Narra Matthew
Puedo sentir como la temperatura desciende lentamente y parece ser que cada día suele estar más frío y helado que el anterior.
Quizás se deba por la tormenta de nieve que se aproxima —pensé.
La clase ya había terminado y mis ganas de querer ver a Liam son cada vez más grandes. Al recordarlo, varios recuerdos pasaron por mi mente y toqué mis labios al recordar a Liam besándome; sus labios dulces y cálidos, me hicieron sentir algo por dentro que jamás había sentido por alguien más. Simplemente fue algo mágico.
Liam es un chico muy especial y misterioso; su cuerpo irradia calor no solo con hacer contacto y a pesar de ser extraño, me gusta.
—¿En qué estás pensando? —Ray interrumpió mis pensamientos, haciendo sonar bruscamente la puerta de mi casillero.
—En nada —intenté escapar.
—Tu no irás a ningún lado —me bloqueó el paso, atravesando su brazo por delante de mí y apoyándolo en la pared
—Espera —lo interrumpió Douglas—. Ten cuidado, le puede hablar a su perro guardián —fingieron tener miedo y a la vez soltaron una carcajada.
—Será mejor que nos entregues nuestra tarea —hizo una mueca.
—No la hice —respondí con voz temblorosa y bajé la mirada, luego sentí como Ray me sujetó de las mejillas para levantarla.
—¿Qué no hiciste, qué? —frunció el ceño, en ese momento sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo.
—¿No escuchas o qué? —quité su mano de mi rostro—. ¡Dije que no la hice! —no supe de dónde saqué el valor para hacerle frente a Ray—. Y no pienso hacer la tarea de ninguno de ustedes dos nunca más —la mirada de ambos se tornó seria.
—Si así lo quieres…
Intenté escapar de ellos y correr lo más que mis pies me lo permitieran en ese momento, sin embargo fue demasiado tarde, pues lograron sujetarme de los brazos y me llevaron arrastrando por el pasillo. Quise pedir ayuda, pero por el pasillo no abundaba ningún alma a excepción de nosotros.
Entramos al baño de hombres y cuando Douglas me soltó para abrir un cubículo, quise huir. Desafortunadamente, Ray poseía una fuerza superior a la mía y solo bastó con él para impedir mi escape.
—No no no… —intenté luchar, además de forcejear para tratar de zafarme del agarre de Ray, pero todo fue en vano— . Por favor no...
Me obligó a entrar y a ponerme de rodillas frente al retrete, ahí fue cuando pasaron los segundos más desagradables de toda mi vida. Me tomó del cabello y metió mi cabeza dentro del inodoro; por más que no quisiese, el agua entró por mi boca y nariz, algo que logró asquearme al instante; cada segundo ahí dentro sentía que me ahogaba.
Jaló mi cabeza hacia arriba y tomé una bocanada de aire.
—¿Estás seguro que no harás nuestra tarea? —susurró amenazante a mi oído—. Más vale que mañana esté hecha, si no… te esperará algo peor —soltó mi cabello.
En el momento que escuché la puerta cerrarse, por intuición cerré la puerta del cubículo y no tuve de otra que tirarme al piso, mientras las lágrimas salían de mis ojos y caían por mis mejillas; llevé mis rodillas a mi pecho y me abracé a mí mismo.
Narra Liam
Perdí la noción del tiempo y sigo sin saber qué hora es, pero de lo que estoy seguro es que ya es tarde, por lo que me apresuré a tomar una ducha rápida de tan solo unos pocos minutos.
Dallas y Malia se mudaron esta mañana, no de la ciudad sino a casa de Joe, sus padres no tuvieron problema alguno con que los mellizos puedan quedarse un par de días o semanas en su morada.
Finalmente estacioné el auto en el instituto y bajé de él, haciendo sonar la puerta y llevé mi mochila a mi hombro izquierdo. Caminé rápidamente por el pasillo cuando un sollozo hizo que me detuviera al instante, giré hacia la única puerta que estaba al lado de mí y entré al baño de hombres para solo mirar de reojo el lugar.
Las puertas de los cubículos estaban cerradas, pero los lloriqueos no se detenían por lo que tuve que inspeccionar cada puerta hasta encontrar a quien menos me esperaba.
—¿Qué estás haciendo aquí? —mi corazón se aceleró.
