeciendo.
–Está preciosa cuando te avergüenzas. Eres adorable. Te quiero.
No es falso. Quizás no es tan cercana como las otras. Pero se ha ganado un lugar en mi corazón.
Su rojo aumenta. No se atreve a mirarme. Así que la vuelvo a embestir. Vuelvo a reclamar sus labios. Su cuerpo. Dentro y fuera. Ella actúa con más timidez. Aunque pronto se deja llevar. Por el placer. Por los besos. Por nuestros cuerpos restregándose.
La dejo caer poco a poco después de llenarla. De llevarla al límite. Está jadeando. Pero no me suelta. Me arrastra con ella. Lleva mi cabeza junto a la suya.
–Yo… también… te quiero– me confiesa.
Después de decírselo, he ido sintiendo como su lealtad cambiaba. Más profunda. Más íntima. Hasta ahora. Puedo sentir que sus palabras son reales. Que está completamente roja.
–Me alegra oírtelo decir– le sonrío. Y luego nos damos un largo y apasionado beso.
Se me ocurre algo. Así que vuelvo a susurrarle.
–¿Me ayudas con tus primas? ¿No quieres vengarte un poco de ellas?
Me mira. Asiente. Pocas veces he visto esa sonrisa traviesa. Planeamos un poco más. Nos besamos. Me vuelvo hacia ellas. Que habían estado comentando sobre nosotros. Sobre todo sobre Wan.
Las gemelas sonríen más que nadie. Están contentas por Wan. Si bien no saben todo, se la ve feliz. Lo que tampoco saben es que son la siguiente presa. Huyen riendo. Hasta que la pierna de Yi es atrapada por Wan.
–Aaah. ¡Traidora!
–Traición con traición se paga– le responde Wan.
Yi no tiene tiempo de decir más. La cojo por detrás. La empujo contra Wan. Está la coge. Sujetando su cabeza con sus brazos. Bajo sus pechos. Yo la sujeto por detrás. No tardo en penetrarla. En disfrutar de su interior. De sus nalgas.
–Le encanta que se lo hagan así– informo a Wan.
–¡¡Aaah!! ¡Kong! ¡Tonto! ¡¡AAAAAAaaahhhH!! ¡No digas nada! ¡¡¡AAAAAAAaaahhh!!!– protesta Yi.
–¿No es adorable?
Wan ríe. Aunque también se está excitando. Nunca había tenido tan cerca a alguien siendo follada. Ya es una de nosotros. Aunque está avergonzada.
Los gemidos ahogados de Yi demuestran que está disfrutando. Se agarra a su prima. Yo empujo por detrás. Cojo sus pechos. Le pido un beso a Wan. Me lo da con timidez. Y sigo embistiendo a Yi. Le agarro el pelo. Haciendo que alce su cabeza un momento. Que podamos oír sus gemidos.
Muerde el pecho de Wan. No muy fuerte. Esta grita sorprendida. Yo me río. Azoto a Yi. Muy suavemente. Pero empujo con más fuerza. Haciéndole esconderse de nuevo sobre Wan.
Agotada y llena de mí, se queda apoyada en su prima. Jadeando. Su pelo acariciado con cariño. Me dijeron que de niñas eran muy cercanas. Que luego se alejaron un poco. Parece que se han vuelto a acercar.
Me acerco a las que faltan. Están dispuestas a volver a correr.
–Entregadme a Yu o asumid las consecuencias– las amenazo, intentando parecer serio.
Liang y Ma Lang se miran. Y empujan a Yu hacia mí, riendo.
–¡Traidoras!– las acusa.
Pero de nada le sirve. Está en mis brazos. Atrapada. De espaldas a mí. La agarro de la cintura. Y de un pecho. De la cintura bajo a su entrepierna. Saboreo también su oreja. Ella gime suavemente.
La cojo de los tobillos. Alzándolos por encima de mis caderas. Abriéndole las piernas Sus brazos estirados. Apoyados en la cama. Yo de pie. Detrás de ella. La penetro. Puedo ver como mi miembro entra y sale de ella. Lubricado por sus fluidos. Su pelo rubio cayendo. Sus gemidos perfectamente audibles.
Al segundo orgasmo, sus brazos pierden fuerzas. Se deja caer. Su cabeza sobre la cama. Yo sigo detrás. Empujando en ella. Disfrutando de ella.
