Narra Liam
La lluvia ya se había detenido desde hace un buen rato y la puesta del sol se iba aproximando lentamente por lo que decidí regresar a casa y me dirigí al patio trasero con la mirada en el suelo húmedo y lodoso.
Una vez estando ahí, apoyé mi espalda en la corteza del árbol que se encontraba ahí mismo y miré hacia arriba en lo que él llegaba a mi lado.
—¿Lo besaste? —preguntó Joe.
—Si —respondí sin verle el rostro—. No pude evitarlo.
Llevé mi mano a mis labios al recordar el dulce sabor de los suyos sin apartar mi mirada del cielo.
—¿Estás completamente seguro de lo que estás por hacer?
—Si. Es algo que no dejo de pensar —desvié mi mirada hacia él.
—¿Y qué harás? —pensé muy bien en mis palabras.
—Por el momento dejaré que el tiempo se encargue de todo —aparté la mirada—. Quizás se lo diga después de la luna llena —el silencio se hizo presente, pero no por mucho—. Por cierto. ¿Qué estás haciendo aquí? —alcé una ceja—. ¿Estabas vigilándome?
—No no no no —repitió varias veces—. Caminaba cerca de aquí... Mi casa está exactamente frente a la tuya y...
—¿Estás seguro que es eso, Joe? —me levanté del suelo y lo miré a los ojos—. Yo estoy completamente seguro de que no es eso. ¿Por qué estás aquí?
—Ya te lo dije... Estaba cerca de aquí y vine para acá en cuanto te olfateé.
El zumbido de un objeto volando por los aires llamó la atención de los dos y giramos nuestras cabezas hacia esa dirección, el sonido provenía del bosque. Luego se escuchó el aullido de un lobo no muy lejos de aquí.
—¡Aúúúúúúúúúúú…! —pidió ayuda.
—¿Qué fue eso? —pregunté con una voz temblorosa.
—Ese es el sonido que hacen las flechas que son disparadas por los Cazadores —Joe quedó sin aliento—. Salieron de caza.
—Debemos ayudarlos.
—¿Estás loco...? Cruzando ese muro está el bosque, podríamos morir.
—Yo no te obligaré a ir a ninguna parte, Joe... Deséame suerte.
El muro tenía una altura de dos metros y medio por lo que tuve que tomar un poco de velocidad para poder pasar al otro lado con un gran salto. Apoyé toda la fuerza en mis pies para aterrizar correctamente sin perder el equilibrio y caer al suelo lleno de lodo, pero gracias a ello no sucedió, pues caí en el pasto y logré cruzar con éxito.
Solo tenía al frente de mí enormes árboles y pinos acompañados de arbustos y pasto, poco después Joe aterrizó a mi lado.
—No irás solo —inconscientemente sonreí.
—Gracias, Joe.
—Luego me regresas el favor…
—¡Aúúúú...! —giramos hacia el lado noreste del bosque.
—Debemos de transformarnos para encontrarlo más rápido —dije.
—¿Tienes idea de que estaremos desnudos cuando volvamos a ser humanos?
—Si... No tenemos alternativa —gruñó.
Muy bien... Aquí voy.
Fruncí el ceño acompañado de un pequeño grito para transformarme en mi forma lobo; el pelaje y mi aumento de masa muscular hicieron que mi vestimenta cayera al suelo hecha trizas.
Miré a Joe, quien aún seguía sin transformarse. Le llegaba exactamente a la altura de sus hombros.
Al ver que seguía sin reaccionar tuve que aullar para que reaccionara y se diera prisa; agitó su cabeza hacia los lados, luego imitó mi acción y se convirtió en un lobo cuyo pelaje es blanco.
—¡Aúúúúúúúúúúúúú...! —comenzamos a correr por el bosque lleno de lodo.
...
—"Joe, aquí están" —aullé.
