Llegamos justo a tiempo para poder subir a nuestro vuelo, estaba completamente nerviosa y asustada de que no fuéramos a llegar a tiempo. Al poco tiempo de sentarnos el avión empezó a moverse.
Tomaba la mano de Alice en un intento de tranquilizarme, ya que no dejaba de moverme en el asiento.
Alice saco el teléfono del respaldo del asiento de enfrente antes de que hubiéramos dejado de ascender y le dio la espalda a la azafata, quien la miro mal, pero algo en mi mirada le dio a entender que no era bueno acercarse.
Intentaba no escuchar la conversación que Alice tenía con Jasper, pero era imposible.
—No estoy completamente segura. Lo veo hacer cosas diferentes, sigue cambiando de opinión… Salir a matar a cualquier persona que se le cruce, atacar a la guardia, alzar un auto sobre su cabeza en medio de la plaza principal…La mayoría son cosas que lo descubrirían… Él sabe que es la forma más rápida de obligarlos a reaccionar. —Jasper le dijo algo a Alice. —No, no puedes. —dijo Alice lo más bajo que pudo hasta que no pude oír nada.
Hasta que algo que dijo Jasper hizo que volviera a alzar la voz haciendo que pudiera escucharla.
—Dile a Emmett que el tampoco… Bueno, pues ve tras Emmett y Rosalie y haz que vuelvan…Piénsalo, Jasper. Si él nos ve a cualquiera de nosotros, ¿Qué crees que va a hacer? —Asintió. —Exactamente…Elina es la única oportunidad, si es que tenemos una…Hare todo lo que pueda. Pero prepara a Carlisle. Las posibilidades son pocas. —
Alice soltó una risita y hablo con voz temblorosa.
—Lo he pensado…Si, te lo prometo. —su voz se hizo más suplicante. —No me sigas. Te lo juro, Jasper, de alguna forma me las ingeniare para salir de ahí…Te quiero. —
Colgó y se apoyó en el asiento con los ojos cerrados.
—Odio mentirle. —
—Alice, me fue inevitable escucharte, lo siento, pero ¿Por qué le dijiste a Jasper que detuviera a Emmett y Rosalie? ¿Y porque no pueden venir ellos a ayudarnos? —
—Por dos cosas. —susurró aun con los ojos cerrados. —A él solo le esplique lo primero: Nosotras podemos intentar detener a Edward por nuestra cuenta. Si Emmett o Rosalie lograran ponerle las manos encima podríamos detenerlo lo suficiente como para convencerlo de que estas viva, pero entonces no podríamos llegar hasta el sigilosamente y actuaria más rápido. Arrojaría un auto a un muro y los Vulturis lo aplastarían. —Alice abrió los ojos y me miro. —Ese es el segunda cosa que no le podía decir a Jasper. Elina, se produciría un enfrentamiento si ellos vinieran y los Vulturis mataran a Edward. Las cosas serian distintas si nosotros cuatro fuéramos capases de salvar a mi hermano por la fuerza, pero no es posible. No puedo perder a Jasper de esa manera. —
Entendí a lo que se refería y a lo que sus ojos suplicantes intentaban decirme.
—Eso no pasará, Jasper estará bien, Alice. —dije tomando su mano para después preguntar: —¿Y Edward no podría oírte? ¿No se enteraría de que estoy viva en cuanto escuche tus pensamientos? —
—Puede…si escucha. —explicó. —Además aunque no lo creas, es posible mentir en los pensamientos. Si en verdad hubieras muerto y quisiera detenerlo, solo bastaría con pensar con todas mis fuerzas "Está viva, está viva", y eso él lo sabe. —
Me dio un apretón en la mano.
—No te pondría en peligro si eso fuera posible. —
—Ahora no es momento para preocuparte por eso. —dije. —Mejor dime de que se trata eso de que le mentiste a Jasper. —
Soltó una sonrisa sombría.
—Le prometí que me iría de la ciudad antes de que también me mataran, eso es algo que no puedo garantizar por completo…—
—¿Qué hace que los Vulturis sean diferentes a ustedes? ¿Qué los hace peligrosos? —
Alice me iba a comenzar a contar pero desvió la mirada a un señor que estaba al otro lado del pasillo, cuando mire pude ver que el hombre al momento de darse cuenta de que había sido descubierto escuchando conversaciones ajenas desviaba la mirada y abría su laptop para después ponerse unos audífonos.
