—No me voy a ninguna parte —afirmó Aliana con severidad—, enfrentándose a los dos hombres molestos, que querían enviarla de vuelta a la manada del Lobo Aullante. —Sirvo a la luna y recibí la orden del alfa, sin su permiso, no voy a ninguna parte.
Aliana estaba un poco pálida, porque acababa de sentirse mejor después de lo que pasó, sin embargo, para su sorpresa, despertó y vio que Jace la esperaba, él estaba sentado en la silla junto a su cama improvisada, listo para llevarla de vuelta a su manada, afortunadamente despertó o si no, no habría podido tener esta argumentación.
—¡Deja de ser tan terca, Aliana! —Jace rugió—. Era muy raro que el beta alzara la voz contra su hermana menor anteriormente, pero cuando lo hacía, uno podía imaginarse cuán frustrado estaba con ella. —¡Te voy a subir a ese maldito carruaje con o sin tu permiso! ¡Tienes que entrar en el carruaje ahora, o tendré que cargarte, tú eliges!
Aliana levantó su barbilla arrogantemente. —O puedes enfrentarte a mí, Jace.