–Que sensual es Yu– oigo a Liang. Entre otras.
La miro. Le sonrío. Amenazante. Ella se ríe. Se relame los labios. Insinuante. Ya la cogeré. Por ahora, acabo con Yu. Llenándola, llevándola al límite. Haciéndola gemir con fuerza. Con pasión.
Me siento a su lado. Besándola y mimándola un poco. No tarda en llegar Yi. Acariciando con ternura a su hermana.
–Sois realmente preciosas. Me enamoraría otra vez si no lo estuviera ya.
–Tonto.
–Ahora dices eso.
Se quejan. Pero me besan las dos con ternura. Quizás hoy estoy un poco sentimental. Pero son todas adorables. Ya no sé que haría sin ellas.
Al rato, me levanto y me pongo a perseguirlas. Liang es más ágil. Ma Lang se queda un poco atrás. Las chicas la animan. Y se ríen de mí.
–¡No!
–¡Suéltala!
–¡No puedes hacer eso!
Son algunos de sus gritos cuando la cojo.
Ella me mira. Sus ojos claros parecen brillar. Sus labios me piden un beso. Se lo doy. La cojo en brazos. La dejo sobre una mesa. Cara a mí. Sus brazos apoyados contra la superficie. Sus pies en vertical hacia arriba. Apoyados en mis hombros. Me cuelo entre ellos para besarla.
Mis manos en su espalda. En su culo. En su pecho. Mi miembro rozando su entrada. Hasta que está preparada para mí. Para recibirme. Para engullirme. Para frotarme cada vez que la penetro.
–Eres mi sirvienta preferida– la halago entre beso y beso.
–La única– me reprocha dulcemente.
–No por ello te quiero menos– le confieso, volviéndola a besar.
Se detiene un momento. Rígida. Sus ojos se humedecen.
–¿Estás bien?– me preocupo.
Ella sonríe. Acerca sus labios. Hay mucha pasión en el beso. Es reluctante a separarse. Su lengua me persigue. La saliva tarda en separarnos.
–Hazme toda tuya. Te quiero. Te quiero. Te quiero– confiesa casi con desesperación.
No puedo sino volver a besarla. Con ternura. La penetro despacio. Hasta el fondo. La acaricio con mimo. Disfruto de ella lentamente. Con dulzura. Saboreándola. Llevándola lentamente al orgasmo. Llevándome ella a mí.
Luego nos quedamos un rato abrazados. Ignorando los comentarios. Bueno, no tanto. Estamos los dos un poco rojos.
–Liang te está esperando– me dice al final, aunque no parece querer dejarme marchar.
La beso una vez más antes de dejarla ir. Las chicas se acercan a ella. Molestándola. Abrazándola. Aunque las gemelas pronto vuelven a su prima. Quieren hacerle confesar todo. Mejor no me meto.
—————
–¿Cuánto más hasta que la pilles?– se queja Song.
Llevamos un rato dando vueltas alrededor de la cama. Ahora estamos frente a frente. Las manos sobre la cama. Que nos separa. Nos miramos. Riendo. Es divertido jugar como niños de vez en cuando. Y verla correr desnuda es muy sensual. La sonrisa la hace irresistible.
–Hasta que alguien me ayude– río.
–¡Eso sería hacer trampa! ¡EEeeh!– protesta.
Alguien la ha cogido por la espalda.
–No deberías haberme empujado. Lo mereces por traidora– la acusa Yu.
–No. ¡Déjame! ¿¡Acaso no sabes qué va a hacerme!?– se muestra Liang asustada. Casi es convincente.
–Lo que llevas rato deseando– ríe Shi, a unos metros.
–Seguro que estabas pensando en tropezar– se burla Song.
Veo que se sonroja ligeramente. Así que eso pensaba.
Me acerco a ella. Despacio. No intenta huir. Librarse de Yu. Que la empuja hacia mí. Riendo.
La cojo del culo. Ella me abraza. Me besa.
–Te quiero– me susurra.
–Y yo a ti– le respondo, besándola de nuevo. Acariciando su pelo recortado para mí.
Luego le doy la vuelta y la pongo sobre la cama.
–Así que Yu era sensual. Veamos que tal tú– le propongo.
Sabe que si dice algo cambiamos. Todas lo saben.
–Yo mucho más sensual– presume.
–¡Ni lo sueñes!– protesta Yu. Las demás ríen.
