Ricardo y yo caminamos por el pasillo hacia una sala de dibujo. No solo el exterior sino también el interior tenía un diseño minimalista. No se puede ver ningún diseño lujoso en ninguno de los muebles del interior.
—Por favor, tomen asiento mientras esperan a la señora de la casa —dijo el mayordomo—. Prepararé algo de aperitivos y refrescos, ¿así que puedo retirarme?
—Por supuesto —respondí.
Me encontraba mirando a mi alrededor, sintiéndome un poco nerviosa ante este encuentro inevitable con mi hermana, Verónica.
—No te preocupes demasiado, hermana —Ricardo me dio una palmada reconfortante en la mano—. Hermana Verónica ya ha cambiado mucho. Ella no es la antigua Verónica que menospreciaba a las personas por debajo de ella. También ha estado bastante tranquila últimamente, lo cual es preocupante.
—Eso es tan poco característico de ella —respondí.
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