Llegó a mi lado al instante. Eran dos jóvenes de nuestra edad quienes estaban en peligro, un chico y una chica cubiertos de lodo y barro con varias heridas en el cuerpo que poco a poco iban desapareciendo. El chico tenía una flecha enterrada en su hombro izquierdo y la chica hacia el intento de poder retirarla, pero no podía hacerlo sin lastimar a su amigo; ambos estaban rodeados de grandes arbustos para ocultarse de los Cazadores y recargados en la corteza de un gran pino que servía como un fuerte.
Volví a la normalidad quedando completamente desnudo frente a ellos, pero por suerte la oscuridad me ayudaba a cubrirme un poco, luego me puse de cuclillas y la mirada de ambos se posó en mi.
—¿Están bien? —asintieron, la respiración de ambos era agitada.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó el chico.
—Soy Liam y él es Joe —señalé con mi dedo pulgar hacia él—. Somos Omegas.
—Nosotros igual —respondió la chica sin apartar las manos de su amigo—. Estamos buscando una manada.
—Creo que en este momento no es importante —agregué—. ¿Pueden transformarse?
—Yo sí —dijo—. Pero mi hermano con eso enterrado en su hombro… no lo creo.
Joe se transformó en humano. La luz de la luna golpeó su cuerpo blanco y delgado; al igual que yo tenía lodo y barro por todo su cuerpo.
—Yo se la quitaré —dijo—, sanará en unos segundos —comenzó a acercarse al chico.
—Oye... Espera... —Joe sujetó el palo de la flecha—. No vayas a… —no lo dejó terminar, pues logró quitarle la flecha al primer intento y el pobre chico no pudo evitar soltar un grito de dolor.
—Lo siento, pero estamos en una situación seria.
—¡Escuche algo por ese lugar! —gritó un hombre a distancia.
—Apresúrense —dije.
Salimos de los arbustos y los cuatro nos transformamos en el aire después de dar un salto y aterrizamos en cuatro patas; los dos hermanos en su forma lobo se veían idénticos y podría confundirlos a lo lejos, sin embargo por su aroma podría diferenciarlos. Sus pelajes eran color gris oscuro.
—"Bien... Joe. Tú conoces mejor este bosque que yo. Guíanos a la ciudad".
—"Si".
—"No se detengan" —una flecha impactó en el árbol y estoy seguro de que era para mi.
—¡Ahí están! —gritó un Cazador—. ¡Son cuatro!
Hicimos caso omiso a aquella voz y nos echamos a correr por el lugar donde llegamos, la adrenalina que experimenté hizo que corriera mucho más rápido de lo normal; el viento removía mi pelaje y conforme avanzaba el lodo cubría más parte de este. Joe iba por delante de todos, girando en algunas direcciones que no recuerdo haber pasado con anterioridad, después deduje que tal vez sería un camino para llegar más pronto al bosque.
Luego de varios minutos, regresamos al muro que dividía a la ciudad del bosque y los cuatro regresamos a la normalidad. Acto seguido, la chica se ocultó detrás de su hermano para que no la espiaramos.
—Del otro lado está la ciudad —respondí, aun seguía sin recuperar el aliento—. Debemos cruzar el muro cuanto antes y no ser vistos por nadie.
Retrocedimos una distancia apropiada que nos permitiera saltar el muro y mis pies aterrizaron en el patio trasero de la casa de Matthew.
—Es la casa que está al lado —indiqué cuando todos ya estaban a mi lado—. Dense prisa.
Saltamos la cerca y me dirigí a la puerta trasera para abrirla; afortunadamente no tenía seguro del otro lado.
—Entren, entren —hice señas con mi mano y cerré la puerta detrás de mí una vez que entraron todos.
Seguido de eso tomé un par de toallas a la vista, que estaban dobladas en un mueble y nos cubrimos con ellas atándolas a la cintura, a excepción de la chica que se cubrió desde los hombros.
Los guié a mi habitación y encendí el foco, al estar las persianas de mi habitación arriba tuve que bajarlas.
—Buscare un poco de ropa —rompí el incómodo silencio.
Abrí el armario y busqué varias prendas de vestir, específicamente cuatro playeras de diferentes colores, tres shorts y un pantalón deportivo de color negro. Después entregué el pantalón negro a la chica y una playera, mientras que a Joe y al otro chico les di un short y una playera a cada uno.
