—¿Es eso lo que piensas de mí? ¿Un bruto que lastimaría a su propia mujer e hijo solo porque estaba enfadado? —Henry giró su cabeza hacia Kate y la miró con incredulidad.
—No, solo que… —Kate dudó, ya que sentía que estaba tratando de compensar su cruel acto—. Te abandoné cuando estabas en una condición crítica. Te separé de tu hijo durante dos años. Tu rabia es justificada, y yo… Yo solo quería darte una forma de desatar tu ira.
—¿Al golpearte?
—… sí —asintió firmemente Kate—. Está bien, Henry. Sé que estuve mal al dejarte. Si golpearme te da tranquilidad, entonces hazlo ahora.
Henry apretó sus puños hasta que las venas sobresalieron en sus manos. Agarró el hombro de Kate y la forzó a mirarlo.
Kate levantó la vista y miró detenidamente al hombre que tanto quería en su corazón.
Sabía que no había vuelta atrás desde el momento en que Henry posó sus manos sobre ella, y luego Kate podría finalmente avanzar completamente.