En la próxima vida, no deberían encontrarse de nuevo.
Ella levantó su arma y la apuntó a la cabeza de Edward.
—Jeanne —Edward de repente la llamó.
Los ojos de Jeanne titilaron. En ese momento, su dedo que estaba en el gatillo temblaba.
—Déjame tocar al bebé en tu estómago —dijo Edward.
Quería que ella cumpliera su último deseo.
La garganta de Jeanne se movió.
Mientras dudaba, vio a Edward tirar al suelo la pistola negra que había arrebatado de los guardias.
En otras palabras, había tirado todas las armas que tenía para la autodefensa.
Aunque fuera inútil en la situación actual, las personas en el campo de batalla nunca tirarían sus armas de autodefensa, aunque fueran inútiles.
El momento en que las tiró, significaría que se rendía.
—Está bien —Jeanne aceptó.
Le prometió que antes de que él muriera, le permitiría tocar al niño no nacido en su estómago, así que caminó frente a él.
Cuando los dos estaban a solo un paso uno del otro, Edward extendió su mano.