—{Chismoso.} —pensé con irritación.
Me acerque más Alice para dar más privacidad a nuestra conversación, ella pego sus labios a mi oreja mientras continuaba hablando.
—Me sorprendió que reconocieras ese nombre, y que cuando te dije que iría a Italia supieras lo que significaba. Pensé que tendría que explicarlo. ¿Cuándo te lo dijo Edward? —
—El solo me dijo que era una familia antigua y poderosa, algo así como la realeza…y que nadie los desafiaba a menos que quisieran…morir. —dije entre susurros.
—Tienes que entender que los Cullen somos únicos en más sentidos de los que crees. Es raro que tantos de nosotros seamos capases de vivir juntos y en paz. Solo ocurre otro caso, ya sabes, con la familia de Tanya. Carlisle dice que la abstinencia facilita un comportamiento civilizado, haciendo que podamos entablar lazos de amor. Ya vez el aquelarre de James, en si era grande y mira la facilidad con la que los dejo Laurent. Es normal viajar solo o en pareja. La familia de Carlisle es la mayor que existe, hasta donde sabemos, con excepción de los Vulturis. En un principio eran solo tres: Aro, Cayo y Marco. —
—Los he visto en el cuadro del estudio de Carlisle. —susurre.
Asintió.
—Con el tiempo se les unieron dos hembras y los cinco construyeron una familia. No estoy completamente segura, pero creo que la edad es lo que los ayuda a vivir juntos de forma pacífica. Deben de tener por lo menos tres mil años, o talvez sean sus dones los que los ayudan a tolerar. Al igual que Edward y yo, Aro y Marco tienen…talentos. O talvez es su amor por el poder lo que los mantiene unidos. —
—Pero si son solo cinco. —susurre confundida.
—En la familia son cinco miembros. —corrigió. —Pero eso no incluye a la guardia. —
—Eso da miedo. —susurre.
—Si. La última vez que tuve noticias, la guardia estaba conformada con nueve miembros permanentes, los demás son temporales. Y por si fuera poco muchos de ellos tienen dones, dones formidables. Los Vulturis los eligen por sus habilidades, físicas o de otro tipo. —
Con eso supe que si algo salía mal las suerte no estaría de nuestro lado.
Alice asintió adivinando mi pensamiento.
—Ninguno de los cinco se mete en demasiados líos y nadie es tan estúpido para jugársela con ellos. Los Vulturis permanecen en la ciudad y solo la abandonan para atender el deber. —
—¿Deber? —
—¿Edward no te explico su trabajo? —
—No. —
Alice volvió a mirar al hombre chismoso para después volver a susurrar en mi oído.
—No les dicen realeza por nada, son la casta gobernante. Con el paso del tiempo han asumido el papel de hacer cumplir nuestras reglas, lo que de hecho, significa el castigo de los que las quiebran. Llevan a cabo esa tarea inapelablemente. —
Me impresione.
—No sabía que había reglas. —
—Solo se reduce a una única restricción y, si eres lo suficiente lista talvez la descubras. —
Pensé por un momento, hasta que a mi mete vino algo.
—¿No pueden revelar el secreto? —dije dudosa.
—Si. —confirmo. —La mayoría de nosotros no necesita vigilancia, pero con el paso del tiempo, alguno se aburre y se sale del carril y enloquece. Entonces lo Vulturis tienen que intervenir antes de que eso los comprometa a ellos o al resto de nosotros. —
—Entonces Edward…—
—Planea desobedecer totalmente esa norma en su propia ciudad, el lugar cuyo dominio está en secreto desde hace tres mil años. Se muestran tan protectores con sus ciudad que no dejan cazan adentro de sus muros. Volterra es probablemente el lugar más seguro en el mundo…por lo menos a lo que a ataques de vampiros se refiere. —
—Pero entonces, ¿Cómo se alimentan? si dijiste que ellos no salían. —pregunté.
—Les llevan el sustento desde el exterior, a veces de lugares más lejanos. Eso mantiene ocupada a la guardia, cuando no están en una misión, o están protegiendo Volterra de cualquier tipo de publicidad o de…—
—…situaciones como esta. —concluí la frase de Alice.
—Dudo que se les haya presentado una oportunidad como esta, no hay muchos vampiros suicidas. —
Suspire estresada por la situación.
Alice me paso un brazo por los hombros.
