El rostro de Cristóbal se puso rojo de ira mientras los miraba fijamente. Apretó los puños, sus nudillos se volvieron blancos.
Pensó que la haría feliz antes de preguntarle sobre la carta. Así que, en el camino de regreso, se detuvo a comprar chocolates y helado, y luego fue al florista para comprar flores para ella.
Para su gran sorpresa, ella estaba con Jasper.
Abigail se había negado a hablar con él y le había pedido repetidamente que la dejara en paz, pero no parecía sentirse incómoda con Jasper.
Christopher se preguntó si ella también le había pedido que se fuera. Sintió una sensación de traición y celos. Su mente corría con pensamientos sobre de qué podrían estar hablando.
—¿Le habrá contado sobre la carta? —se preguntó.
La idea de que ella tuviera más fe en los demás que en él lo inquietaba. Quería preguntarle en qué fallaba al mostrarle su amor y cuidado hacia ella para que no confiara en él.