—Niall está perfectamente bien —Maxwell lo aseguró. Lucas sintió como si le hubieran sacado una espina del pecho. Estaba tan aliviado que quería llorar.
—¿Dónde está? —preguntó. Saber que Niall estaba bien no era suficiente. Quería ver al niño y comprobar por sí mismo si realmente estaba bien.
—Sígueme —le dijo su amigo, llevándolo a una habitación junto a la sala de emergencias. Cuando Maxwell abrió la puerta, encontró a Niall acostado en la cama. Durmiendo.
Con velocidad de rayo, Lucas ya estaba en la cama, revisando al niño en busca de alguna lesión, aunque Maxwell le había asegurado que el niño estaba bien. Después de un momento de inspección, no encontró nada, ni siquiera una herida. Revisó los brazos de Niall y luego, con cuidado, levantó el pijama que cubría sus piernas para ver si estaba lastimado allí, pero aún así no encontró nada, ni siquiera un rasguño. Aliviado, el retumbar en su pecho se calmó.