—El baño está ahí —señalé la puerta—. Pueden ducharse. Bajaré unos minutos y regresaré.
Me dirigí a la puerta con la toalla en la cintura y con la ropa en mi mano izquierda.
—Liam...
—¿Si? —di media vuelta sin soltar el pomo de la puerta.
—Gracias —respondió el chico.
Me dispuse a ir a la sala de estar donde probablemente estarían mis tíos teniendo una pequeña conversación, aunque no me extrañaría que ya hayan notado que traje a dos extraños a casa. Cuando mis pies tocaron el primer escalón no escuché signos de que estuvieran presentes, sólo percibía las voces de los chicos.
Eché un vistazo hasta que mis ojos se enfocaron en una pequeña nota blanca ubicada en la mesita del centro, la cual tomé y fui desdoblando para leerla.
"Liam, tu tío y yo no estaremos en casa por esta noche. No tuve tiempo de decírtelo pero hubo una cena importante en el trabajo de tu tío. Regresaremos mañana."
Doble nuevamente la hoja y la puse en donde estaba y regresé a mi habitación.
—Mis tíos no están —dije entrando—, así que pueden pasar la noche aquí —agregué.
—Gracias por la invitación —ahora dijo la chica.
La ropa le quedaba un poco grande, especialmente la playera le quedaba holgada al igual que Joe, éste por ser delgado y a pesar de ello ambos lucían bien, en el caso del otro chico la ropa le quedaba perfectamente.
—No hay nada que agradecer —sonreí.
Caminé hacia mi cama y me senté en la orilla. Joe estaba cerca de la puerta del baño, la chica al lado de la ventana y el chico curioseando mi habitación, dando vueltas de aquí para allá.
—¿Cuáles son sus nombres? —pregunté curioso, ya que olvidaron presentarse.
—Es verdad, aún no nos hemos presentado —abrió los ojos como platos—. Mi nombre es Malia y él es mi hermano mellizo, Dallas —apuntó a su hermano.
—Eso explica porque eran idénticos al transformarse.
—¿Quién los convirtió? —preguntó Joe, a lo que ambos chicos se miraron entre sí.
—Fue una noche de luna llena.
—Ambos regresamos a casa cuando de la nada —su mirada se enfocó en el piso, como si el hecho de verlo lo haría recordar aquellos sucesos— un tipo con unos relucientes ojos brillantes y con una fuerza superior a la nuestra nos arrastró a un callejón oscuro —levantó la mirada hasta encontrar nuestros ojos..
—Desde entonces nuestras vidas cambiaron —continúo Dallas—. Nos costó mucho trabajo aceptarnos y tuvimos que alejarnos de nuestros padres y amigos para no ocasionarles ningún daño.
—¿Por qué están aquí? —pregunté arrugando mi frente.
—Ya te lo dijimos, buscábamos a una manada.
—No sin antes mencionar que —interrumpió a su hermano—, en nuestra antigua ciudad muchos Hombres Lobo, incluyendo al Alfa que nos convirtió, fueron asesinados por varios Cazadores.
—¿Esto los obligó a escapar?
—Si… Sabemos que es muy arriesgado permanecer sin la compañía de una manada.
—¿Tienen autocontrol? —volví a preguntar.
—Estamos trabajando en ello —sonrió inocentemente—. En cada luna llena un amigo solía amarrarnos en el sótano de su casa con cadenas para no hacerle ningún daño a nadie.
—¿Qué me dicen de ustedes? —preguntó Malia.
—No hay mucho que decir —respondió Joe—. Mi historia es un poco similar a la de ustedes —después de decir aquello la mirada de todos se dirigió hacia mí.
—Tampoco hay mucho que contarles de mí. Nací con la condición de Hombre Lobo —luego de decir aquellas palabras el silencio se hizo presente.
Como si fuese algo malo decir que nací con la condición de Hombre Lobo.
—Cuesta trabajo creerlo, pero es verdad —dijo Joe, viendo la cara de asombro de los mellizos.
Entonces, ¿todos saben sobre este mito menos yo?