—No te preocupes, Elina. Haremos todo lo posible, esto todavía no termina. —
—Es cierto que aún no termina, pero no quiero que los Vulturis te hagan daño si armamos un escándalo. —dije
—Hay que pensar positivo, Elina. Ahora déjame intentar ver que es lo que trama. —
Dejo caer la cabeza sobre el respaldo y cerró los ojos. Apretó un lado del rostro con la mano libre al mismo tiempo que se frotaba la sien con la yema de los dedos.
Después de lo que pareció una eternidad el avión comenzó a descender rumbo a la ciudad de Nueva York. Alice permaneció sumida en su trance, una vez que aterrizamos me di a la tarea de sacarla de él.
—Alice. —le toque el hombro. —Ya tenemos que irnos. —
Abrió los ojos con lentitud para luego sacudir la cabeza lentamente de un lado a otro.
—¿Algo nuevo? —pregunte en un susurro para que el hombre chismoso no escuchara.
—No exactamente. —dijo en una voz tan baja que apenas podía oírla. —Se encuentra más cerca de ellos. Ha decidido como va a platear su petición. —
Nos apresuramos para tomar el siguiente avión. Una vez en el aire, Alice se volvió a introducir en el mismo trance de hace rato.
Cuando se hizo de noche, descorrí la cortina para mirar la oscuridad del exterior, con el propósito de que mi mente estuviera concentrada en otra cosa. Me concentre en que era lo que le iba a decir a mis padres cuando volviera, era obvio que mi padre iba a estar más que furioso y tenía que darle una excusa válida para que no me encerrara en la casa por el resto de mi vida.
También me puse a pensar en Jacob, en lo triste que se había puesto por que lo había dejado, pero yo sabía que como mi amigo el al final entendería.
Unos segundos después Alice me sacudió el hombro, estaba tan metida en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que ya no estaba en trance.
—Elina. —susurró Alice.
—¿Paso algo malo? —susurre.
—No, por ahora todo está bien. Han deliberado y decidieron responderle que no. —
—Enserio. —dije. —Cuéntame. —
Un sobrecargo acudió de puntillas, por el pasillo, hacia nosotras.
—¿Desean una almohada las señoras? —
—{¿Señoras?} —pensé.
—No, gracias. —dijo Alice para después darle una sonrisa radiante.
La expresión del hombre era de aturdimiento mientras daba la vuelta y regresaba a su puesto.
—Dime. —susurre casi para mí.
—Se interesaron en él. Creen que su don les puede ser de utilidad. Le van a ofrecer un lugar entre ellos. —me susurro Alice al oído.
—¿Él que va a decir? —
—Aún no lo he visto. Esta es la primera cosa buena. Están intrigados y en verdad no desean acabar con él. Creo que Aro empleara la palabra "despilfarro". Quizá eso lo obligue a ser creativo. Cuanto más tiempo pase planeando, más tiempo tenemos nosotras de detenerlo. —
Aquello me dio un poquito de esperanza.
—Alice. —la llame.
—¿Qué? —
—Cuando todo esto pase y estemos a salvo ¿Puedes hacer algo por mí? —
—Claro, ¿Qué cosa? —
—No sé, como un castigo o algo que haga que Edward no vuelva a pensar hacer algo como esto otra vez. —
—¿Cómo que se te ocurre? —dijo ella aceptando mi petición.
—Sorpréndeme. —fue lo único que dije.
Alice asintió y me dio una sonrisa malvada.
Creo que ya tiene algo en mente.
—Vuelve a dormirte. Te despertare en cuanto haya novedades. —
—Está bien. —dije para después bostezar e intentar acomodarme mejor en el asiento.
Recline la cabeza sobre el asiento y cerrar los ojos. No sé cuánto tiempo estuve dormida, pero lo siguiente que supe fue que Alice cerraba de golpe la cortina para que la luz tenue que iluminaba el cielo no entrara.
—¿Paso algo? —
—Le comunicaron la negativa. —contesto en voz baja sin entusiasmo.
—¿Qué piensa hacer? —pregunté con nerviosismo.
—Al principio todo se ve confuso. Cambia de planes con demasiada rapidez. —
—¿Planes? ¿Qué clase de planes? —
—Hubo un mal momento…cuando decidió ir a cazar... —me miro. —…en la ciudad. Le falto poco. Cambio de idea en el último momento. —
—No quiso decepcionar a Carlisle. —dije comprendiendo.
—Posiblemente. —coincidió.
