Desde que Lith había sido admitido oficialmente en la academia White Griffon, las vidas de los habitantes del pueblo de Lutia se habían vuelto más fáciles y seguras, especialmente para Nana. Cuando se supo que el pueblo era el lugar de nacimiento de un mago, los nobles se volvieron más amigables, evitando infringir la ley o causar problemas.
Incluso los comerciantes en tránsito eran más propensos a ofrecer descuentos. Ya no se atrevían a acosar a los herreros locales. La pandilla habitual de pícaros y alborotadores, que solían pasar el rato cerca de la taberna durante la noche, se habían vuelto mansos o habían abandonado Lutia para siempre.
Por supuesto, tal comportamiento no provenía de la bondad de sus corazones, ni del miedo al joven que quizás en el futuro se convirtiera en un gran mago. Todos sabían que estaba lejos y que pasarían al menos dos años antes de su regreso.