No sé qué me pasó. Pasé de no tener apetito en absoluto a desear comida todo el tiempo. Pero la comida no era lo único que deseaba. Miré a Lucian desde donde estaba sentada frente a él en la mesa. Él comía tranquilamente en comparación conmigo, que intentaba meter todo a la vez en mi boca.
Mi cuerpo me dolía mientras lo estudiaba en silencio. Aunque estaba adolorida, no me importaría volver a la cama y repetir lo de anoche de nuevo.
—Me estás mirando así otra vez —Él sonrió.
Deja de sonreír, quería gritar. Su sonrisa no me lo estaba facilitando. Metí la carne a la parrilla en mi boca e intenté concentrarme en cómo sabía en lugar de en él.
Lucian se rió. —Come despacio. Podrías tener indigestión.
Maldije por dentro. Incluso su risa era tentadora.
¿Qué me pasaba?