—¿Tendremos tiempo? —dije mientras sentía como el avión iba descendiendo.
—Eso creo…Quizá sí, siempre y cuando persista en su última decisión. —
—¿Cuál decisión? —
—Prefirió ir por lo más sencillo. Va a caminar por la plaza a plena luz del sol. —
—{Con eso bastaría.} —pensé.
—Algo me dice que no llegaremos a tiempo. —dije pesimista.
Ella negó.
—Ahora mismo ha elegido lo melodramático. Desea tener la máxima audiencia posible, así que elegirá la plaza mayor, debajo de la torre del reloj. Allí los muros son altos va a tener que esperar a que el sol este en su punto. —
—Tenemos hasta mediodía, ¿No? —
—Si tenemos suerte y no cambia de opinión. —
El comandante se dirigió a los pasajeros anunciando el inminente aterrizaje.
—¿A qué distancia esta Volterra de Florencia? —pregunte.
—Eso depende de la velocidad a la que conduzca… ¿Elina? —
—No te importaría que robáramos un buen coche, ¿Verdad? —
—Claro que no. —
La cara de Alice se ilumino con entusiasmo.
Tomamos nuestras cosas y bajamos del avión. En cuanto toqué el piso Alice me dijo que fuera a la entrada del aeropuerto en lo que ella iba a buscar el auto, hice lo que me pidió obviamente.
Una vez en la entrada me dedique a esperar.
Un reluciente Porsche amarillo freno a unos centímetros de donde esperaba. En el aeropuerto todo el mundo además de mi se paró para mirarlo.
—¡Rápido, Elina! —grito Alice con impaciencia por la ventana del copiloto.
Corrí rápidamente hacia la puerta del copiloto y la abrí de un jalón, tenía la sensación de que en ese momento descubrirían el robo y nos detendrían.
—Este auto es increíble. —dije.
Alice comenzó a andar a toda marcha zigzagueando en el denso tráfico de la carretera, así que rápidamente me coloque el cinturón de seguridad.
—Si, tuve suerte. —
La forma de conducir de Alice me lleno de pánico, haciendo que no pudiera ver más que manchones de colores por la ventana de lo rápido que iba. Además que no estaba en un estado como para ir contemplando el paisaje, a medida que corría el tiempo mi cuerpo se iba llenando más y más de ansiedad y nerviosismo.
—¿Ves algo nuevo? —pregunté.
—Hay algún evento, un festival o algo por el estilo. Las calles están llenas de gente y banderas rojas, ¿Qué día es hoy? —me preguntó.
—Eh…no se… ¿Quince? —dije no muy segura.
—Que ironía, es el día de San Marcos. —
—¿Qué eso? —
Se rio con sarcasmo.
—La ciudad hace un festejo todos los años. Según dice la leyenda un misionero cristiano, el padre Marcos, de hecho es el Marco de los Vulturis, expulso a todos los Vampiros de Volterra. La historia dice que viajo hasta Rumania para combatir con el vampirismo. Por supuesto todo es una total mentira. Nunca salió de la ciudad. De ahí es donde salen las supersticiones de las cruces de madera y el ajo. El padre Marcos las empleo con éxito, y deben funcionar porque expulso a todos los vampiros. —sonrió con sarcasmo. —Se ha convertido en el festival de la ciudad. —
Al terminar Alice de hablar pude comprender la ironía de la situación.
—A ellos no les hará gracia que Edward arme un alboroto en el día de San Marcos. ¿Verdad? —
Sacudió la cabeza con desánimo.
—No. Actuará muy deprisa. —
—¿Sigue con la idea de actuar al medio día? —pregunte.
—Si, ha decidido esperar, y ellos lo están esperando a él. —
—¿Qué tengo que hacer? —
—No tienes que hacer nada. Solo debe verte antes de que camine bajo la luz y debe verte a ti antes que a mí. —Alice adelanto a un auto rojo a toda velocidad. —Voy a acercarme lo máximo que pueda, luego vas a tener que correr a la dirección que te indique. —
Asentí.
El sol seguía subiendo, indicando que cada vez había menos tiempo para que fuera mediodía.
—Allí. —dijo de repente Alice señalando una ciudad en lo más alto de un cerro. —Es Volterra. —
Me quede completamente helada al ver la gran ciudad con antiguos muros de color sepia y las torres que coronaban la cima del cerro.
—Volterra. —susurre.