En un mundo salido de los cuentos de hadas, donde los dragones dominan los cielos y la magia es tan común como el aire que se respira, se sitúa la Academia Mágica Imperial. La escena del día se desarrolla en la amplia cafetería de la academia, donde los murmullos de las conversaciones se mezclan con el chisporroteo de los fogones mágicos y el agradable aroma de pasteles recién horneados. Aquí, el joven profesor de magia, Johnathan, y la noble estudiante, Lady Donna Glais, hija del Emperador del Reino Humano, tienen una cita.
Apenas conocidos, sus caminos se han cruzado debido a las supuestas dificultades de Lady Donna con la densificación de Qi, un arte mágico que Johnathan domina a la perfección. Ambos se sientan en una mesa aislada en una esquina, cerca de la ventana de cristal que ofrece una vista panorámica de los frondosos jardines de la academia.
La cafetería es un hervidero de actividad, pero la burbuja en la que se encuentran parece aislarlos del bullicio circundante. Un aire de seriedad se cierne sobre la pareja mientras toman su té, servido en finas tazas de porcelana con ribetes dorados. Un plato de pastelitos de crema y frutas frescas está dispuesto en el centro de la mesa, aunque ambos parecen demasiado concentrados en la conversación como para prestarle atención.
El debate se prolonga, con Lady Donna insistiendo en su dificultad para densificar el Qi y Johnathan, cada vez más sospechoso, tratando de descubrir la verdadera razón de su insistencia. Lady Donna expone sus argumentos con elegancia y persuasión, describiendo en detalle su lucha con el manejo del Qi. Sin embargo, Johnathan, aunque atento, no puede evitar percibir la falta de sinceridad en su voz.
Durante toda la conversación, los ojos de Johnathan brillan con astucia, observando cada gesto, cada pausa y cada mirada de Donna. Ella es una estudiante ejemplar, con un control excepcional de la armadura rúnica y una habilidad natural para manipular su Qi. Algo no cuadra, y está decidido a descubrirlo.
Con una sonrisa irónica, Johnathan decide poner a prueba a Lady Donna. Crea un minúsculo círculo rúnico en su palma y lo infunde con su Qi. El círculo brilla intensamente y una pequeña esfera de luz aparece flotando sobre su mano. Johnathan se la pasa a Donna, diciéndole que trate de densificar el Qi en su interior.
Lady Donna la toma entre sus dedos con una expresión ligeramente sorprendida, y entonces algo asombroso sucede. La esfera de luz, inicialmente difusa, se condensa hasta convertirse en un pequeño punto brillante, evidencia inequívoca de que ella ha densificado exitosamente el Qi.
Johnathan rompe a reír, su risa resonando en la tranquila cafetería. "Lady Donna, si querías una cita conmigo, sólo tenías que decírmelo directamente", dice entre carcajadas. "No hay necesidad de inventar problemas con tu Qi. Mientras no tengas intenciones maliciosas, estaré encantado de acompañarte a tomar el té".
Donna se sonroja, pero luego sonríe, pareciendo tanto aliviada como divertida por la situación. "Parece que me has descubierto, Príncipe Johnathan", admite. "Supongo que tendré que ser más directa en el futuro".
Después de compartir unas cuantas risas y terminar sus tazas de té, se despiden. Johnathan regresa al salón de clases para despedir a sus estudiantes, preguntándose en el camino por qué Donna estaría ausente de clases. Aunque es un nuevo año y él tiene una gran cantidad de nuevos temas que enseñar, no puede evitar una sensación de anticipación por lo que el futuro pueda deparar con la intrigante Lady Donna. Al fin y al cabo, una Academia Mágica Imperial siempre está llena de sorpresas.