La verdad es que no sé quien es más sensual. No sabría decidirme. Las dos son muy dulces. Yu algo más tímida y traviesa. Liang más servicial. Si tuviera que elegir, las elijo a las dos. Sin pensármelo.
Disfruto de entrar y salir de ella. Del tacto de su piel. De oírla disfrutar. De su vagina apretada. De llenarla de mí.
Después, estamos todos un rato charlando. Recostados unos sobre otros. Discutiendo cómo actuar después. Si deberíamos salir. Pero es difícil. Están vigilando la cabaña.
Las devuelvo cuando las anfitrionas se empiezan a despertar. No tardamos en acabar follando. En volverse a dormir. Comer, dormir y follar. Nada de cultivar. No me extraña que les cueste avanzar. Aunque ahora casi están en cinco. Gracias a mí. Debería intentar ayudarlas a subir. No tendría que ser difícil. Se creen cuanto les digo.
Por ahora, traigo a Rui y Ning. Me las follo contra la pared. Como a Shi y Wan. Pero más rudo. Y analmente.
—————
Por la tarde, Liu y Lang comparten la comida conmigo. Lang ha salido a echar un vistazo y recoger también su comida. Les toca algo menos, pero no parece importarles. Más bien se las ve alegres.
Tampoco les importa saltarse lecciones o prácticas. Digamos que no es la primera vez. Pero no se saltan que las folle después de comer.
–¿Por qué no pruebas a abrir los meridianos? Solo probar, no te preocupes mucho– le sugiero a Lang.
–¡¡Aaahh!! ¿Ahora? ¡¡¡Aaaaahh!!! ¡¡Aaah!!
Me la estoy follando. Liu nos mira. Masturbándose. Esperando su turno.
–¿Por qué no? Me moveré despacio un rato. Ahora no estás estresada
–¡¡Aaaahh!! ¡Va..le! ¡¡¡AAAaaaah!!!– acepta.
En serio, son demasiado manipulables. Demasiado fáciles de engañar. Noto como lleva el qi a los dieciséis meridianos. No muy convencida. Noto como se sorprende como resulta fácil. No sabe que la estoy ayudando. Sumando mi qi.
No voy a subirlas de etapa. Eso sería demasiado. Pero si a abrir al camino. A dejarlo listo. A facilitarles que lo hagan ellas. A dejarlos medio abiertos.
–¡Aaaah! Sí ¡Podré hacerlo! ¡Aaaaaaah! ¡HHHAAAAaaaahhh!
Después de follarla hasta casi la extenuación, repito la operación con Liu. Con el mismo resultado. Y me las vuelve a follar. A cuatro patas. Hasta que se desmayan del placer.
–Lo están disfrutando– las mira Shi.
–Es el alquiler por el refugio– ríe Song.
Las dos se acurrucan junto a mí. Mientras charlamos. Mientras me cuentan que han hecho confesar a Ma Lang y Bei Wan. Entre risas. Me besan. Me dan las gracias por ser dulce con ellas. Me hacen sonrojar. Para luego burlarse de mí.
Las aprieto contra mí. Las beso en la frente. Les digo que las quiero.
–Eso es un buen contrataque– alaba Shi, besándome.
–Un golpe bajo– critica Song, que también me besa.
Nos pasamos el rato simplemente disfrutando de la compañía. Juntos. Íntimamente. Más tarde ya volveremos a follar todos. A aumentar nuestro cultivación. A acercarnos a nuestro objetivo. A disfrutar del sexo. Bueno, quizás Rong y Bronceada no tanto. Pero yo sí disfruto de ellas.
Wan, después de la pasión de esta mañana, se muestra muy tímida a hacerlo delante de todas. Pero las gemelas no le permiten esconderse. Ma Lang está especialmente dulce. Me ataca con Liang, en lo que sería una sobredosis de azúcar. Luego lo quemo violando a Rui y Ning.
Shi y Song se muestran muy sensuales y provocativas. Y Dominantes. Me tengo que rendir ante ellas.
Aprovechando la situación, las gemelas también me cabalgan. Aunque no lo reconozcan, les gusta hacerlo a la vez. Una en mi boca y otra en mi miembro. Abrazándose. Incluso llegan a besarse.
Me duermo pensando que falta un día menos. Aunque no está mal la situación actual, hay demasiados riesgos. Podrían descubrirme en cualquier momento. El peligro acecha.