Está sobre el suelo, bocabajo. Le desato las piernas. Se las abro. Le cojo de las nalgas, alzándolas. La penetró sin más. Añadiendo qi. Dándole placer. Me acerco a su oído.
–No sé por qué no reconoces que eres mía. Sería más fácil para ti. Al fin y al cabo, ya lo eres.
–No…– se niega entre gemidos ahogados.
–¿No qué? ¿No te estoy follando? ¿No te hago lo que quiero? ¿Qué parte de ti no es mía? Tú cuerpo es más sincero.
Ella guarda silencio.
–Voy a seguir follándote un rato. Si quieres llegar al orgasmo, pídelo.
No dice nada. No dejo de embestirla. De absorber su qi. Puedo notar como tiembla. Como a su cuerpo le invade el placer. Como aprieta los dientes para resistirlo. Aparte de eso, no se mueve. Ya no trata de resistirse. Como si estuviera muerta. O dormida. Pero sus gemidos ahogados demuestran lo contrario.
–Mírate, te dejas follar sin intentar resistirte. Y no quieres reconocer que eres mía.
Sigue sin responder. Estoy un rato penetrándola. Su piel morena y sudada es lujuriosa. Las marcas claras de la ropa, sensuales. Su cuerpo atlético tiembla bajo mis embestidas. Su arrogancia se ha perdido bajo sus gemidos.
Resulta excitante dominar a quien quería robarme y matarme. Follarla. Entrar y salir de ella. Estrujar sus pechos. O sus nalgas. O golpearlas. O estirar de su pelo verde. O azotarla. O incluso clavarle los dientes.
Lang nos ha contado acerca de ella. No se llevaban muy bien. Es familia de uno de los sublíderes del clan. Así que actuaba arrogante. Amenazando con su familia si alguien le llevaba la contraria. De hecho, Lang no quería estar allí. Pero no había tenido otro remedio.
He sacado el bastón para mejorar "Corriente de qi". Para imbuirlo con qi. Gasta bastante practicar con él. He de mejorar eso también. Y aún no lo he conseguido usar con suficiente fluidez. He de aprovechar para practicar ahora que estoy absorbiendo casi todo su qi. Bronceada sigue al borde del orgasmo. Sigue sin rendirse. Sin someterse.
Cuando casi se le ha acabado el qi, guardo el bastón. Me concentró en ella. En el placer que me proporciona. En intentar doblegar a una "princesa" arrogante. Una que se sentía impune por robar a otros. Y matarlos.
Se estremece cada vez que la acaricio. Cada vez que la golpeo. Cuando aprieto en sus piernas. En sus nalgas. En sus pechos. Siempre añado qi. Pero sin permitirle llegar al clímax.
Ella sigue apretando los dientes. Tampoco se permite llorar. Sigue manteniendo cierto orgullo.
–Me pregunto que pensaría tu tío abuelo si te viera así. ¿Igual querría probar?– la provoco, mencionando al sublíder de la secta.
Parece que reacciona. Se ha puesto rígida unos instantes.
–Estaría orgulloso de ti. Estás siendo follada, pero no lo reconoces. Te has convertido en mi posesión, pero te niegas a aceptarlo. Aunque quizás no tanto de que hayas intentado robar. Sobre todo porque has fallado y te has convertido en mi juguete.
La verdad es que no soy muy bueno en esto. Estoy mezclando sugerencias de las chicas. Aunque parece que hablar de su pariente ha tocado algo.
–¿Quizás debería dejarte embarazada? Así sería de la familia– sugiero.
–No… Mátame…–susurra.
Me corro en ella. La lleno de mí mientras le susurro al oído.
–Sí reconoces que eres mía, puedo evitarlo. No te queda mucho tiempo. Piénsatelo. Pero primero…
Salgo de ella y le doy la vuelta. Quizás me he corrido, pero gracias a las técnicas del cuaderno tengo control sobre mí. Vuelve a estar erecto. Fuerzo sus piernas totalmente abiertas. La penetro analmente.
–Sabes, tienes un buen cuerpo. Y estás estrecha aquí. A pesar de lo que han jugado contigo. Supongo que te ha gustado. ¿Por eso eres tan tozuda? No te preocupes, esta noche seguirán. Hasta que asumas tu nueva posición. Ser mi juguete. Mi mascota.
Aparte la mirada. Aprieta de nuevo los dientes.
–Mmm, tus pezones están erectos– le digo, pinchándolos mientras la follo por el culo –. Parece que lo disfrutas más de lo que quieres reconocer.
Simplemente me dejo llevar. Follando su estrecho conducto anal. Jugando con sus firmes pechos.
–¿Seguro que no quieres correrte? Última oportunidad.
Se niega a hablar. Así que me corro otra vez dentro. Disfrutando del placer de llenarla. No sé si al final tendremos que matarla. No podemos liberarla. Ni llevarla conmigo sin estar dentro de la Residencia. Aunque ha habido algún pequeño cambio en ella. No sé hacia dónde.