Ver a Matthew sentado sobre el inodoro con los pies arriba de este y abrazándose a sí mismo me hizo sentir preocupado; subió sus pies arriba del inodoro para que no pudiera ser descubierto por nadie y agradezco que sea yo quien lo haya descubierto.
Pude notar su cabello mojado, el cual seguían cayendo gotas de este para caer al piso y en su abrigo. No quiso levantar la mirada ni mucho menos hacer contacto visual conmigo.
Lancé mi mochila a mi lado y me puse de cuclillas frente a él.
—Hey, ¿qué pasó? —coloqué mi mano muy cerca de su pie.
—Quiero irme a casa —respondió.
—Está bien, vamos. Yo te llevo, ven —me levanté, seguidamente tomé su mano para jalar de ella.
Lentamente se fue levantando y aun sin levantar la mirada, se sentía avergonzado tras verlo en esta situación.
—Espera —me quité el suéter que tenía y le cubrí el cabello con este, también aproveché para levantar nuestras mochilas del piso y lo acompañé hasta mi auto.
Abrí la puerta del copiloto con las llaves y ayudé a Matthew a entrar y a ponerse el cinturón de seguridad, mientras su cuerpo temblaba. Rodeé el auto lo más rápido posible y abrí la puerta del piloto, una vez dentro me puse el cinturón de seguridad.
En todo el transcurso no dijo ninguna sola palabra; me dolía verlo triste y en estas circunstancias
Estacioné el auto a un lado de la acera y bajé de este para abrir la puerta del copiloto.
—Vamos —estiré mi mano hacia él para ayudarlo a bajar.
Puse su brazo izquierdo por encima de mis hombros para hacer que entrara en calor y entramos a su casa, la cual abundaba nada más que la soledad y silencio absoluto, pero este último no duró mucho, pues logré escuchar unas pisadas aproximándose de un can.
Era un poco extraño que sus padres no estuvieran aquí o por lo menos su madre.
Quizá ambos están trabajando —pensé.
—¿Dónde están tus padres?
—Mi madre murió hace cinco años y mi padre pasa la mayor parte del tiempo en su trabajo para tratar de olvidarla.
—Lo siento, yo... no debí preguntar algo tan personal —lo hice poner más triste de lo que ya se encontraba.
—No te preocupes —limpié una lagrima que salió de su ojo.
—Te acompañaré a tu habitación para que tomes una ducha.
—Está arriba —señaló las escaleras.
Por intuición supe donde se encontraba, una vez que subimos todos los escalones entramos a esta y lo guié hacia la única puerta que se encontraba en la habitacion, ademas de la puerta por donde entramos; deduje que alli estaria el baño y así fue.
—Entra —le dije.
Su mirada seguía igual de triste, seguía atrapado en sus pensamientos y a este ritmo caerá en depresión.
Entré con él y cerré la puerta detrás de mí, pasé por delante de él haciéndolo sentar sobre el inodoro, luego fui deshaciéndome de mi ropa y la acomodé en un lugar para que no se mojara.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó nervioso.
—Me ducharé contigo —me deshice de mi playera y otras prendas—. No te preocupes, me quedaré en calzoncillos —dicho y hecho, me deshice de mis vaqueros azules.
Pude ver a través del reflejo del espejo como sus ojos se posaron sobre mi espalda. Su corazón latió mucho más rápido y en el momento que me di la vuelta, levantó su mirada hasta encontrar mis ojos.
—¿Estás bien? —sus mejillas se tornaron rojizas.
—Si —respondió con voz temblorosa.
—Anda. Abriré el agua de la ducha, mientras te desvistes.
Me di la vuelta, me llevó bastante tiempo regular el agua y cuando pude observar el vapor desprender del agua, deduje que la temperatura del agua estaría bien para Matthew.
—¿Está lis…to? —en el momento que giré mi cuerpo hacia él, no pude evitar verlo de arriba hacia abajo.
Quería abrazar su cuerpo, tenerlo junto al mío y nunca separarme de él; sentirlo y que me sienta a mi recorrer cada parte de él con mi tacto; también añoro susurrarle cosas lindas al oído y besar su abdomen, y subir lentamente hasta sus labios, detenerme en su cuello y besarlo , mientras lo tomo de sus manos y solo escucho sus gemidos de satisfacción.
