No importaba cuánto lo intentara Scarlett, no conseguía dormir, a pesar de saber que su cuerpo estaba cansado; de alguna manera, su cerebro no dejaba de pensar.
Existía un alboroto en su mente —todos los eventos de los últimos años se proyectaban en una pantalla de cine mental, acompañados por los sonidos de cada escena.
Scarlett dejó de resistirse, simplemente saboreando las escenas que se desplegaban en su mente con los ojos cerrados. Hacía un esfuerzo por no moverse ni un ápice, temerosa de que Xander se diera cuenta de que no estaba dormida.
Eran aproximadamente las cinco de la mañana, el sol aún no brillaba, y Xander continuaba durmiendo profundamente. Scarlett abandonó la pretensión de dormir. Lentamente se levantó de la cama y caminó de puntillas hacia la puerta, decidiendo ir a revisar la condición de su madre.