Lado Oeste del hospital
Punto de vista del vicedirector Mora
Tres días pasaron desde que envié a esos seis muertos de hambres afuera a buscar comida. Ninguno volvió por lo que asumí que habían muerto. Ya era hora de desayunar por lo que me fui a la bodega de alimento en el comedor. Tenía resguardada la zona con gente de confianza por lo que nadie se atrevía a intentar robar comida. Abrí la bodega y empecé a revisar los cartones vacíos en busca de comida. Sin embargo, por más que busqué por un buen rato no encontré nada de comida.
Gordo: ¿¡Que paso aquí!? ¿¡Donde está la comida!?
¿?: Señor los suministros se acabaron ayer. Ya no nos quedan alimentos.
Gordo: ¿Cómo?
¿?: ¡Si señor, usted derrocho mucho repartiendo demasiada comida los primeros días!
Gordo: ¿¡Como te atreves a hablarme así!?
¿?: Yo… señor…
Saque el arma que cargaba conmigo y la apunte a la frente de mi asistente que hasta la fecha nunca recordaba su nombre. Últimamente me tenía cansado con todas las quejas de estos parásitos que estaban en este hospital.
Aprete ligeramente el gatillo hasta que recordé un suceso.
Gordo: Dijiste que esa perra obtuvo comida hace un par de días atrás ¿verdad?
¿?: Yo…. Yo…
Gordo: Responde o te reviento la cabeza.
Coloque la boca de la pistola sobre la frente de mi asistente lo que lo hizo temblar mucho.
¿?: Si… ¡Si señor!
Gordo: ¡Perfecto! Esa perra es muy caritativa. No le molestara compartir un poco de comida con nosotros.
Retiré el arma de la frente del asistente y volví a decir.
Gordo: Reúne a todos. Vamos a visitar el ala este del hospital.
El asistente salió corriendo y yo regrese a mi habitación. Tenía que vestirme adecuadamente para un momento especial. Al fin y al cabo, me voy a reunir con esa mujer.
Media hora había pasado y me encontraba detrás de la puerta más cercana al ala este. Frente a mi había diez personas. En un principio éramos alrededor de treinta, pero han ido muriendo de deshidratación, hambre o por capricho mío. Siete de las personas frente a mi eran hombres y tres eran mis juguetes personales.
Gordo: Hoy nos reuniremos y saldremos del hospital. La comida y el agua se han acabo y con ello nuestras posibilidades de sobrevivir han disminuido.
En este punto todos se pusieron rígidos y nerviosos por el miedo a algo completamente inevitable, la muerte.
Gordo: Sin embargo, no hay que perder las esperanzas. Hace unos días me informaron que en el ala este tenemos comida que fue adquirida por la antigua directora que huyo de aquí. Esa persona a la que una vez aclamamos como jefa está comiendo generosamente todos los días. Es su deber compartir con nosotros. ¿No lo creen?
Al escuchar mis palabras todos entraron en una especie de colera y enojo ante la clara injusticia. Debía de convertir a esa perra en una villana para que mi plan tenga éxito.
Gordo: Como no quiere darnos la comida y el agua que es nuestra por derecho. Tenemos que adquirir a la fuerza. ¿Quién está conmigo?
Multitud: ¡YOOOOOOOOO!
Con esas palabras dichas abrí las puertas que una vez estuvieron bloqueadas para evitar que entraran los monstruos.
Punto de vista Leo
En estos días he estado saliendo ocasionalmente para practicar mi estilo con la espada. Los goblins normales ya no eran una gran amenaza y la dificultad de las caserías se redujeron volviéndose algo rutinario. Aproveche para inspeccionar edificios cercanos en busca de suministros extras que he estado donando a los supervivientes del hospital. Lo cual ayudo a aliviar la situación. Julia y Alejandra me acompañaban ocasionalmente. Quería que Alejandra se fortaleciera por lo que le enseñe el uso de la espada. Esto también era un experimento para saber si las habilidades se podían adquirir sin tener que comprar una habilidad.
Mi nivel no aumento ni tampoco obtuve una habilidad nueva. Solo aumentaron mis estadísticas base un poco.
Hoy no era diferente por lo que salí a practicar nuevamente junto a Kitty. Había recolectado las piedras de manas. No todos los monstruos lo tenían por lo que tenia de diseccionarlos para buscar esas piedras. Algunos monstruos lo tenían en el pecho y otro en el cerebro. Era desagradable cuando lo hacía en monstruos humanoides, pero en animales era lo mismo que cortar un pollo. Les quitaba la piedra y me quedaba con los cuerpos de los jabalís. Era carne que podía ser consumida o eso creía.
Lo probaría después en mí mismo primero para asegurarme de que sea comestible. Si es comestible sería una buena noticia, ya que podríamos asegurar una fuente de suministros. No solo aliviaría la hambruna si no que fortalecería a los miembros del refugio al cazar. Los monstruos de tipo bestias eran fuertes pero sus patrones de ataque eran muy predecibles por lo que no eran una amenaza si puedes identificar esos patrones de movimientos.
Ya casi era medio día por lo que decidí regresar. No estaba muy lejos del hospital por lo que llegue rápido. Entre con el código de entrada que habíamos diseñado y el mismo anciano de la última vez me abrió la puerta. Fui directo a las duchas ya que estaba empapado en sangre y apestaba. Sacar esas piedras provoco que estuviera bañado en sangre.