—No me mires así —se abrazó a sí mismo—, me siento extraño…
—Lo siento, en verdad… me encanta tu cuerpo —dibujé una sonrisa en mi rostro.
—Gracias —me devolvió la sonrisa.
—Será mejor que entremos, después de ti —le hice paso.
Pasó por delante de mí, luego de que el agua golpeó su cuerpo me dispuse a entrar y deslicé la puerta de cristal para así evitar que el agua cayera fuera de esta y resbalara por el piso.
Sé que en estos momentos está tan nervioso tanto como yo, sin embargo trató de no mostrar mi nerviosismo frente a él, pero Matthew tiene gran dificultad para ello.
—Matthew —le susurré con el fin de que se diera la vuelta.
—¿Si?
Cuando su mirada quedó a la altura de la mía, me dispuse a besarlo y pegar su cuerpo junto al mío, sin importar que pudiera sentir mi alto calor corporal. El agua caliente era la excusa perfecta para ello.
Puse mis manos en su cintura y él me rodeó los hombros con sus brazos, poco a poco su timidez fue desapareciendo y eso me agradó. Tras unos largos segundos tuvimos que separarnos para llenar de aire nuestros pulmones, en el instante que abrí mis ojos me encontré con los suyos.
Me gustas, Matthew.
—¿Sucede algo?
—No, simplemente estoy feliz…
No demoramos mucho en salir de la ducha, me apresuré en secar mi cuerpo y vestirme, una vez listo me dispuse a bajar a la cocina para preparar un té. Luego de varios minutos, Matthew bajó y se sentó en el sofá con su pijama de oso panda.
—Aquí está —le extendí la taza y sus manos rozaron con las mías—. Es té de manzanilla, bebelo con cuidado —le advertí, ya que podría quemarse la lengua.
—Gracias, Liam —bebió un sorbo, después hizo una pausa mientras el té caliente recorría su garganta y volvió a beber otro sorbo—. Está delicioso y muy caliente —su boca desprende vapor luego de soltar un soplido.
—¿Te sientes mejor? —me senté en el sillón que estaba al lado de él y lo observé desde allí.
—Si —colocó la taza sobre la mesa ubicada en el centro.
—Me da gusto —le sonreí.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—¿Me dirás que sucedió hoy? —alcé una ceja.
—Ya no importa —bajó la mirada.
—Claro que sí importa —me senté a su lado para encontrar sus ojos—. ¿Quién fue? —su silencio hizo que yo mismo me respondiera—. Fueron ellos, ¿no? —entrecerré los ojos.
—Si, fueron Ray y Douglas —apreté mis manos lo más fuerte que pude.
Debería volver y patearles el trasero a esos tipos. Sin embargo, algo me lo impide y es que esos idiotas son Cazadores de Hombres Lobo, de no ser así los daría por muertos.
—Liam, ¿puedo preguntarte algo? —volteé a verlo sin responder. Él tenía su mirada perdida en el piso—. Es algo que no entiendo, ¿por qué tu cuerpo desprende mucho calor? Mientras nos bañamos pude sentirlo —nuestras miradas se cruzaron.
—Supongo que fue por la temperatura del agua.
—No —dijo—. No solo hoy, también lo he notado cuando besaste el día anterior y cuando te abracé.
—No lo sé —fingí estar confundido conmigo mismo—. Supongo que es algo que me hace especial. Como si fuese un Don.
—Quizás tengas razón —comencé a respirar tranquilamente—. ¿Quieres saber cuál es mi Don? —lo miré extrañado.
—¿Acaso eres un ser sobrenatural? —comencé a desplazarme hacia al lado contrario a él fingiendo miedo.
¿En serio, Liam? —dijo mi mente.
—No —soltó una pequeña risa—. Esos son seres mitológicos, no existen, Liam. Pero en caso de que me estuviera contradiciendo les tendría un miedo inimaginable —tragué saliva—. En fin, quiero decir que mi Don es, preocuparme más por las personas que conmigo mismo —solté una risa amigable.
—Matthew, eso no es un Don... más bien es una cualidad tuya. Tu personalidad es la que te hace único y diferente a los demás.
—Liam, necesito decirte algo muy importante —logré escuchar la voz de Joe. Se escuchaba extremadamente nervioso—. Estoy afuera de la casa de Matthew . Es algo relacionado con Nathaniel.
¿Quién demonios es Nathaniel?