[RAND POV]
Estuve caminando por la ciudad y muy pendiente de mis alrededores hasta que finalmente la suerte me sonrió y lo vi, era realmente la persona que buscaba. Ahora el problema era como eliminarlo. Primero tenía que guiarlo a un lugar aislado donde nadie pudiera presenciar nada.
Rand: ¡Señor Fain, señor Fain! – cuando me vio se quedó parado mirándome, entonces comencé a caminar en su dirección.
Fain: A ti te recuerdo, eres uno de esos chicos de Dos Ríos. No tienes que alzar tanto la voz.
Rand: Que alegría verlo con vida maese Fain, todos piensan que habéis muerto. – lo estarás en cuanto tenga la oportunidad.
Fain: ¿Muerto? – el buhonero sonó indignado – No sucederá así con Padan Fain. Padan Fain sabe de qué lado saltar y dónde aterrizar.
Rand: No luce muy bien, porque no viene conmigo a la posada donde me hospedo con un par de chicos de mi pueblo, también los conoce a ellos.
El maldito parásito se quedó pensando por un tiempo y al final no aceptó. Estaba comenzando a ponerme algo nervioso, por las visiones de Min diría que de alguna forma evitaré la parte más cruel de mi destino en este mundo, pero no puedo contar ciegamente con sus palabras así que trataré con algo más.
Rand: Al menos permítame invitarlo a comer algo, he hecho amistad con una señora aquí cerca que prepara unas brochetas deliciosas, ella de seguro me hace un descuento.
Fain: Muy bien, pero démonos prisa, aún tengo asuntos que atender.
Logré que la presa caiga en la trampa, ahora solo tengo que dirigirme a un callejón que vi cerca de aquí. Fain caminó a mi lado murmurando cosas que incluso con mis agudos sentidos no fui capaz de escuchar. Después de unos minutos lo conduje dentro del callejón, uno completamente solitario.
Esta era la primera vez que iba a matar a un hombre y lo estaría haciendo con mis propias manos. Tenía miedo de no ser capaz y que Fain fuera a gritar así que cuando vi que se había percatado que estábamos en un callejón sin salida, a una velocidad que no pudo reaccionar le rompí el cuello y lo vi caer sin vida delante de mí.
Pensé que me sentiría terrible, pero la verdad es que no siento nada. Miré hacia todos lados y me cercioré de que nadie me hubiese visto, como ese era el caso aproveché y coloqué a Fain en una posición que parecía que se había caído y roto el cuello. Si lo investigaran un poco se darían cuenta que algo estaba mal, pero nadie investigará la muerte de un pordiosero, que es exactamente lo que parece. Con nada más que hacer me marché rápidamente del callejón esperando que todo saliera bien y más tarde la conciencia no me pesara.
Estaba tan apresurado cuando salí del callejón que no miraba por donde iba y terminé tropezando.
Mat: ¡Oye! ¿Es que no ves por dónde vas? – contestó sin saber todavía a quien le estaba hablando.
Rand: ¿Tienes idea de lo que podría pasarte si fuera un guardia de la ciudad o uno de esos Capas Blancas a quien le gritas? He oído que no son nada agradables de tratar. – Mat iba a decirme algo, pero se quedó en silencio pensando en lo que acababa de decirle.
Mat: Creo que tienes razón. Pero no pasó nada así que olvidémoslo. ¿Hace mucho que dejaste la posada? – no dejaba de sorprenderme la facilidad con la que a veces ignoraba las cosas.
Rand: No mucho. Quise aprovechar la oportunidad y explorar un poco la ciudad.
Mat: ¿Viste a Perrin antes de salir?
Rand: Si. Le dije para que me acompañara, pero no estaba de ánimos. El sueño que tuvimos anoche fue muy duro para él.
Mat: ¿Tuvimos? Eso significa que tú también soñaste con... ya sabes de lo que hablo.
Rand: Si, pero no tiene sentido atormentarnos por algo contra lo que no podemos hacer nada. Tampoco creo que sea inteligente mencionar nada, a nadie.
Mat: Yo, yo también opino igual. – me respondió con una sonrisa forzada.
