Habían pasado varias horas, y Quinn y Sil se habían quedado sentados en el mismo lugar. No se habían movido. Mientras lo hacían, Quinn escuchó todo lo que Sil tenía que decir. Tal vez fue porque ya no había nadie con quien hablar en su cabeza, o simplemente necesitaba soltar todas las emociones reprimidas dentro de él.
Sil le contó todo a Quinn, cómo fue su vida mientras crecía, cómo llegó a conocer a Vorden y a Raten y por qué estaban en su mente. Incluso explicó cómo funcionaban sus habilidades y cómo sacrificaron sus vidas para salvar a todos.
—Vorden y Raten, huh. Ambos, hasta el final, cuidaron a todos. —dijo Quinn.
—Lo sé, solo quiero que vuelvan; no puedo hacer esto solo. —dijo Sil.
Levantándose, Quinn hizo un rápido estiramiento ya que su cuerpo comenzaba a sentirse adormecido.