Traigo a las esclavas para que la laven y la aten. Luego llamo a Yu, le toca acompañarme. Puede que se haya hecho un poco tarde, pero tenemos tiempo para llegar a la siguiente parada. En un par de días estaremos en la cueva donde encontramos a Wan y los traidores. A partir de allí, será terreno desconocido.
—————
Shi está hablando con Wan en el huerto. Supongo que están discutiendo sobre la posibilidad de plantar algo. Si está Wan, serán plantas medicinales. Como sea. Si quieren, ya me lo contarán.
De vez en cuando, nuestra aprendiz de alquimista se sonroja. Creo que todas disfrutan molestándola. Shi se ríe.
Yi y Song están luchando. Practicando. Liang disparando. Rayitas persigue las flechas. Ni que fuera un perro.
Bronceada está sobre mi hombro. Atada. Debe de estar cansada. Pero no la dejo dormir.
–¿Cuando podremos subir?– pregunta Yu.
–En unos cinco días. Deberíamos lograrlo antes de volver
–¡Bien! Es un pena que no podamos mostrarlo en la secta. Se morirían de envidia. Je, je
–¿Por el método?– le pregunta sonriendo.
–¡Tonto!– se queja, golpeándome, y ligeramente sonrojándose.
Sigue siendo tímida. La ataco por sorpresa, aprovechando que se ha acercado para pegarme. Cogiéndole suavemente del culo.
–¡Kong!– vuelve a protestar –Déja… Déjalo para luego…
De verdad, es demasiado seductora. No puedo evitar besarla. De repente, se separa.
–Hay algo allí– dice, señalando hacia un lado.
Nuestros sentidos se han agudizado últimamente. O, más bien, nuestro conocimiento del bosque. Está muy silencioso en esa dirección. Y ha sido de repente.
Nos acercamos con cautela. Hay una especie de barranco, así que no debería ser peligroso mirar desde aquí.
–¡Booom! ¡Crash!
Antes de llegar, oímos ruidos de golpes. De madera rompiéndose. Nos acercamos aún con más cuidado. Hay como un pequeño valle. En una parte de él, hay árboles rotos. Un simio de tres metros de alto se levanta en medio del destrozo. Parece herido. Ruge. Otro rugido de respuesta. Es otro simio. El primero es de un color verde azulado. El segundo, tiene un tono rojizo.
–Parece que Rojito ha lanzado a Azulito– bautiza Yu a los simios.
–Son fuertes. Quizás más que la etapa nueve– le respondo, preocupado.
Llamamos a las demás para que lo vean.
–Parece que Rojito es más fuerte– comenta Liang.
–Es una lástima, me gusta más Azulito– responde Song.
En serio, no las he llamado para esto. Es peligroso. Solo quería mostrárselo. Saber su opinión. Sobre si salir corriendo de allí. Para que estuvieran sobre aviso.
–No está todo perdido. Azulito es listo– interviene Shi, cuando este acaba de soltar una rama. Impacta contra el rostro de Rojito.
–Eso ha sido una buena jugada– ríe Yi.
Wan también está. No dice nada. Pero mira atentamente. Parece muy interesada en algo. También me ha mirado alguna vez. No sé si qué querrá algo. Aunque, cuando la hemos llamado para unas plantas, no ha dicho nada. Claro que eran unas "Lágrimas de la mañana", sea lo que sea. Y se ha emocionado con ellas. Olvidándose del resto del mundo.
–Rojito está furioso– comenta Yu.
–Oh, vaya, demasiado furioso. Ha caído en la trampa. Ese Azulito es bastante listo– añade Liang.
Rojito se ha lanzado hacía su enemigo. Y este lo ha recibido con una rama rota. Relativamente afilada. Una especie de lanza improvisada. Se ha roto, pero también se ha clavado. Debe doler. Al final estoy usando yo también los nombres que les ha puesto Yu.
–No puede mover el brazo. Azulito se está vengando– narra Song lo que todos vemos.
A Azulito se le vé herido por los golpes recibidos, pero puede moverse. Mejor que tener un brazo inutilizado como Rojito. Quizás roto. No deja de golpearlo. Con los puños. Ramas. Piedras. Rojito intenta defenderse. Pero un brazo menos es mucha desventaja. Quizás sea algo más fuerte. Pero no es suficiente.
Rojito acaba muriendo a golpes. Azulito se va. Golpeándose el pecho con una mano. Arrastrando el cuerpo con la otra. Lástima, debía de ser valioso. No podremos aprovecharlo.
–¿Po… Podemos bajar a mirar esos árboles?– pide Bai Wan, nerviosa.
–¿Qué tienen los árboles?– pregunta Yu, con curiosidad.
–Podrían tener "liquen de corazón de madera". Es una planta parasitaria, que se introduce en el interior de los árboles y se alimenta de ellos. Es muy difícil encontrarla. Tienen que ser árboles centenarios, y hay que cortarlos primero para ver si está. Pero allí hay tantos destrozados. Quizás…– explica.