Mientras caminábamos por la ciudad le conté a Mat sobre mi encuentro con Min y lo que había contado de sus visiones. Mat estaba satisfecho con la suya hasta que le dije lo que había visto de mí y rápidamente dijo que me lo estaba inventado todo. Luego 3 hombres que caminaban en dirección contraria a nosotros nos llamaron la atención. Eran unos Capas Blancas.
Mat: ¿Crees que sean los hijos de la luz?
Rand: Estoy seguro de que lo son. ¿Quiénes más llevarían esas capas?
Mat: No me parecen la gran cosa. Diría que solo son unos fanfarrones. ¿Ves eso? – estaba apuntando a una estaca que era lo único que sostenía unos barriles para que no se corrieran por una pendiente que iba directo a los Capas Blancas.
Antes de que Rand dijera algo Mat corrió hacia una esquina y a través de una terraza se subió a un techo y con su honda arrojó una piedra que golpeó la estaca.
Los Capas Blancas, aunque sorprendidos lograron saltar a tiempo y apartarse, pero aun así fueron salpicados por lodo al pasar algunos de los barriles por donde había lodo en la calle. Rand comenzó a reír sin importarle que lo vieran.
[TERCERA PERSONA POV]
C.B: ¿¡Te parece gracioso!? – rugió el que parecía el líder – Tal vez fuiste tú el causante de todo esto.
El hombre hablaba con un aire de arrogancia y ahora Rand se encontraba solo con 3 Capas Blancas muy enojados y su líder le había echado un ojo a la espada que llevaba Rand.
Rand con un movimiento de la mano dejó bien a la vista la espada y puso una mano sobre ella.
Rand: Siempre ocurren accidentes. Incluso a los Hijos de la Luz. – en su voz no había el temor que encontrarían en otros cuando se dirigían a ellos.
C.B: ¿Tan peligroso te crees? – lo dijo levantando una ceja. Uno de sus compañeros se percató de algo y se acercó a su líder.
C.B.2: La marca de la garza, lord Bornhald – le advirtió a quien ahora Rand sabía se llamaba Bornhald.
Los ojos se desorbitaron momentáneamente y luego posó la mirada nuevamente sobre Rand. Por el rostro podía decir que el chico frente a él tenía más o menos su edad, pero su físico era muy superior al de cualquiera de los 3, de hecho, Bornhald no recordaba haber visto a ningún otro hijo de la luz en mejores condiciones físicas.
Bornhald: Eres demasiado joven. No eres de aquí, ¿verdad? ¿De dónde eres? – preguntó de manera autoritaria.
Rand: Eso no es asunto vuestro.
Definitivamente la respuesta de Rand no era la que esperaban. Enojados los 2 secuaces de Bornhald lo rodearon.
Bornhald: ¿Qué demonios dijiste? – insultado había desenvainado su espada. Rand se había preparado para lo que estaba por venir.
C.B.2: Cuando los Hijos de la Luz hacen preguntas, patán de ojos grises, queremos recibir respuesta, o... – el secuaz se detuvo interrumpido por Bornhald que apuntó hacia donde se podían ver a los guardias de la ciudad que se dirigían hacia ellos.
C.B.2: Esta ciudad ha perdido la Luz – gruñó el individuo y elevó la voz, para ser oído por la guardia – ¡Baerlon permanece bajo la Sombra del Oscuro! – a un gesto de Bornhald comenzaron a retirarse. Bornhald se volvió otra vez hacia Rand, con los ojos chispeantes de convicción.
Bornhald: Los Amigos Siniestros no logran escapar de nosotros, ni siquiera en una ciudad situada al amparo de la Sombra. Volveremos a encontrarnos. ¡Puedes estar seguro de ello! – giró sobre sus talones y se alejó a grandes zancadas, seguido por sus dos compañeros, como si Rand hubiera dejado de existir.
Rand no le dio importancia al insignificante hijo de la luz y esperó a que Mat se acercara a él.
Mat: ¡Estás loco!
Rand: Será mejor que regresemos a la posada.
Mat: Si, creo que será lo mejor.
De esta manera regresaron ambos a la posada. Habiendo eliminado Rand un feroz enemigo.