Parece que cuando habla de plantas, se le acaba el nerviosismo. Cuando acaba, vuelve a mirar nerviosa. Jugueteando con los dedos. Miro a las chicas. Asienten. Así que ponemos una cuerda y bajo solo. Bueno, con la estudiante atada. Las llamo después de llegar. Miran alrededor, alerta. No hay rastro del simio u otras bestias. Pero estamos vigilantes.
Llamo a Wan. Inmediatamente se pone a inspeccionar los árboles. Igual de excitada que de costumbre cuando trata con plantas. La veo recoger algunos hongos o setas que estaban pegados a la corteza.
También dejo a Rui y Ning con Bronceada. Sigue sin rendirse. Así que le darán una sesión extra. Con cuidado de no ensuciarla mucho. Tengo que seguir llevándola. A Rong prefiero dejarla dentro. No me fío de ella. Podría intentar escapar.
–¡Aquí hay!– exclama excitada frente a un enorme árbol partido.
Con sumo cuidado va rompiendo la madera de alrededor del liquen. Las gemelas la ayudan. Es un trabajo un tanto lento. Por ello peligroso. Pero nada se acerca. A pesar del alboroto previo. O quizás por ello. Igual han huido todas las bestias.
–¡Aquí, Kong! ¡Mira que hemos encontrado!– me llama Shi.
Me acerco para comprobarlo. No me gusta su sonrisa. Más excremento. Esta vez de simio.
–¡Es perfecto! ¡Debe de ser de Rojito o Azulito! ¡Es de una bestia de nivel alto!– exclama Liang.
Las miro con mala cara. Lo están disfrutando. Lo guardo igualmente. Así como los troncos cortados. Si puedo levantarlos, puedo guardarlos. No me servirán para el trabajo de traer leña. Es demasiado diferente a la que hay cerca de la secta. Me descubrirían. Pero igual resulta útil en el futuro. Quién sabe. Total, el espacio parece ilimitado. Incluso tengo piedras.
Estamos casi una hora allí. Ha encontrado dos árboles con esos líquenes. Y otras plantas. Estamos algo nerviosos, pero el simio no ha vuelto. Así que trepo la cuerda con Bronceada. Luego llamo a Yi. Para seguir avanzando, esta vez más rápido. Hemos perdido mucho tiempo. Queremos llegar al refugio antes de la noche.
—————
Cuando llegamos a la cueva, encontramos huellas. Son pequeñas. Resultan ser ratas cornudas. Su fuerza es baja. Quizás equivalente a la primera etapa. Les impedimos la salida y dejamos que Rayitas se encargue. Parece divertirse. Casi me dan pena esas ratas.
De repente, me doy cuenta de algo. Bronceada está temblando. ¿En serio? ¿Un cultivador al que le dan miedo las ratas? A Rayitas ya la había visto. No me lo creo.
Así que cojo una viva. Rayitas me la ha traído. Y otra a Liang. Que no sabe qué hacer con ella. No son muy apetitosas. Me acerco a la estudiante y le quito la mordaza. Le pongo la rata delante.
–¿No te gustan las ratas?– le pregunto.
–¡Apártala de mí!– exclama aterrada. Su miedo es irracional. Quizás se deba también al cansancio.
–He oído que la mordieron de pequeña. Debe tener un trauma con ellas– explica Lang.
–Oh. Quizás deba dejar que la muerdan otra vez.
–¡No! ¡Apártala! ¡Haré lo que quieras!– entra en pánico.
–¿Entonces eres mía?
–¡Soy tuya! ¡Solo apártala!
Puedo notar su miedo. Su odio hacia mí. Pero también que se ha rendido. Al menos por ahora. Puedo llevarla dentro. Es un desenlace inesperado. Así que llamo a Rui.
–Ocúpate de enseñarle las normas. Está bajo tus órdenes. Hacedle lo que queráis.
Rui asiente y las envío a las dos de vuelta.
–¿Cómo podríamos hacer que la rata me considere su dueño?– les pregunto.
Me sería útil tenerla para asustar a Bronceada. Las chicas enseguida se dan cuenta de mis intenciones.
–¿Quizás asustándola con Rayitas? ¿Y entonces tú la proteges?– sugiere Song.
–Podemos intentarlo. Ven Rayitas– llama Liang a la pequeña tigresa.
Y así estamos un rato. Asustando a la pobre rata. Nuestra tigresa parece encontrarlo divertido. El pequeño animal tarda un rato en darse cuenta de que conmigo está segura. La siguen acosando un rato más. Le doy también un poco de comida. Acaba siendo bastante leal a mí. No ha sido muy difícil. Me pregunto si la puedo subir de nivel. Le podría dar de comer plantas mágicas para probar. Por ahora, me servirá para mantener a raya a Bronceada.
Dejo a la rata durmiendo en una pequeña cama de paja en la Residencia. Las chicas han dicho que intentarán que Rayitas se acostumbre a ella. Parece que quieran intentar adiestrarla. Inclusa la encuentran mona. La han bautizado como Terror. En honor a Bronceada.